lunes, 31 de diciembre de 2007

El porqué de la poesía

Por: Enrique Galván-Duque Tamborrel

21 de marzo, Día Internacional de la Poesía.

“La Poesía es conocimiento, salvación, poder, abandono. Operación capaz de cambiar al mundo, la actividad poética es revolucionaria por naturaleza; ejercicio espiritual, es un método de liberación interior. La poesía revela este mundo, crea otro. Pan de los elegidos; alimento maldito. Aísla; une. Invitación al viaje; regreso a la tierra natal. Inspiración, respiración, ejercicio muscular. Plegaria al vacío, diálogo con la ausencia: el tedio, la angustia y la desesperación la alimentan. Oración, letanía, epifanía, presencia. Exorcismo, conjuro, magia. Sublimación, compensación, condensación del inconsciente. Expresión histórica de razas, naciones, clases...” Octavio Paz. El arco y la lira, 1957.

Una sociedad sin Poesía, vale decir, sin Arte, es una sociedad muerta en vida. Los seres humanos somos seres materiales y espirituales, sentidos y sentimientos, razones y emociones. Necesitamos pan, y también el placer estético, la emoción de la aventura, cubrirnos del frío y llorar nuestro desamparo; celebrar el amor, y trabajar, y encolerizarnos, y reír. Miserables y magníficos, puros y pecadores, magnánimos y enanos de espíritu, misericordiosos e implacables, los seres humanos vivimos la vida desde nuestra complejidad intrínseca. No sólo de pan vive el hombre, no basta con la ciencia, la tecnología, la satisfacción de las necesidades materiales, para que una sociedad humana viva plenamente. Al pequeño y limitado horizonte de lo material se presenta el vertiginoso mundo del espíritu, donde el Arte y la Religión hacen partícipe al ser humano de la trascendencia, el Absoluto y la comunión con todo y con todos.

Es común que algunos rían desdeñosamente al escuchar el elogio de la poesía, el arte y lo espiritual. Es normal. Quien observa el río sin mojarse los pies en sus aguas no puede juzgar sobre la aventura que trae el torrente. Quede tranquilo el desdeñoso: los amantes del espíritu seducen, no obligan. Los besos del espíritu se ganan, no se imponen.

Una última consideración: la Poesía no es sólo para algunos exquisitos, parásitos, burgueses, reaccionarios, inútiles, invertidos o cursis. Si es humano, tiene alma; si participa del alimento espiritual, su alimento es la poesía, aunque no lo sepa. La Poesía, como la Política, como la Economía, nos corresponde a todos, como el agua, el aire o el Amor.

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