jueves, 31 de diciembre de 2009

Nacimientos, Belenes y Pesebres

Por: Enrique Galván-Duque Tamborrel

 

Campanillas navidad

 

Era la Nochebuena de 1223 y los vecinos de Greccio, un pueblecito de Italia, se habían reunido en una gruta para representar el nacimiento del Niño Dios. Debido al frío, la única figura no humana era la de Jesús. Un hombre pobremente vestido se aproximó a la imagen y le besó respetuosamente los pies. Según la leyenda, el niño cobró vida, extendió sus bracitos hacia él y le sonrió. Aquel hombre, Giovanni Bernardone, es más recordado por el nombre de Francisco de Asís.

 

Otro Belén

 

Se asegura que los franciscanos italianos, para recordar aquel hecho milagroso, siguieron haciendo escenificaciones que fueron el origen de los Nacimientos, o al menos a este hecho se le atribuye el inicio de esta tradición.

 

Otros testimonios históricos citan que también se realizaron escenificaciones en 1252, en el monasterio de Füssen, Alemania, y en 1300 en la catedral de Barcelona.

 

Aunque la costumbre de representar la natividad de Jesús con seres vivos aún se mantiene en bastantes lugares, el miniaturizado Portal de Belén, el Nacimiento o el Pesebre -que son con los distintos nombres con que se le conoce- ha sido, desde hace generaciones, un rincón tradicional en los hogares andaluces. ¡Cuantos villancicos habrán escuchado las pequeñas figuritas de barro! ¡Cuantos peces habrán bebido en el río! ¡Cuántos reyes llegaron por el arenal…! Porque, además, nuestro pueblo -todo garganta y emoción- tiene la ventaja de que no necesita instrumentos de acompañamiento. Y cuando le parecía, se los inventaba. Igual servía el almirez que la rugosidad adiamantada de la botella de anís.

 

Belén2

 

Aparte de la leyenda citada que dio origen a los Nacimientos, de veracidad más o menos contrastada, lo que si está comprobado es que las primeras imágenes con las que se reproducía la llegada de Jesús fueron realizadas en Italia en la segunda mitad del siglo XVII, época en que la escultura barroca religiosa tuvo un destacado esplendor. Algunas de estas figuras alcanzaron tamaño natural e iban vestidas con ricos ropajes y pelucas.

 

En España se introduce esta moda de la mano del rey Carlos III, que habiendo conocido y admirado en Nápoles estas creaciones, encarga a dos artesanos valencianos la copia de figuras napolitanas. Según registros llegaron a realizarse en ese encargo unas seiscientas piezas. Por aquel entonces las figuras estaban primorosamente modeladas sólo en la parte visible: cabeza, brazos, manos, piernas y pies. El cuerpo estaba relleno de fibras vegetales que le conferían gran adaptabilidad a las distintas posiciones. Los vestidos se les confeccionaban, a veces, con bordados e hilos de oro para la Virgen y a San José, y con tejidos más rústicos para los pastores.

 

La moda del belenismo se extiende por toda Europa durante los siglos XVII y XVIII, realizándose las figuras con las más variadas formas y materiales, según las tradiciones artesanales de cada lugar. En Italia se hacen unas bellísimas imágenes de porcelana, en Cappodimonte. En Baviera y en el Tirol las figuras son tallas de madera con vestidos de tela. En Austria, además, las figuras son de cera con ropajess de tela o de papel. En Francia, durante el reinado de Luis XIV son abundantes los Nacimientos que fabrican con todo primor los Carmelitas de Arlés y los Cartujos de Avignon. La Revolución que hizo rodar cabezas con su guillotina también cercenó esta actividad religioso-artesanal.

 

En España numerosos artistas, algunos de gran renombre, trabajaron estas figuras tradicionales. Son de destacar Francisco Salcillo (1701-1783) y con anterioridad Luisa Roldán "La Roldana" (1656-1783).

 

Salcillo siguió el estilo napolitano, de gran naturalismo realista, similar al que empleo para la realización de sus imágenes para pasos procesionales.

 

Casi a principios del siglo XIX comienzan a modelarse figuritas de arcilla, con un alma de madera, que eran cocidas al horno y policromadas a pincel. Algunas de estas piezas (como la que se puede ver al principio de la segunda columna) llegaron a alcanza una altísima calidad artística y un extraordinario realismo. Durante algún tiempo, a partir de 1825, también se fabricaron figuritas de plomo fundido.

 

Poco a poco se industrializa la fabricación, se hacen mayores series y se abarata su precio, con lo que también crece la fauna y la variedad de figuras. Se añaden animales domésticos: gallos y ovejas; pescadores, reyes Magos, pajes y camellos.

 

El montaje del Nacimiento seguía en los hogares una especie de ritual, que comenzaba al desenvolver, como viejos tesoros, las figuritas y los objetos guardados. El reencuentro con lo ya olvidado, como el molino al que le quedó rota un aspa, el castillo de Herodes que habría que situar siempre en la lejanía, la estrella de oriente con su curvada cola, el ángel que colgaba del portal…

 

Y se seguía con la realización material del Nacimiento. Se fijaban con chinchetas los fondos de papel cuajados de estrellas, se hacía el río con papel de plata -o con algún inservible espejo roto- se colocaba la bombilla roja dentro de la gruta o del pesebre, y todo ello era, durante horas, el centro de atención de la chiquillería.

 

Belenes

 

Desgraciadamente esta vieja tradición -para la que no hacía falta ni siquiera ser creyente- está cediendo ante la invasión de los abetos y árboles navidad de origen nórdico, de Santas Claus "papás noeles" y de horrorosos pseudo-árboles de material plástico.

 

Hay tradiciones que es una pena que se pierdan, y esta es una de ellas.

 

«Por mi patria hablará la razón de la justicia»
 



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La Masacre de los inocentes

Por: Enrique Galván-Duque Tamborrel

 

Los primeros mártires

 

 El pintor italiano Giotto representó en este fresco la matanza de los inocentes que se encuentra en la capilla Scrovegni en Padua y fue pintado entre 1302 y 1306.

Herodes, Tetrarca de Galilea, mandó matar a todos los niños con edad inferior a dos años, con motivo del

nacimiento de nuestro Redentor, pues los Reyes Magos ingenuamente preguntaron a esa autoridad política si había oído hablar del Rey de los Judíos que había nacido.

 

Herodes juzgó que dos soberanos no cabrían en el mismo Estado. Por lo tanto era necesario eliminar a ese niño. Mandó a buscarlo y no lo encontró. Ordenó entonces aquella matanza de los inocentes.

 

Fueron esos los primeros mártires de la Iglesia Católica.

 

¿Por qué mártires?

 

Por una razón muy simple: fueron exterminados por odio a la fe, por odio a Dios, por odio al Niño que les dio la honra de haber nacido aproximadamente en la misma fecha en que El vino al mundo. Asesinados de esa forma, fueron al Cielo como mártires. Son ellos los Santos Inocentes.


Los ángeles aparecieron en la noche de Navidad, proclamaron: "Gloria a Dios en lo más alto de los Cielos y paz en la Tierra a los hombres de buena voluntad". Sin embargo, los primeros actos que se desarrollan a partir de esa fecha llena de luz, repleta de bendición y paz, están también cargados de amenazas para el futuro. Lo que parece, para el espíritu superficial, estar en contradicción con el contenido de la frase "Paz en la Tierra a los hombres de buena voluntad". Porque se tiene la impresión de que los hombres de buena voluntad no sufrirían persecución, ni tendrían que luchar.

 

Entre los padres y madres de tales niños, que figuran en el fresco de Giotto, probablemente algunos serían hombres de buena voluntad. Sin embargo ¿que les sucedió? La ejecución de sus hijos. Una cosa inmensamente trágica, por lo tanto.

 

En una especie de tribuna se ve a Herodes ordenando la masacre. Se distingue a los verdugos que buscan a las personas, mientras estas intentan esquivarlos.

 

En un primer plano se observa a una mujer que evidentemente no quiere entregar a su hijo.

 

Más adelante se perciben escenas de agitación y de violencia. La escena es dramática y al mismo tiempo admirable.

 

Alguien podrá preguntar: "¿Ellos no están bautizados?" Respuesta: ellos fueron bautizados en su propia sangre. Agraciados por el bautismo de sangre. Y son pues, tanto cuanto se pueda calcular, los primeros cristianos fallecidos, beneficiándose de los méritos de Nuestro Señor Jesucristo, poco tiempo después de su nacimiento.

 

«Por mi patria hablará la razón de la justicia»
 



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domingo, 27 de diciembre de 2009

Reflexiones de una vida

Por: Enrique Galván-Duque Tamborrel

 

Mis queridos parientes y amigos:

 

Durante el transcurso de mi azarosa vida, he pasado por muchas pruebas que a mi se me antojaron harto difíciles.  Momentos en que sentí que mis cimientos se quebraban, mas nunca me sentí sólo, sentí que alguien, y quien si no Dios, estaba a mi lado amortiguando mis desazón.  Un día, de repente se prendió una luz en la oscuridad de mi mente y me dirigí a la librería más cercana a comprar una Biblia: la biblia de Jerusalén.   Sin pensarlo, como autómata, abrí el libro y apareció el capítulo 5 de San Mateo: El Sermón del Monte.  Pausadamente lo fui leyendo y empecé a meditar según avanzaba en la lectura.  En un momento cerré el libro, sin perder la hoja que estaba leyendo, y empecé a reflexionar, y empecé a sentir un estremecimiento que invadía y cimbraba mi ser entero.

 

Así, a partir de ese día, en forma regular leía y releía ese pasaje sublime.  ¡Dios estaba conmigo!  Corregí errores, superé resabios, eliminé rencores, renació mi amor y respeto por mis semejantes –no estaba perdido pero si lleno de confusiones.  Ahora, a los ochenta años de edad, espero paciente y tranquilamente el llamado del Dios.  ¡Bendito sea el Señor!

 

Pero no estoy ocioso, el Señor me ha brindado las energías necesarias para mantener mi mente activa y aquí me tienen aprovechando el lado bueno de la moderna tecnología, ¡ah, si esta maravilla que es la cibernética se aprovechara únicamente para el bien y provecho de la humanidad, que lindo sería!  Lamentablemente no es así, pero, pues ¡todo se pierde menos la fe!

 

Ante tanta bazofia que envuelve al mundo hoy día, resulta reconfortante leer, meditar y reflexionar el sublime mensaje bíblico:

 

SERMÓN DEL MONTE

 

Jesucristo

 

Según San Mateo (Capítulos 5 al 7)

 

CAPITULO 5

 

  1. Y viendo las gentes, subió al monte; y sentándose, se llegaron a él sus discípulos.
  2. Y abriendo su boca, los enseñaba, diciendo:
  3. Bienaventurados los pobres en espíritu: porque de ellos es el reino de los cielos.
  4. Bienaventurados los que lloran: porque ellos recibirán consolación
  5. Bienaventurados los mansos: porque ellos recibirán la tierra por heredad.
  6. Bienaventurados los que tienen hambre y sed de justicia: porque ellos serán hartos.
  7. Bienaventurados los misericordiosos: porque ellos alcanzarán misericordia.
  8. Bienaventurados los de limpio corazón: porque ellos verán a Dios.
  9. Bienaventurados los pacificadores: porque ellos serán llamados hijos de Dios.
  10.  Bienaventurados los que padecen persecución por causa de la justicia: porque de ellos es el reino de los cielos.
  11.  Bienaventurados sois cuando os vituperaren y os persiguieren, y dijeren de vosotros todo mal por mi causa, mintiendo.
  12.  Gozaos y alegraos; porque vuestra merced es grande en los cielos: que así persiguieron a los profetas que fueron antes de vosotros.
  13.  Vosotros sois la sal de la tierra: y si la sal se desvaneciere ¿con qué será salada? No vale más para nada, sino para ser echada fuera y hollada de los hombres.
  14.  Vosotros sois la luz del mundo: una ciudad asentada sobre un monte no se puede esconder.
  15.  Si se enciende una lámpara y se pone debajo de un almud, mas sobre el candelero, y alumbra a todos los que están en casa.
  16.  Así alumbre vuestra luz delante de los hombres, para que vean lustras obras buenas, y glorifiquen a vuestro Padre que está en los cielos.
  17.  No penséis que he venido para abrogar la ley o los profetas: no he venido para abrogar, sino para cumplir.
  18.  Porque de cierto os digo, que hasta que perezca el cielo y la tierra, ni una gota ni un tilde perecerá de la ley, hasta que todas las cosas sean hechas.
  19.  De manera que cualquiera que inflingiere estos mandamientos muy pequeños, y así enseñare a los hombres, muy pequeño será llamado en el reino de los cielos: mas cualquiera que hiciere y enseñare, éste será llamado en el reino de los cielos.
  20.  Porque os digo que si vuestra justicia no fuere mayor que la de los escribas y de los Fariseos, no entrareis en el reino de los cielos.
  21.  Oísteis que fue dicho a los antiguos: No matarás; más cualquiera que matare, será culpado del juicio.
  22.  Más yo os digo, que cualquiera que se enojare locamente con su hermano, será culpado del juicio; y cualquiera que dijere a su hermano, Raca, será culpado del consejo; y cualquiera que dijere, Fatuo, será culpado del infierno del fuego.
  23.  Por tanto, si trajeres tu presente al altar, y allí te acordaras que tu hermano tiene algo contra ti,
  24.  Deja allí tu presente delante del altar, y vete, vuelve primero en amistad con tu hermano, y entonces ven y ofrece tu presente.
  25.  Concíliate con tu adversario presto, entre tanto que estás con él en el camino; porque no acontezca que el adversario te entregue al juez, y el juez te entregue al alguacil, y seas echado en prisión.
  26.  De cierto te digo, que no saldrás de allí, hasta que pagues el último cuadrante.
  27.  Oíste que fue dicho: "No adulterarás";
  28.  Más yo os digo, que cualquiera que mira a una mujer para codiciarla, ya adulteró con ella en su corazón.
  29.  Por tanto, si tu ojo derecho te fuere ocasión de caer, sácalo, y échalo de ti: mejor te es que se pierda uno de tus miembros, que no que todo tu cuerpo sea echado al infierno.
  30.  Y si tu mano derecha te fuere ocasión de caer, córtala, y échala de ti: mejor es que se pierda uno de tus miembros, que no que todo tu cuerpo sea echado al infierno.
  31. También fue dicho: Cualquiera que repudiare a su mujer, déle carta de divorcio:
  32.  Más yo os digo, que el que repudiare a su mujer, fuera de causa de fornicación, hace que ella adultere; y el que se casare con la repudiada, comete adulterio.
  33.  Además habéis oído que fue dicho a los antiguos: No te perjurará; más pagarás al señor tus juramentos.
  34.  Más yo os digo: No juréis en ninguna manera: ni por el cielo, porque es el trono de Dios.
  35.  Ni por la tierra, porque es el estrado de tus pies, ni por Jerusalem, porque es la ciudad del gran Rey.
  36.  Ni por tu cabeza jurarás, porque no puedes hacer un cabello blanco y negro.
  37.  Más sea vuestro hablar: Sí, sí; No, no; porque lo que es más de esto, de mal procede.
  38.  Oíste que fue dicho a los antiguos: Ojo por ojo, y diente por diente.
  39.  Más yo os digo: No resistáis al mal; antes a cualquiera que te iriere en tu mejilla diestra, vuélvele también la otra;
  40.  Y al que quisiere ponerte a pleito y tomarte tu ropa, déjale también la capa;
  41.  Y a cualquiera que te cargare por una milla, ve con él dos.
  42.  Al que te pidiere, dale; y al que quisiere tomar de ti prestado, no se lo rehúses.
  43.  Oíste que fue dicho: Amarás a tu prójimo, y aborrecerás a tu enemigo.
  44.  Más yo os digo: Amad a vuestros enemigos, bendecid a los que os maldicen, haced bien a los que os aborrecen, y orad por los os ultrajan y os persiguen.
  45.  Para que seáis hijos de vuestro Padre que está en los cielos: que hace que su sol salga para malos y buenos, y llueve sobre justos e injustos.
  46.  Porque si amareis a los que os aman, ¿qué recompensa tendréis? ¿no hacen lo mismo los publicanos?
  47.  Y si abrazareis a vuestros hermanos solamente, ¿qué hacéis de más? ¿no hacen también así los Gentiles?
  48.  Sed, pues, vosotros perfectos, como vuestro Padre que está en los cielos es perfecto.

 

CAPITULO 6

 

  1. Mirad que no hagáis vuestra justicia delante de los hombres, para ser vistos de ellos: de otra manera no tendréis merced de vuestro Padre que está en los cielos.
  2. Cuando pues haces limosna, no hagas tocar trompeta delante de ti, como hacen los hipócritas en las sinagogas y en las plazas, para ser estimados de los hombres: de cierto os digo, que ya tienen su recompensa.
  3. Mas cuando tú haces limosna, no sepa tu izquierda lo que hace tu derecha;
  4. Para que sea tu limosna en secreto: y tu Padre que ve en secreto, El te recompensará en público.
  5. Y cuando oras, no seas como los hipócritas; porque ellos aman el orar en las sinagogas, y en los cantones de las calles en pie, para ser vistos de los hombres: de cierto os digo, que ya tienen su pago.
  6. Mas tú, cuando oras, éntrate en tu cámara, y cerrada tu puerta, ora a tu Padre que está en secreto; y tu Padre que ve en secreto, te recompensará en público.
  7. Y orando, no seáis prolijos, como los Gentiles; que piensan que por su parlería serán oídos.
  8. No os hagáis, pues, semejantes a ellos; porque vuestro Padre sabe de qué cosas tenéis necesidad, antes que vosotros le pidáis.
  9. Vosotros pues, oraréis así: Padre nuestro que estás en los cielos, santificado sea tu nombre.
  10.  Venga tu reino.  Sea hecha tu voluntad, como en el cielo, así también en la tierra.
  11.  Danos hoy nuestro pan cotidiano.
  12.  Y perdónanos nuestras deudas, como también perdonamos a nuestros deudores.
  13.  Y no nos metas en tentación, mas líbranos del mal: porque tuyo es el reino, y el poder, y la gloria, por todos los siglos.  Amén.
  14.  Porque si perdonareis a los hombres sus ofensas, os perdonará también a vosotros vuestro Padre celestial.
  15.  Mas si no perdonareis a los hombres sus ofensas, tampoco vuestro Padre os perdonará vuestras ofensas.
  16.  Y cuando ayunáis, no seáis como los hipócritas austeros; porque ellos demudan sus rostros para parecer a los hombres que ayunan: de cierto os digo, que ya tienen su pago.
  17.  Mas tú, cuando ayunas, unge tu cabeza y lava tu rostro;
  18.  Para no parecer a los hombres que ayunas, sino a tu Padre que está en secreto: y tu Padre que ve en secreto, te recompensará en público.
  19.  No os hagáis tesoros en la tierra, donde la polilla y el orín corrompe, y donde ladrones minan y hurtan;
  20.  Mas haceos tesoros en el cielo, donde ni polilla ni orín corrompe, y donde ladrones no minan ni hurtan:
  21.  Porque donde estuviere vuestro tesoro, allí estará vuestro corazón.
  22.  La lámpara del cuerpo es el ojo: así es que, si tu ojo fuera sincero, todo tu cuerpo será luminoso:
  23.  Mas si tu ojo fuere malo, todo tu cuerpo será tenebroso.  Así que, si la lumbre que en ti hay son tinieblas, ¿cuántas serán las mismas tinieblas?
  24.  Ninguno puede servir a dos señores; porque o aborrecerá al uno y amará al otro, o se llegará al uno y aborrecerá al otro: no podrá servir a Dios y a Mammón.
  25.  Por tanto os digo: no os congojéis por vuestra vida, qué habéis de comer, o qué habéis de beber; ni por vuestro cuerpo, qué habéis de vestir: ¿no es la vida más que el alimento, y el cuerpo que el vestido?
  26.  Mirad las aves del cielo, que no siembran, ni siegan, ni allegan en alfolíes; y vuestro padre celestial las alimenta.  ¿No sois vosotros mejores que ellas?
  27.  Mas ¿Quién de vosotros podrá, congojándose, añadir a su estatura un codo?
  28.  Y por el vestido ¿por qué os congojáis? Reparad los lirios del campo, cómo crecen; no trabajan ni hilan;
  29.  Mas os digo, que ni aun Salomón, con toda su gloria, fue vestido así como uno de ellos.
  30.  Y si la hierba del campo que hoy es, y mañana es echada en el horno, Dios  la viste así, ¿no hará mucho más a vosotros, hombres de poca fe?
  31.  No os congojéis pues, diciendo: ¿Qué comeremos, o qué beberemos, o con qué nos cubriremos?
  32.  Porque los Gentiles buscan todas estas cosas: que vuestro Padre celestial sabe que de todas estas cosas habéis menester.
  33.  Mas buscad primeramente el reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas os serán añadidas.
  34.  Así es que, no os congojéis por el día de mañana; que el día de mañana traerá su fatiga: basta al día su afán.

 

CAPITULO 7

 

1.- No juzguéis, para que no seáis juzgados.

2.- Porque con el juicio con que juzgáis, seréis juzgados; y con la  medida con la que medís, os volverán a medir.

3.- Y ¿por qué miras la mota que está en el ojo de tu hermano, y no echas de ver la viga que está en tu ojo?

4.- O ¿cómo dirás a tu hermano: Espera, echaré de tu ojo la mota; y he aquí la viga en tu ojo?

5.- ¡Hipócrita! Echa primero la viga de tu ojo, y entonces mirarás en echar la mota del ojo de tu hermano.

6.- No deis lo santo a los perros, ni echéis vuestras perlas delante de los puercos; porque no las rehuellen con sus pies, y vuelvan y os despedacen.

7.- Pedid, y se os dará; buscad y hallaréis; llamad, y se os abrirá.

8.- Porque cualquiera que pide, recibe; y el que busca, halla; y al que llama, se abrirá.

9.- ¿Qué hombre hay de vosotros, a quien si su hijo pidiere pan, le dará una piedra?

10.- ¿Y si le pidiere un pez, le dará una serpiente?

11.- Pues si vosotros, siendo malos, sabéis dar buenas dádivas a vuestros hijos, ¿cuánto más vuestro Padre que está en los cielos, dará buenas cosas a los que le piden?

12.- Así que, todas las cosas que quisierais que los hombres hiciesen con vosotros, así también haced vosotros con ellos; porque ésta es la ley y los profetas.

13.- Entrad por la puerta estrecha: porque ancha es la puerta, y espacioso el camino que lleva a perdición, y muchos son los que entran por ella.

14.- Porque estrecha es la puerta, y angosto el camino que lleva a la vida, y poco son los que la hallan.

15.- Y guardaos de los falsos profetas, que vienen a vosotros con vestidos de ovejas, mas dentro son lobos rapaces.

16.- Por sus frutos los conoceréis.  ¿Cógense uvas de los espinos, o higos de los abrojos?

17.- Así, todo buen árbol lleva buenos frutos; mas el árbol maleado lleva malos frutos.

18.- No puede el buen árbol llevar malos frutos, ni el árbol maleado llevar buenos frutos.

19.- Todo árbol que no lleva buen fruto, córtese y échese en el fuego.

20.- Así que, por sus frutos los conoceréis.

21.- No todo el que me dice: "Señor, Señor", entrará en el reino de los cielos: mas sí el que hiciere la voluntad de mi Padre que está en el reino de los cielos. 

22.- Muchos me dirán en aquel día: "Señor, Señor". ¿no profetizamos tu nombre, y en tu nombre lanzamos demonios, y en tu nombre hicimos muchos milagros?

23.- Y entonces les protestaré: Nunca os conocí; apartaos de mi, obradores de maldad.

24.- Cualquiera, pues, que me oye estas palabras, y las hace, le compararé a un hombre prudente, que edificó su casa sobre la peña;

25.- Y descendió lluvia, y vinieron ríos, y soplaron vientos, y combatieron aquella casa; y no cayó: porque estaba fundada sobre la peña.

26.- Y cualquiera que me oye estas palabras, y no las hace, le compararé a un hombre insensato, que edificó su casa sobre la arena;

27.- Y descendió lluvia, y vinieron ríos, y soplaron vientos, e hicieron ímpetu en aquella casa; y cayo, y fue grande su ruina.

28.- Y fue que, como Jesús acabó estas palabras, las gentes se admiraban de su doctrina.

29.- Porque les enseñaba como quien tiene autoridad, y no como los escribas. 

 

 «La vanidad es la gloria de los pobres de espíritu»

Recordando al amigo

Por: Enrique Galván-Duque Tamborrel

Junio / 2009

 

Recién recibí la triste noticia del fallecimiento de un muy estimado amigo, a quien hace muchos años no veía y ni tenía contacto, pero de esas personas que durante varios años --abarcando parte de la niñez, adolescencia, juventud y primera etapa de la adultez--  fuimos amigos casi de –como se dice vulgarmente--  "uña y mugre".

 

Su muerte obviamente me trajo muchos y felices recuerdos.  Cuando, recién casado nos fuimos  --Angélica y yo obviamente--   a vivir a Rio Bravo, Tamps., acostumbrábamos ir a pasar las fiestas decembrinas –Navidad y Año Nuevo--  a la ciudad de México, para pasarlas con ambas familias.  Durante esa corta pero feliz estadía, aprovechábamos para contactar con los amigos más estimados. 

 

En una de esas ocasiones, si la vetusta memoria no me falla fue en diciembre de 1955, me reuní con Rafael –así se llamaba mi recién fallecido amigo--  a comer en un restaurante del centro.  Rafael era muy estudioso de los problemas "sociopoliticones" –en nuestro argot: social-político-económico--, así es que de inmediato, después de los saludos de rigor: ¿cómo has estado? Hace mucho tiempo que no nos vemos, estás igualito, el tiempo no ha pasado por ti (como si uno se lo creyera, aunque hay quienes si se lo creen), etc., etc., me envolvió en una conversación (o mejor dicho monólogo, claro que de él) sobre socio…, bueno…, de eso…

 

Cuando volteé la cara habían pasado cuatro horas, seguramente que él no tenía ninguna prisa y bueno, pues yo tampoco, así es que seguimos platicando, esto es un decir porque el que siguió hablando fue él.  Lo único que hicimos fue movernos del restaurante a uno de esos que llaman Café Boutique (no sé por qué les llaman así), nos sentamos en una mesita arrinconada y pedimos unos capuchinos y unas galletitas (me gustan mucho esas que les llaman "pastitas"), nos sirvieron y a lo que "te truje Chencha", continuamos la agradable conversación, bueno pues… el monólogo de Rafael.

 

Así llegamos a las seis horas –cuatro en el restaurante y dos en el Café Boutique) de cordial conversación –o que caray, monólogo pues--, qué aguante dirán, pero no, de veras que no, porque aprendí mucho de… eso.  Entre tantas (un titipuchal) de cosas que me expuso, me platicó un problemita que me puso a pensar en serio y el cual trataré de exponerlo a continuación

 

Vamos a suponer (me dijo él) que tú (yo) eres Secretario de Industria y Comercio y que los precios se han disparado tanto para arriba que tú, como alto funcionario del Gobierno, te entera del descontento general y tienes que dar una explicación para tranquilizar los ánimos.  Claro que la solución más sencilla sería la de presentar tu renuncia, hacer mutis calladamente y retirarte a llevar una vida tranquila y sin sobresaltos en un país apacible, en donde se conozcan todas las divisas del mundo y no se hagan preguntas indiscretas.  Pero como tú eres hombre de agallas, y además todavía faltan tres años para que termine el sexenio, optas por quedarte y hacer frente al temporal como los meros machos.  Sin embargo, de alguna forma tienes que capotear a la opinión pública para salir del brete.

 

¿Qué harías tú?, me preguntó él, y después de un sorbo al capuchino, me dijo que él había analizado algunas soluciones que, aunque tenían sus inconvenientes, los que me iría indicando, podrían ser las más viables, a saber:

 

A)      Explicar que se trata de una etapa lógica en el proceso de desarrollo, una situación temporal y meramente coyuntural (palabra esta muy socorrida en los medios políticos, y la gente ya está harta de tantas coyunturalidades, tanto que el día menos pensado te reciben con una pedrada que te haga saltar todas las coyunturas).

B)       Asegurar que el gobierno está consiente del problema y profundamente preocupado por el mismo, tanto que ya ha nombrado a varias comisiones, que se coordinarán en su oportunidad para estudiarlo a fondo, (con esto retrasas algunos meses la respuesta. Aunqye en unos meses pueden ocurrir muchas cosas, entre otras, que te renuncien y te den las gracias por tus patrióticos servicios.  Lo cual bien vistas las cosas, sería una solución para ti y para el país.  A pesar de que esto último no es muy seguro, pues ya sabemos lo que son los sucesores)

C)       Declarar que: "El aumento de los precios, siendo lamentable, está ampliamente compensado con el aumento de las percepciones".  Tú, naturalmente, te refieres a las percepciones de los intermediarios, de los padrinos, de ti mismo y de tus colegas; nada más tienes que tener cuidado de que esto no trascienda.

D)      Inaugurar algo, (digamos un mercado sobre una sola rueda, una exposición de artesanía haitiana o de maquinaría europea, una pescadería pintada de anaranjado y con pececillos multicolores, etc.). Y en el discurso de inauguración, soltar una cantinflada como la de decir que "la situación no es solecía, pero tampoco luciférica ni alarmante.  Si algo remontra, puede asegurarse que se trata de un fenómeno circunstancial que obedece primordialmente a pretexciones de conexos fréticos y antirrevolucionarios.  Si la situación fuese alarmante, yo sería el primero en estarlo.  Y ¿acaso estoy alarmado?, ¿Lo está el señor subsecretario de Pesca, Banprese y trinquetes que me acompaña?  Abandonemos pues el alarmismo y desoigamos a los alarmistas.  Son ellos los que se que se auto-alarman y luego siembran la alarma entre otros ya de por sí alarmados".  (No creas que esto es una tomada de pelo.  Declaraciones oficiales como esta, y aún más gordas, se hacen todos los días y son tragados por el manso pueblo y los estoicos contribuyentes).

E)       Adoptar una expresión serena, y con mirada firme y sosegada, como si fueras a decir algo trascendental, algo muy pensado, algo que ha requerido cuantiosos sacrificios, innumerables desayunos de trabajo, fuertes presiones de la CIA y combates contra potencias del primer y segundo mundos; declarar enfáticamente como si fueras otro Fidel Velazquez: "No estamos dispuestos a que continúa el alza de precios.  Puedo asegurar que los precios no subirán ni un milésimo de uno por ciento en los próximos dieciocho meses, ya que nuestra economía  es por demás sólida y cada vez se fortifica más con el ilimitado crédito en el extranjero.  No hay de que preocuparse mientras nos dure el BID, el EXIMBANK y el FOMOIN.  Pero repito, no toleraremos que suban más los precios.  Si alguno de ustedes se entera de que han subido en alguna parte, los insto a que me llamen por teléfono para notificármelo.  ¡Y ay del que los suba!, todo el peso de la ley caerá sobre él".  (Claro que nadie te va a creer, y además la gente no está preocupada por lo que vayan a subir los precios, sino por lo que ya subieron.  Sin embargo el, el público continúa siendo lo suficiente bobalicón y tragacuentos como para impresionarse con discursos de orador de sindicatos o de federación estudiantil).

F)       Echarle la culpa a otro señor secretario.  Esto sería lo más sencillo de todo, nada más que te arriesgas a que ese otro señor secretario, a la primera oportunidad, te eche la culpa de todo, desde el alza de precios de las canicas hasta la última devaluación del cruzeiro brasileño, así como de un brote guerrillero en la Sierra Lapuerta).

G)      Culpar a los críticos e intelectuales, enemigos del sistema.

 

Así las cosas, tú escoge amigo.

 

Realmente no supe que escoger, por lo que, después de meditar un rato, apurando el resto de mi último capuchino, le dije: "mira cuate, a mi no me gusta la cartera de Industria y Comercio, prefiero una de piel de camello".   ¡ABUR!

 


«La vanidad es la gloria de los pobres de espíritu»

¿Por qué en EU el Presidente sí hace cosas y en México no?

Por: Enrique Galván-Duque Tamborrel

Julio / 2009

 

La democracia considera dos premisas. La primera, que las mayorías tienen la razón; y la segunda, que aquellos a quienes se les confiere el poder para gobernar, lo harán en beneficio de la sociedad. Esas dos premisas se han convertido en mitos en nuestra democracia.

Primeramente, porque nuestra democracia tiene problemas de representatividad, ya que los ciudadanos no nos involucramos en la cosa pública. Si a eso le sumamos las campañas de "genios" que pretenden que anular el voto dará una lección a los malos políticos, la cosa empeora.

En el pasado, los votos por Cantinflas, el Pandita o el actor de moda, no hicieron sino beneficiar a partidos con estructura corporativa. No hay razón para pensar que en esta ocasión no los volverá a beneficiar.

Por el lado de los resultados, en nuestra incipiente democracia no necesariamente han sido los que se esperaban o los que se deseaban. Ya sea que se trate de situaciones externas o inesperadas, ineficiencias, o un afán de obstaculizar las cosas, empieza a haber una gran desilusión de nuestra sociedad por la democracia.

Y es que esos mitos en torno a la democracia han generado expectativas que se han convertido en decepción para amplios segmentos de la sociedad.

Quizá uno de los mitos más perniciosos, ha sido la creencia del Presidente omnipotente, ese que puede hacer que desaparezca la crisis por decreto, y que puede (y debe) solucionarle la vida a todos.

México no es el único caso: En Estados Unidos un amplio segmento de la población –para variar y no ser la excepción, los inmigrantes latinos, que ahora suma un importante porcentaje de la población estadounidense--   pensó que con la elección de Barack Obama se solucionaría la crisis económica global, situación que todavía no se ha dado.

Lo que es una realidad, es que el Presidente Obama, al presentar sus propuestas y proyectos, ha tenido un apoyo importante en todos los sectores de Estados Unidos, por lo que aún y cuando sus propuestas pudieran no ser las más convenientes, tienen la ventaja de que contarán con el apoyo necesario para realizarse, cosa que en México no se da, pues al Presidente Calderón se le exige mucho pero se le niega el apoyo necesario, como si solo pudiera decidir o hacer, como antaño –en la época de la Trinca Infernal (PNR-PRM-PRI)--  se hacia.

Otro mito de la democracia en nuestro país, consiste en afirmar que la diversidad de representatividad de grupos políticos enriquece la democracia creando "pesos y contrapesos" que necesariamente generan iniciativas que benefician a un mayor espectro de la sociedad.

Es así que en México, desde el año 2000 --cuando se produjo el cambio anhelado bajo el liderazgo de Vicente Fox--  el poder del titular del Ejecutivo está acotado por el Poder Legislativo. Esa situación, que ha demostrado ser positiva para democracias más desarrolladas, se ha convertido en un lastre para la toma de decisiones relevantes en nuestro país.

Y es que en nuestro ambiente político, el fracaso del contrincante se ve como un activo a las propias aspiraciones, por lo que se crean motivaciones para que, en nombre de la "defensa del pueblo", de la "soberanía", o de la misma democracia, se obstaculice todo aquello que pueda legitimar al contrincante.

Siendo el Presidente la figura más relevante del entorno político, se cuenta con un extraordinario parapeto para achacarle el que las cosas no funcionan.

Finalmente, en nuestro país vivimos un mito de representatividad. En una democracia funcional se entiende que los legisladores deberían de buscar acuerdos que beneficien a sus representados; pero en una democracia partidista como la nuestra, los legisladores, trabajan para su partido político y no para sus representados.

Una vez más, con todos los problemas y vicios que puedan tener, los legisladores de nuestros vecinos del norte no tienen problema en apoyar iniciativas de sus opositores políticos, si con ello pueden mejorar las condiciones de vida de la mayoría de sus representados.

Si tomamos como referencia la manera como el Presidente de Estados Unidos ha tenido el apoyo de la mayoría del Congreso (de su partido y de la oposición), y lo comparamos con la parálisis que tenemos en nuestro país para adoptar las medidas que nos hagan más competitivos, nos podremos dar cuenta que nuestros vecinos tendrán más posibilidades de solucionar la crisis que nosotros, que tenemos grupos políticos que prefieren que el país se colapse a buscar alternativas que pudieran mejorar la situación porque beneficiarían a sus contrincantes.

En el vecino país del norte es muy común ver y oír que los legisladores del Partido Republicano aplauden y apoyan iniciativas de Barack Obama, es por eso que el Presidente los Estados Unidos si hace cosas y el de México está condenado a remar contra la fuerte corriente de los opositores.

Ante esa situación, ¿qué alternativas tenemos? La solución no consiste en no participar, anular el voto, o pensar que las cosas se solucionarán el día de la votación. Así es como el país ha actuado en el pasado, y es esa quizá una de las causas de que no hayamos encontrado mejores soluciones.

El problema político en nuestro país, que nos afecta a todos, se solucionará exigiendo a los políticos resultados y transparencia. Eso no se puede hacer en un solo día.

Requerimos que quienes deban de tomar las decisiones, cuenten con el apoyo necesario para lograr sus proyectos. Cuando el poder está pulverizado, no hay responsables ni soluciones.

La solución empieza el día de la votación, pero ahí no termina. La democracia no es asunto de un día. Creer eso sería darle crédito a los mitos.

Lo muy lamentable que nos sucede a los mexicanos es la falta absoluta de unidad y la carencia de racionalidad, no razonamos, sólo basta ver un debate en la Cámara de Diputados durante cualquier sesión.  Cualquier propuesta de un partido, por buena que esta pueda ser, los otros partidos se le echan encima, pero con el agraviante de que hasta las burlas e insultos de llega.  El radicalismo de las llamadas izquierdas deshace cualquier iniciativa de los que no comulgan con ellos, esto es un hecho.

 

 
«La vanidad es la gloria de los pobres de espíritu»