viernes, 30 de diciembre de 2011

Réquiem por mi patria

 

Por  Enrique Galván-Duque Tamborrel

Septiembre / 2011

 

Tengo 81 años de edad, así es que crecí a la par que se entronizaba la Trinca Infernal (PNR-PRM-PRI), además crecí en el seno de una familia de espíritu socialdemócrata.  Esta circunstancia me coloca en posición de no tragarme los embustes de su propaganda.  La actitud de sus legisladores no es nada nuevo, finalmente es confirmar una vez más su forma de proceder.

 

Abandonar el recinto para no debatir la iniciativa presentada por el Presidente de la República es una actitud por demás sobada por el PRI, partido que de siempre estuvo imponiendo su criterio a raja tabla, al más rancio estilo de "aquí sólo mis chicharrones truenen".   Bien dijo el que dijo que solamente cuando desaparezca el PRI, México resurgirá.

 

Crecí viendo por doquier la corrupción creada y fomentada por los gobiernícolas (como les llamábamos los estudiantes de esa época).  Para controlar a las masas de trabajadores y campesinos, crearon las nefastas CNC y CTM, con su pléyade de líderes corruptos y casiquiles, a quienes distribuyeron en los diferentes sindicatos, principalmente los llamados fuertes,  que se encargaron de  convertir a esas "masas" en borregos.  Y para que le sigo, me da asco recordar y evaluar todo el daño que le causaron a mi Patria.  Todos los males que padecemos hoy en día son de hecho producto de esas siete largas décadas en que sometieron al país a un sistema dictatorial, hegemónico, y por demás corrupto.

 

Las grandes fortunas entre los gobiernícolas brillaban por doquier: mansiones, autos lujosos, dispendios, etc….  Esa fue la firma de la Trinca Infernal, como le llamamos a la trilogía del Partido Nacional Revolucionario (PNR), el Partido de la Revolución Mexicana (PRM) y finalmente el Partido Revolucionario Institucional (PRI), amos señores de mi México querido.

 

Ahora los miembros del PRI se sienten ofendidos cuando el Presidente de la República dice que no deben de regresar al poder porque son un peligro latente que trucaría el camino a la real democracia.  Primero que nada reclamaron que el Presidente no debería hacer ese tipo de declaraciones, pero para reclamar eso se olvidaron que el señor tiene todo el derecho de expresar sus ideas en un acto partidista, como fue en efecto.  Es claro que inmediatamente se dieron cuenta de su metida de pata y recularon, pero desde luego muy ardidos.  Los señores de aguantan las verdades, comprobando una vez más que "La verdad no peca pro incomoda".

 

Toda esa corrupción creada, fomentada y protegida durante la era "trinquetera", obviamente bajo la égida de la Trinca Infernal.  Esa era duró 70 años (1930 a 2000), que marca la etapa de la decadencia mexicana.   Los priístas se dan baños de pureza, basta leer los discursos de Beatriz Paredes Rangel, después los de Heriberto Moreira Valdés y ahora los de Pedro Joaquín Coldwell.

 

Pero la situación más triste para mi patria se presentará, quizás, para las elecciones del 2012.  Y será eso, si el PRI, como pretende, regresara al poder, tendríamos un muy lamentable retroceso.

 

 

domingo, 25 de diciembre de 2011

MENSAJE DE NAVIDAD

 
Santa Navidad y Fructífero Año Nuevo
ZENIT felicita a sus lectores, benefactores y donantes
 

Era el hijo de Dios y tenía el universo como hogar, pero decidió nacer en un pesebre.

 

Ser supremo y perfectísimo, decidió nacer pequeño y limitado en el vientre de María.

 

Los hombres se dirigían e invocaban a los dioses paganos, por eso cuando él reveló quién era y porqué fue enviado entre la gente, no le creyeron. No se había oído nunca de un Dios que fuese a buscar a los hombres, para recordarles que habían sido hechos por amor y para amar.

 

Podía acabar con sus enemigos, en cambio enseñaba a perdonar incluso a quienes querían matarle.

 

Era un Dios tan bueno, que no había afligido, pobre o enfermo al cual no se acercara. Para todos tenía palabras de amor y consuelo. Estaba tan enamorado de la humanidad que sufrió todos los dolores de la Pasión para lavar nuestros pecados.

 

De este modo, salvó incluso a aquellos que quisieron crucificarlo. Su Nacimiento y su Resurrección han revolucionado la historia y son la razón de nuestra infinita esperanza.

 

Y es este sentimiento de gratitud y de amor el que queremos difundir por el mundo.

 

Deseamos a ustedes y a sus familias, una Santa Navidad y un Año Nuevo colmado de gracias.

 

Cuenten por encima de todo, con nuestras oraciones.

 

El equipo y la redacción de ZENIT