lunes, 11 de junio de 2012

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lunes, 4 de junio de 2012

Te acepto a ti


Enrique Galván-Duque Tamborrel

¡Cuántas cosas decimos resumidas en una fórmula tan breve: te acepto a ti! Decir te acepto a ti, es decir: te conozco, sé quién eres. Conozco tus cualidades y tus defectos. Sé quién eres. Llevo un tiempo contigo, y después de aquilatar todo en la balanza, he decidido que a pesar de tus posibles defectos, pero siempre más pequeños que tus cualidades, te elijo entre otras posibilidades.

Decir te acepto a ti, es decir, sé quién no eres. Por tanto no tendré pretensiones. No me pasaré la vida con una queja entre los labios por lo que no eres: si tuvieras lo que tiene tu hermano, si fueras como la mayoría de nuestros amigos....

Te acepto a ti, como eres. Estoy enamorado de ti. Sé en que te puedo ayudar a superarte y a mejorar, y sé en qué aspectos será ya muy difícil que cambies porque son hábitos que se han hecho vida, o porque es parte de tu educación o porque así es tu carácter.

Aceptarte a ti es aceptar tu historia personal, es decir: tu pasado, tu presente y tu futuro. Lo que pueda venir. Tantas cosas como en nuestras vidas puedan cambiar.

Cambia la gente y cambian las circunstancias. Hoy eres esta persona. Mañana, tú misma, por los golpes de la vida, puedes ser otra persona. Los golpes van haciendo mella en nosotros, pero cuando nos aceptamos, lo hacemos incluso con esos golpes y heridas de la vida que por otra parte nos deben hacer mejores.

Cambiamos físicamente. Él ya no es el muchacho fuerte y robusto que tú conociste, sino un hombre posiblemente enfermizo. Y ella, que era una mujer guapa, fina, delicada... después de veinte anos de matrimonio, cuatro hijos y algunas enfermedades normales que han ido raspando su belleza inicial, ya no conserva aquellos rasgos, quizá, de los que te enamoraste, pero se ha abierto paso una nueva belleza, más grande, que tú aceptaste desde que te comprometiste.

Así se aceptaron: con pasado, presente y futuro. Cambian tantas cosas y surge una belleza mayor pero que es necesario saber percibir.

Pensemos que cuando compramos una mesa de cristal, la aceptamos así como está, nueva e impecable, pero aceptamos también que pueda rayarse en el futuro. No podríamos comprar nada si estuviéramos buscando un material a prueba de todo, simplemente porque no existe.

Cambiamos no sólo física sino también psicológicamente: cambia nuestro carácter, nuestra manera de reaccionar, nuestra paciencia. Si al pasar de los años hemos ido perdiendo algunas cualidades que antes nos adornaban: simpatía, optimismo, ecuanimidad... no es motivo para terminar un amor. El amor va más a allá.

Cambian nuestros gustos, nuestras aficiones, nuestras ilusiones, nuestras aptitudes. Sería de desear que en toda la vida no experimentáramos cambio alguno en nosotros, pero, esto simplemente no es la realidad.

Te acepto a ti, es hacerme a la mar contigo, en la misma barca. Remar contigo, ser náufrago contigo si fuera el caso, no escapar con un salvavidas, ¡ni menos con el salvavidas! Es compartir ilusiones, proyectos, luchar contra las mismas tempestades y disfrutar juntos el alba y el atardecer, mar adentro.

Te acepto a ti, para hacerte feliz. Te prometo que ése será mi proyecto. Tratemos de reducir el te quiero a su más simple expresión, y nos daremos cuanta de que en el fondo sólo nos queda esto: quiero hacerte feliz. Ahí está el verdadero amor.

Cuántos novios se dicen te quiero, te amo, y se expresan muchas sentimientos más. Y ¿qué significa todo eso? Palabras vacías cuando no buscas el bien y la plena felicidad del otro. ¡Cuántos jóvenes y muchachas se casaron pensando no en pacer feliz a alguien, sino en quién los haría felices! Y por tanto entran al matrimonio con una visión egoísta de la felicidad. La experiencia nos dice que cuando de verdad se busca la felicidad del otro, la consecuencia -no forzosamente inmediata- es la propia felicidad.

Además, la persona amada buscará lo mismo, de tal modo que el amor y la búsqueda de la felicidad del otro serán recíprocos.



Recordando, lo que pudo haber sido y no fue.







martes, 1 de mayo de 2012

Las calles de Tenochtitlán...

Por: José Enrique Galván-Duque y Tamborrel

Los primeros nombres de las calles de Tenochtitlán

INDISCUTIBLEMENTE RESULTA MUY INTERESANTE, EL CONOCER TODOS ESTOS NOMBRES Y SUS SIGNIFICADOS

París es considerada como una de las primeras ciudades cuyas calles tuvieron nombre. Sin embargo, las calles de Tenochtitlán tuvieron nombre desde mucho tiempo antes. Mientras París tenía una población aproximada de 200 mil habitantes en el siglo XVII, para el año 1519 Tenochtitlán era una metrópoli con una población aproximada de 300 mil habitantes, lo que la hacía, probablemente, la ciudad más grande del mundo.

Cuando Hernán Cortés llegó a Tenochtitlán en el año 1519, encontró una ciudad perfectamente estructurada. Se trataba de un emplazamiento cuyo trazo estaba diseñado para que se pudiera llegar a cualquier punto por vía fluvial, a través de canales de diferentes dimensiones que se conectaban entre sí y, sobre los más anchos e importantes, cruzaban calzadas.

La ciudad tenía tres tipos de calles: unas de tierra firme, otras que eran los canales por donde circulaban canoas y las terceras, que tenían forma mixta: una parte la constituían camellones sólidos adosados a los edificios, por los que caminaban las personas, mientras la otra mitad se destinaba a la circulación de embarcaciones, que se llamaban bordos. Pero lo más interesante de esta estructura, es que las calles tenían nombre. León Portilla señala que las calles de la ciudad prehispánica habían ido recibiendo sus nombres casi siempre en función de sus más obvias características. Ejemplo de ellos son los nombres de:

 Cihuateocaltitlán, “Al lado del templo de las diosas”

 Tocititlán, “Al lado de la diosa Toci”

 Tecpancaltitlán, “Al lado del palacio”

 Temazcaltitlán, “Al lado de los baños de vapor”

 Tomatlán, “Donde hay tomates” ojo esos felices tomates coloradotes tienen su origen en Tomatlán y no Italia.

 Zapotlán, “Donde hay zapotes”

 Atenantitech, “Junto al bordo de agua”

 Acalotitla, “Al lado de las barcas”

 Acolco, “Donde se tuerce el agua o la acequia”.



Todos estos nombres desaparecieron con la colonización española porque hacían referencia a los templos que fueron derribados, pero muchos otros nombres de origen prehispánico aún se conservan, tanto en calles como en estaciones del metro y otros lugares de la ciudad y nos permiten imaginarnos el paisaje que existía y que originó su nombre.



Al sur de la Ciudad encontramos la colonia Copilco que significa “en el cucurucho” lo que posiblemente aludía a la forma de algún cerro de la zona; y Coyoacán, que proviene de Coyohuaca y que significa “Lugar del Coyote Flaco”. y no de solo una pierna.

Los cerros eran frecuentemente utilizados para distinguir un lugar, ejemplo de ello son los siguientes nombres: Chapultepec “en el cerro del chapulín”; y Ecatepec “en el cerro del aire”. Por Ejecatl (dios del viento)

Tlalpan fue la primera población sobre tierra firme del lado sur del valle, a la que llamaron de este modo porque proviene de tlalli, tierra y de pan, sobre, por lo que significa “sobre la tierra”. La segunda población encontrada al sur, fue Tepepan, que proviene de tepetl, cerro, y de pan, sobre, lo que significa “sobre el cerro”.

Huipulco era un lugar poco poblado porque era un territorio donde abundaban las espinas, su significado es precisamente “en donde hay espinas grandes o gordas”.

De acuerdo con otros historiadores y cronistas, coinciden que Tláhuac es aféresis de Cuitláhuac, que se compone de cuitlatl, suciedad, caca, y de huacqui, seco, por lo que la interpretación significa “en la caca seca”. no le pongan así a sus hijos

La colonia Anáhuac conserva el nombre que en un momento dieron los aztecas a toda la extensión de territorio comprendido en los lagos que ocupaban el Valle de México, era el nombre de una región, que significa “junto al agua”, en tanto que Tacubaya significa “lugar donde tuerce un arroyo”

Cuajimalpa refería a un pueblo en el camino a Toluca donde desde tiempo de los Aztecas se cortaba y labraba madera, y significa “en el astillero”.

Xoco, que da el nombre por el cual se conoce al Hospital de Traumatología de Coyoacán, es la abreviación de Xocotitlán, que significa “entre los árboles frutales”; y la estación de ferrocarril mejor conocida como Pantaco, toma su nombre de Pantecatl, deidad del vino entre los mexicanos, por lo que su significado es “lugar de Pantecatl”

Popotla proviene de Popotl, que expresa abundancia. Dado que el popote es el tallo de una planta de la familia de las gramíneas que se utilizaba para hacer escobas.

Tlanepantla se compone de tlalli, tierra, y de Nepantla, en medio, por lo que su significado es “en medio de la tierra”. Topilejo diminutivo castellano de topil, “el que tiene la vara de justicia, alguacil” y el significado de Azcapotzalco es “en la tierra de las hormigas”.

Tulyehualco proviene de la palabra Tulyahualco o Tuyahualco, que significa “en los muros o cercos de tule”.

Xochimilco se compone de xochitl, flor y milli, sementera, “en las sementeras de flores”, los xochimilcas fueron los primeros que llegaron al valle y que se dedicaron al cultivo de flores.

Zacatenco, proviene de zacatl, zacate, yerba de forraje, por lo que su significado es “en la orilla del zacate” por eso en otros lares de habla hispana cuando les decimos que hay que cortar el Zacate, no nos entienden



Deseos utópicos para México


Por_ Antero Duks

El Presidente de la República que México necesita irremisiblemente resulta en realidad una verdadera utopía. Debe decirse de él que nunca se enferma, no se marea, no conoce el cansancio. Tiene un sentido del humor tan fino que cuando bromea a todos causa gracia. Siempre es políticamente correcto y sus palabras jamás son malinterpretadas. Habla un inglés perfecto y una gran variedad de lenguas indígenas. Luce pulcro, proyecta una imagen ganadora, jovial y experimentada. Es carismático, empático, con una gran cultura y conocimiento en múltiples rubros. Su pareja no causa quejas ni de propios ni extraños, al igual que su familia e hijos. Todo en su conjunto, es un ejemplo a seguir.

Esa persona, que bajo el imaginario nacional sería el presidente perfecto, no existe, no existió, ni existirá, al menos hasta que la revolución genética nos lleve a crear a candidato perfecto que cumpla con cada una de nuestras expectativas. Pero mientras la selección se dé con gente cuyo origen sea netamente natural, será mejor que ni lo esperemos.

La adoración a la personalidad con la que se rige cada elección, con mayor intensidad si se trata de una presidencial, nos ha llevado ya no digamos a anhelar, sino a exigir que un candidato sea de un comportamiento imposible para un ser humano. El rigor con el que se son auscultados estos personajes va más allá de los límites de la objetividad, algo que ellos mismos han propiciado y fomentado.

Una persona con una agenda de viajes intensa, presión de medios y contrincantes, presentaciones, sesiones fotográficas y mítines en donde siempre tiene que lucir una sonrisa y una cara de frescura digna de anuncio vitamínico, tiene que cansarse de manera obvia. En algún momento tiene que mostrar un signo del estrés materializado en perdida del equilibrio, irregularidades en el funcionamiento del sistema digestivo, tics nerviosos o lesiones cutáneas. Si usted es veinteañero ya lo empieza a sentir. Si supera los 30 ya sabe de lo que hablo.

Pero para los candidatos eso es imposible de aceptar y se empeñan en ocultar cualquier síntoma. No se vaya a tomar como un símbolo de debilidad. Todos los sabemos, pero nadie quiere pensar en eso. Son nuestros superhombres y supermujeres que jamás pisan siquiera en un sanitario.

Lo mismo sucede con su pasado. Todos tenemos y tendremos algo de qué arrepentirnos. No ejercemos nuestra vida diaria pensando en que podemos ser un presidente. Lo que hoy opinamos, decimos, escribimos y hacemos podría ser un arma utilizada en el futuro para hacernos quedar como incongruentes, tercos, obsesivos, infieles o violentos. Aunque después ya no lo sea. Ubique a cada presidenciable dentro de la categoría que corresponda. Lo mismo puede hacer usted de manera autocrítica y posiblemente encajará en alguna etapa de su existencia.

Sólo en las monarquías, a los príncipes y princesas se les entrena y cuida con ahínco, con la certeza de que algún día llegarán a gobernar un reino. Desde que se han gestado, se sabe cuál será su futuro, qué deben saber y qué no hacer. Pero en una democracia, pedir una inmaculada personalidad en un gobernante es casi como pensar que se cuenta desde cuna con la rectitud y el comportamiento ciudadano ideales para juzgar de forma inquisitoria. Y eso también es ficción científica.

sábado, 14 de enero de 2012

AMOR, DIVINO TESORO

Por: C'est Lamour

 

La vida sin amor no vale nada;
la justicia sin amor te hace duro,
la inteligencia sin amor te hace cruel,
la amabilidad sin amor te hace hipócrita,
la fe sin amor te hace fanático.

viernes, 30 de diciembre de 2011

Réquiem por mi patria

 

Por  Enrique Galván-Duque Tamborrel

Septiembre / 2011

 

Tengo 81 años de edad, así es que crecí a la par que se entronizaba la Trinca Infernal (PNR-PRM-PRI), además crecí en el seno de una familia de espíritu socialdemócrata.  Esta circunstancia me coloca en posición de no tragarme los embustes de su propaganda.  La actitud de sus legisladores no es nada nuevo, finalmente es confirmar una vez más su forma de proceder.

 

Abandonar el recinto para no debatir la iniciativa presentada por el Presidente de la República es una actitud por demás sobada por el PRI, partido que de siempre estuvo imponiendo su criterio a raja tabla, al más rancio estilo de "aquí sólo mis chicharrones truenen".   Bien dijo el que dijo que solamente cuando desaparezca el PRI, México resurgirá.

 

Crecí viendo por doquier la corrupción creada y fomentada por los gobiernícolas (como les llamábamos los estudiantes de esa época).  Para controlar a las masas de trabajadores y campesinos, crearon las nefastas CNC y CTM, con su pléyade de líderes corruptos y casiquiles, a quienes distribuyeron en los diferentes sindicatos, principalmente los llamados fuertes,  que se encargaron de  convertir a esas "masas" en borregos.  Y para que le sigo, me da asco recordar y evaluar todo el daño que le causaron a mi Patria.  Todos los males que padecemos hoy en día son de hecho producto de esas siete largas décadas en que sometieron al país a un sistema dictatorial, hegemónico, y por demás corrupto.

 

Las grandes fortunas entre los gobiernícolas brillaban por doquier: mansiones, autos lujosos, dispendios, etc….  Esa fue la firma de la Trinca Infernal, como le llamamos a la trilogía del Partido Nacional Revolucionario (PNR), el Partido de la Revolución Mexicana (PRM) y finalmente el Partido Revolucionario Institucional (PRI), amos señores de mi México querido.

 

Ahora los miembros del PRI se sienten ofendidos cuando el Presidente de la República dice que no deben de regresar al poder porque son un peligro latente que trucaría el camino a la real democracia.  Primero que nada reclamaron que el Presidente no debería hacer ese tipo de declaraciones, pero para reclamar eso se olvidaron que el señor tiene todo el derecho de expresar sus ideas en un acto partidista, como fue en efecto.  Es claro que inmediatamente se dieron cuenta de su metida de pata y recularon, pero desde luego muy ardidos.  Los señores de aguantan las verdades, comprobando una vez más que "La verdad no peca pro incomoda".

 

Toda esa corrupción creada, fomentada y protegida durante la era "trinquetera", obviamente bajo la égida de la Trinca Infernal.  Esa era duró 70 años (1930 a 2000), que marca la etapa de la decadencia mexicana.   Los priístas se dan baños de pureza, basta leer los discursos de Beatriz Paredes Rangel, después los de Heriberto Moreira Valdés y ahora los de Pedro Joaquín Coldwell.

 

Pero la situación más triste para mi patria se presentará, quizás, para las elecciones del 2012.  Y será eso, si el PRI, como pretende, regresara al poder, tendríamos un muy lamentable retroceso.

 

 

domingo, 25 de diciembre de 2011

MENSAJE DE NAVIDAD

 
Santa Navidad y Fructífero Año Nuevo
ZENIT felicita a sus lectores, benefactores y donantes
 

Era el hijo de Dios y tenía el universo como hogar, pero decidió nacer en un pesebre.

 

Ser supremo y perfectísimo, decidió nacer pequeño y limitado en el vientre de María.

 

Los hombres se dirigían e invocaban a los dioses paganos, por eso cuando él reveló quién era y porqué fue enviado entre la gente, no le creyeron. No se había oído nunca de un Dios que fuese a buscar a los hombres, para recordarles que habían sido hechos por amor y para amar.

 

Podía acabar con sus enemigos, en cambio enseñaba a perdonar incluso a quienes querían matarle.

 

Era un Dios tan bueno, que no había afligido, pobre o enfermo al cual no se acercara. Para todos tenía palabras de amor y consuelo. Estaba tan enamorado de la humanidad que sufrió todos los dolores de la Pasión para lavar nuestros pecados.

 

De este modo, salvó incluso a aquellos que quisieron crucificarlo. Su Nacimiento y su Resurrección han revolucionado la historia y son la razón de nuestra infinita esperanza.

 

Y es este sentimiento de gratitud y de amor el que queremos difundir por el mundo.

 

Deseamos a ustedes y a sus familias, una Santa Navidad y un Año Nuevo colmado de gracias.

 

Cuenten por encima de todo, con nuestras oraciones.

 

El equipo y la redacción de ZENIT