viernes, 28 de diciembre de 2007

De cualquier cosa

Por: Querien Vangal


Si bien se entiende que esta respuesta refleja una gran necesidad más que un deseo, hay que tener en cuenta los efectos negativos que puede acarrear. El trabajo de “cualquier cosa” no existe. Más aún, ante la escasa oferta laboral existente –aunque parezca contradictorio– hay que ser muy selectivo para tener mayores posibilidades.

Cuando la búsqueda laboral se extiende mucho más de lo que habíamos imaginado, la necesidad de dinero se hace sentir y la incertidumbre se va transformando en desesperación. En esa circunstancia, hace falta –más que nunca– tomarnos el tiempo que sea necesario para reubicarnos y pautar estratégicamente los pasos a seguir. Lo ideal sería organizarnos de modo tal que la desesperación no llegue, pero si no ha sido así, no es tarde. Nunca lo es.

La búsqueda laboral siempre requiere algún método, el trazado minucioso de algún plan. Mucho más cuando las ofertas laborales son escasas y la situación del mercado es inestable y confusa. Debemos estar muy atentos a lo que yo llamo “los dos frentes”. El externo, que es el mercado y el interno, que es uno mismo.

En cuanto al primero, será importante tener la mayor información posible sobre la oferta laboral (visible e invisible) y reforzar la red de contactos. Pero esto depende –muchas veces– de las condiciones en que se encuentra el “frente interno”. Es obvio que debemos estar bien (o lo mejor posible) para encarar las circunstancias adversas en el “frente externo”. Esto algunas veces se logra casi espontáneamente porque nuestra personalidad nos lo permite o las circunstancias no son tan adversas. Pero otras veces requiere de cierta preparación. En primer término, es necesario un análisis pormenorizado de nuestras habilidades y áreas de experiencia. Esto nos indicará hacia dónde es conveniente orientar nuestro esfuerzo. Es muy importante pensar con detenimiento cuáles son nuestras principales habilidades (en sentido amplio).

No confundamos habilidades con ocupaciones. Esto es clave. Por ejemplo, cuando coordino talleres de orientación laboral, y pregunto sobre habilidades, suelen responderme: “Sé vender”; “Tengo experiencia como asistente”; o “Puedo hacer tareas administrativas”. Quienes me responde así, están señalando actividades posibles, pero no habilidades. Al confundir estos dos conceptos, cierran posibilidades en vez de abrirlas. La cuestión es concentrarnos en habilidades y entonces poder decir cosas como: “Sé tratar al público”; “Tengo facilidad para los cálculos”; “Puedo prever situaciones futuras”; “Soy buena coordinando diferentes tareas”.

Si pensamos en términos de ocupaciones nos estamos limitando, mientras que pensar nuestras habilidades nos permitirá, en un segundo paso, pensar qué tipo de actividades requieren esas habilidades que tenemos (las hayamos realizado alguna vez o no). Dicho de otro modo: si María se focaliza únicamente en que ella es una buena asistente bilingüe, buscará trabajo como tal; pero puede suceder que en ese momento el mercado no esté solicitando asistentes bilingües y la búsqueda se postergue más de lo conveniente.

Pero en cambio, si María piensa que es buena coordinando diferentes actividades, trabajando bajo presión, manejando temas confidenciales, comunicándose en más de un idioma y organizando tareas de otros, es probable que su universo de búsqueda se amplíe porque ya no sólo buscará como asistente sino que podrá emplear todo ese repertorio de habilidades para llevar a cabo otras actividades.

En circunstancias en las cuales la oferta laboral es por demás escasa, ampliar el horizonte de búsqueda de este modo es fundamental. A partir de este análisis de nuestras habilidades es preciso encarar una búsqueda estratégica de oportunidades laborales. Esta búsqueda será amplia, por lo cual estaremos abiertos a diferentes posibilidades, pero tendremos en cuenta que al momento de hablar con otros debemos lograr que quede claro hacia dónde orientamos la búsqueda.

Por eso la expresión “de cualquier cosa” queda descartada. Nadie tiene habilidades para todas las tareas, y en un contexto altamente competitivo, debemos asegurarnos de estar enfocados hacia aquellas áreas en las cuales tenemos chances de competir con éxito.

Es sorprendente cómo el ejercicio de pensar las propias habilidades suele revelar, a quien lo realiza, situaciones hasta ese momento ignoradas. Muchas personas no tienen una adecuada “fotografía de sí mismas” y se presentan ante potenciales empleadores sin poder dar cuenta de su enorme potencial.

En un mundo que cambia velozmente es importante lo que cada persona sabe hacer, pero mucho más importante es lo que todavía pueden aprender, lo que todavía pueden desplegar. Para eso es primordial bucear dentro de uno y vislumbrar aquello que podrá desarrollarse todavía: nuestro potencial.

Aun cuando se pueda apelar a la solidaridad de los demás, debemos pensar que cada uno tiene suficientes problemas y cosas de qué ocuparse. Por lo cual, mientras más claro sea el mensaje que transmitimos, mayor posibilidad de ser recordado tendrá.

Por eso insisto en la necesidad de pensar nuestras habilidades, buscar estratégicamente y propiciar situaciones donde nuestro potencial pueda ser desplegado originando nuevas oportunidades laborales.

La búsqueda laboral estratégicamente encarada no es por sí misma garantía de éxito. Son muchos los factores que intervienen en la obtención de un empleo o en la viabilidad de una actividad laboral. Sin embargo, trabajar sobre el “frente interno” es una buena forma de orientarnos en la mejor dirección posible y estar fuertes para enfrentar las adversidades de la época que nos ha tocado vivir.


Q.V.Nov./2003

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