sábado, 23 de agosto de 2008

Enésimo llamado del Presidente de la República

Por: Enrique Galván-Duque Tamborrel


No hay más sordo que el que no quiere oír


El presidente Felipe Calderón reiteró que la clave para ganar la guerra al crimen organizado es la participación de la sociedad civil, particularmente en aquellos lugares donde la delincuencia tiene el soporte de algún sector.

Llamó a sumar voluntades en torno a la denuncia, a la información proporcionada a las autoridades, a la reflexión sobre el peligro que significan las drogas, a la apropiación, utilización y cuidado de los espacios públicos, y sobre todo al respeto a la ley y al rechazo a la corrupción.

Durante la toma de protesta a la Mesa Directiva 2008-2009 del Consejo de Participación Ciudadana de la Procuraduría General de la República (PGR), el mandatario expuso que en la medida en que sea más "vigorosa" la participación de la ciudadanía el éxito en la lucha por un México libre de violencia será más rápido y contundente.

Explicó que uno de los elementos claves en la lucha será el relanzamiento de números telefónicos, como el 066 y 089, donde los ciudadanos podrán dar información, incluso de manera anónima, sobre la actividad de los delincuentes, además de que la gente podrá enviar imágenes.

En el Salón "Adolfo López Mateos" de la Residencia Oficial de Los Pinos, reconoció que en la actualidad el mayor de los retos que los mexicanos enfrentan es ganar la batalla a la delincuencia organizada que amenaza a la integridad, la libertad y la seguridad de las familias.

Este mensaje que cotidianamente, aprovechando todo acto público, lanza al aire el Presidente de la República, inmediatamente es objeto de críticas burlonas por parte de los “analistas” y comentaristas de la televisión. Nadie, medianamente sensato entiende esta postura de los “brillantes” dueños de la comunicación electrónica. Los hay de todos colores, desde los más agresivos –los clásicos perdonavidas— como Joaquín López Dóriga –a quien definitivamente ya lo invadió el Síndrome Peje, por lo que ya hay quien propone que mejor se llame Síndrome López-- y José Antonio Crespo; hasta los blandos –que ya no saben ni a que le tiran, pero se van con la cargada.

¿Qué responsabilidad se le puede pedir a la sociedad, si los que deberían secundar el llamado cotidiano del Presidente como son los que conforman el Primer Poder de la Nación: la TELEVISIÓN --así con mayúsculas- hacen chunga constante de los ya angustiosos llamados del primer mandatario?

Sabemos que la corrupción es el flagelo nacional, que esta ha invadido todas las esferas, oficiales y no oficiales, y que no se puede combatir con efectividad con esa actitud asumida por el “Primer Poder”, desde el cual se gesta el flagelo. Y lo triste es que todos los políticos, honestos y deshonestos, lo saben pero lo callan, los primeros por miedo, sin reparar que con esto deja mucho que desear su honestidad, y los segundos porque de eso piden su limosna.

En esta situación ¿qué se puede hacer?, solamente, como decía mi compadre Atanasio: “Los que no tenemos recursos para poder combatir la corrupción, no nos queda nada más que sentarnos a llorar de impotencia y tratar de defender los valores morales de nuestra familia, pero nunca dejarse arrastrar por la corriente”. Pero lamentablemente a cuantos hay que ya ni esos valores morales les importan.

Recuerdo que mi padre me decía --cuando transitaba yo el periodo de formación y vivía el proceso de conformar mi propio criterio-- que me preparara para entrar al pantano podrido de la vida; que eludiera con valor las múltiples tentaciones; que evaluara al máximo que sólo el trabajo honrado y responsable enaltece al ser humano; que más vale ser pobre pero honrado, respetuoso de la ley y de nuestros semejantes, que tener fortunas mal habidas. Ahora, han pasado los años, llegué a la vejez y recuerdo el gran valor de esas palabras de mi padre.

Ese pantano podrido, a que mi padre hacía referencia, a todos salpica y no se diga en nuestro país. Todos, sin excepción, estamos salpicados en mayor o menor grado, claro que los hay que están empapados hasta las manitas y otros que ya se han ahogado. En esto resultan ad hoc las palabras bíblicas: “Que lance la primera piedra quien esté libre de pecado”. Seguro es que no hay quien la lance.

La corrupción pudre todo, pudre la educación, la moral, las voluntades, la cultura, el trabajo, la economía, en fin, pudre la vida toda; de ahí el incremento extremadamente angustioso de la delincuencia en todos sus especialidades. Para amortiguarla --que no acabarla pues esto es humanamente imposible-- se necesitaría un esfuerzo sostenido toda la sociedad por muchos, pero muchos años. Pero ¿cómo se puede lograr si los que más deberían apoyar cualquier esfuerzo de este tipo, se dedican a escamotear todo lo que a ese respecto se intente?

El cotidiano llamado del Presidente Calderón a todos los mexicanos con desesperante insistencia, es así porque, además de que es su responsabilidad encabezar esta lucha, no le queda de otra. Los alarmantes índices de la delincuencia ya rebasaron el límite tolerable, la situación está en un tris de convertirse en caótica, como diablos no va a estar preocupado y su deber es estar machacando a la sociedad de la necesidad de que todos participen.

La delincuencia, en todos sus niveles y formas, esta prohijada por la lacerante corrupción que padecemos, pero esto no es de ahorita, ¡no, qué va! Esta corrupción nació, se conformó y creció bajo las largas décadas de la hegemonía de la “Trinca Infernal” (PNR-PRM-PRI). Como no se le combatía, se cobijó en los regímenes “robolucionarios” y bajo su amparo creció, adquirió mayoría de edad; pero a partir del año 2000, que se le empezó a combatir, al verse acorralada, como es natural –a toda acción corresponde una reacción-- reaccionó, pero ahora es el momento crucial para que la sociedad entera reaccione a esa reacción y, encabezada por quien tiene ese deber que es el Presidente de la República, a nivel nacional, y los Gobernadores, en el ámbito local, la combata de frente.

En esta lucha, que debe ser, como antes apunté, frontal, estamos defendiendo a nuestra patria, a la sociedad misma y a nuestras familias. Dentro de ello, y en forma por demás importantísima, a nuestros hijos que lo que menos esperan de sus padres es eso: que los protejan y defiendan.

Por razones obvias, en esta lucha debe hacerse a un lado las pasiones partidistas, de religión, de gustos y, en fin, de todo. El daño que nos está causando la corrupción-delincuencia es parejo, no distingue ideologías y/o creencias religiosas. Todos vamos en el mismo barco y si no lo salvamos se hundirá y nos ahogaremos todos. Es por esto que marco con insistencia la posición totalmente negativa del “Primer Poder” televisivo, porque tal parece que navegan en otro barco, lo que pudiera ser si son parte de la mafia corrupta. Ahora parece que por sistema hacen chunga de lo que dice y hace el Presidente Calderón; en vez de que, aprovechando la tremenda penetración e influencia que tienen, apoyen esa lucha frontal. Desde luego que apoyo no quiere decir consentimiento, cuando se detecte alguna falla debe denunciarse, pero siempre con el afán de componer y no de destruir, que es lo que hace la burla.

A los medios de información (escrita y electrónica) ya se les olvidó, mañosamente, pues no creo que tengan tan mala memoria, aquel tiempo, no muy lejano, en el que de cajón tenían que alabar al régimen en turno so pena de castigo, ahora gracias al cambio encabezado por el Presidente Fox pueden decir lo que se les antoje sin ningún temor.