viernes, 28 de diciembre de 2007

El ingenioso mexicano: "DON ABEL QUEZADA"

Por: Enrique Galván-Duque Tamborrel

“Yo tengo muy reducida esa parte de la cabeza
destinada a recibir las cosas que no están claras”
J. Joubert

Indiscutiblemente que Abel Quezada era un “fuera de serie”, como actualmente se acostumbra calificar y clasificar a las personas destacadas en cualquier actividad. Plasmaba, con extrema facilidad e ingenio, en su mundialmente conocidos CARTONES los hechos mas relevantes, discutidos y controvertidos del momento.

En la década de los cincuentas, Europa resurgía de la destrucción que sufrió durante la cruenta guerra mundial (1939-1945), con el apoyo económico de los Estados Unidos, amparado este bajo el marco del Plan Marshall --- Plan norteamericano de ayuda económica a Europa, llamado así por su gestor principal el General George Catlett Marshall (1880-1959), jefe del estado mayor del ejército (1939-1945) y secretario de estado del presidente Truman (1947-1949), este plan recibió el Premio Nóbel de la Paz en 1953 ---, incluidos los países de El Eje --- alianza formada en 1936 por Alemania e Italia (Eje Roma-Berlín). Se dio la denominación de Potencias del Eje a la agrupación constituida por Alemania, Italia y sus aliados durante la segunda guerra mundial --- que fueron los países derrotados.

En el año de 1954, siendo presidente de la república Don Adolfo Ruiz Cortinez, México, para variar, pasaba --- nunca hemos dejado de padecer --- por una muy difícil (que raro) situación económica. Don Abel, en uno de sus Cartones reseñó una de las reuniones del gabinete presidencial en pleno, reunión que específicamente se llevó a cabo para tratar el problema económico. Plasmó a Don Adolfo sentado en la cabecera de la gran mesa de juntas, obviamente presidiendo la reunión, escuchando muy pensativo los argumentos y propuestas de todos y cada uno de los secretarios de estado presentes. De repente pide la palabra el Secretario de la Defensa, apoyado por el de Hacienda, y le dice a Don Adolfo: --“Señor Presidente ¿Por qué no le declaramos la guerra a los Estados Unidos?; así, cuando nos derroten, después no avientan un chorro de millones de dólares para ayudarnos a resolver nuestro problema económico. Hubo un murmullo generalizado de admiración y apoyo a la sorpresiva propuesta, ¡claro que principalmente del Secretario de Hacienda!. Don Adolfo, como era su estilo y físico, como momia permaneció impávido; así todos permanecieron a la expectativa, hasta que finalmente, con voz cavernosa y pausada, dijo: --“La idea no me parece mala, es más, se me antoja excelente, pero me queda una gran duda, ¿qué pasaría si nosotros ganáramos? Obviamente que, ante esa gran incógnita, todos se quedaron pasmados y... se cayeron de la silla.

El problema del régimen de Adolfo Ruiz Cortinez fue que su antecesor: Miguel Alemán Valdez le dejó las arcas exhaustas, ya que a pesar de que en el periodo de éste México fue beneficiado con la boyantía económica de la llamada Segunda Guerra Mundial, dicho régimen ha sido considerado, con méritos de sobra, como el más corrupto de la historia de nuestro país. También Abel Quezada plasmó en un cartón la desgracia de Don Adolfo, pues hacía referencia que las siglas de su nombre: A.R.C. significaban: “A Robar Cortinez”; y luego al revez: C.R.A.: “Como Robó Alemán”. Pero Don Adolfo, muy compungido, ante una caja fuerte totalmente vacía, preguntaba: --“¿Pero, de dónde, si ya no hay”. Finalmente, creo que Don Adolfo disfrutó más de la vida cuando, en sus últimos años, se sentaba placidamente en los portales del Puerto de Veracruz, su tierra, a jugar dominó, que si dominaba, y mucho.


Marzo de 2003






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