jueves, 27 de diciembre de 2007

Odisea jurídica

Por: Enrique Galván-Duque Tamborrel.


“Seamos esclavos de la ley para poder ser libres”
Cicerón.

Ley, ¿qué es ley?. El diccionario Larousse dice: “Regla obligatoria y necesaria”. Explicado en lenguaje común, ley es el conjunto de normas establecidas por la sociedad para regir sus actividades interrelacionadas. Un individuo solo establece su ley para autodisciplinarse, pero cuando trasciende y se relaciona con otro individuo, ambos tienen que modificar su ley para establecer otra que norme su relación. Así será sucesivamente, conforme aumenten los individuos que finalmente conforman las sociedades – familias, tribus, comunidades, pueblos, ciudades y naciones.

Los encargados de elaborar las leyes son los legisladores – senadores y diputados --, quienes son representantes de la sociedad – pueblo --, con fundamento en iniciativas formuladas por el presidente de la república – persona elegida por el pueblo para que dirija la administración de los bienes de la nación --, los mismos legisladores y las legislaturas de los estados – diputados locales.

Debemos comprender y aceptar que no hay ley que, por muy buena que se le considere, satisfaga a todos; pero también debemos entender y aceptar que toda ley es perfectible. En el mundo entero las sociedades, en todos sus niveles, han evolucionado vertiginosamente a partir de la segunda mitad del siglo XX, y por eso las leyes han tenido que irse adecuando a ese ritmo, aunque, lamentablemente, en nuestro país no ha sido así. Evidentemente no es igual legislar para 15 millones de habitantes que para 100; aquellos eran los habitantes de nuestro país en 1917 – cuando se elaboró la constitución vigente – y estos los actuales. Además, el progreso tecnológico ha modificado substancial y radicalmente las costumbres de las sociedades, y. las costumbres hacen leyes.

En México pareciera que es costumbre que las leyes no se cumplan y/o se violen fácil y cotidianamente. Se consigna “pareciera”, porque como las costumbres se hacen leyes, resultaría aberrante e inadmisible que existiera una ley que legitimizara la inobservancia y/o violación de las leyes, así es que mejor califiquémoslo como “vicio”. Así pues, este vicio es un mal endémico en nuestra patria; a diestra y siniestra, adelante y atrás, las leyes se violan o no se cumplen, que para el caso es lo mismo. Todos le rascamos y le buscamos para encontrar un pretexto que nos justifique violar o incumplir – ya apuntamos que para el caso es lo mismo --la ley, cualquiera que esta sea, y, además, mucha veces hasta nos regodeamos de ello como si fuera un mérito. ¿Por qué somos así?, ¿Atavismo de raza?, ¿Malformación causada por un largo periodo de un sistema de gobierno podrido? ; según los estudiosos en la material, la mayoría se inclina por el último argumento. Lo más lamentable de ese triste y oscuro pasaje de nuestra historia es que hayamos tenido tan bajo – mejor dicho: no tuvimos – espíritu para haber soportado tanta ignominia que nos llevó a niveles tan bajos. Pero ¿ahora qué hacer?, Como dice el dicho “ya ni llorar es bueno” y no nos vamos a sentar en la banqueta a hacerlo, por lo que no nos queda más remedio que sacar la casta, que esta si la tenemos y mucha, y ponernos a trabajar para reeducarnos cívicamente, pero primero hay que reconstruir el sistema educativo que anda por el callejón de la amargura.

El problema de marras, además de inconmensurable, es en lo general y en lo particular. Es inconmensurable porque es tan variablemente desbordante y sui generis que es imposible medirlo, y su fuerza destructiva tiene un alcance sin limites; mina, corroe, quiebra y acaba; ¡OH Dios!, Haznos despertar a la realidad y ayúdanos a combatir este monstruoso mal. Es en lo general, porque no hay ley, reglamento o disposición, de índole pública o privada, que no sea inobservada y/o violada por grandes y chicos sin distinción alguna. Es en lo particular, porque hay algunas leyes que son particularmente de especial importancia, y que su cumplimiento y/o violación acarrea muchos otros grandes males que proliferan como ramificación de árbol.

Las leyes electorales son particularmente favorecidas por incumplimientos y/o violaciones, empezando por el mentado lema dizque revolucionario “SUFRAGIO EFECTIVO Y NO-REELECCIÓN”, sobre el que hace tiempo un joven le preguntó a su papá qué significado tenía eso si nunca se cumplía, a lo que el padre lo único que acertó a contestar fue una sonora carcajada.

En síntesis, así se estilan las cosas jurídicas en nuestra amada patria, lo que desde luego no debe enorgullecernos sino al contrario y, si queremos cambiar, lo primero que tenemos que hacer es auto convencernos que del cielo no nos va a caer nada, somos todos los que tenemos que corregirnos, empezando por nuestras propias vidas y........ por los maestros.

Para finalizar, surge como arrebatadora verdad lo que dijo un gallego, cuando España era flagelada por el anarquismo: “¡Rediez coño!, Por la madre que nos parió, tenemos que disciplinarnos porque si no nos lleva el carajo ¡me cago en la sopa!”.


Junio de 2001

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