lunes, 9 de agosto de 2010

Crece agujero de la Capa de Ozono sobre la Antártida

 

Por: Enrique Galván-Duque Tamborrel

Octubre / 2008

 

 

El verdadero amor por la tierra se demuestra cuidándola.

 

La Organización Mundial de Meteorología advirtió que el agujero de la capa de ozono sobre la Antártida es más grande que en el 2007.

El 13 de septiembre de 2008, el agujero de la Capa de Ozono tenía 27 millones de kilómetros cuadrados, mientras que en la misma fecha del año pasado estaba por debajo de los 25 millones de kilómetros cuadrados.

Esta información, publicitada continuamente por todos los medios de información del mundo, a pesar de su importancia que tiene para el futuro del mundo, lamentablemente es soslayada por la humanidad. 

Desde hace varias décadas se ha insistido que la humanidad está depredando al mundo, y sin embargo nadie hace el menor caso a esos llamados. Pero que tal, cuando para donde volteemos veamos un páramo infértil e improductivo, un mundo contaminado, y los continentes hayan desaparecido bajo el agua todas las tierras bajas.

En el caso de México la situación llega –para variar--  al extremo.  Recuerdo que, siendo aún niño, allá por los cuarenta del siglo pasado, ya se leía en los periódicos, con mucha insistencia, que la gente depredaba los bosques, talándolos inmoderadamente.  Si bien es cierto de que la madera es un bien que la naturaleza nos brinda para muchas aplicaciones en beneficio de la humanidad, no es menos cierto que si no se explota en forma moderada y racional, se convierte en un bien no renovable.

La tala inmoderada e irracional de los bosques causa una serie de males en cadena: erosión de los suelos, disminución de las lluvias, disminución de oxígeno.  Siendo estos a la vez causa de un deterioro del medio ambiente y disminución de la flora y fauna, rompiéndose con ello el ciclo evolutivo de la naturaleza, afectándose con esto el ser humano.

Está perfectamente claro el asunto ¿verdad?, pero parece que el ser humano, el ser viviente que es rey del mundo, ser consentido de Dios, el ser a quien la naturaleza brinda sus riquezas para su bienestar, condicionado desde luego a que las explote racionalmente en su beneficio. ¿Sí? Pues no, resulta que el ser humano, y no se diga los mexicanos, nos pintamos solos para destruir nuestro entorno.

A este respecto, recuerdo un cuento ficción que contaba Abel Quezada a través de sus famosos cartones.  Cuando los estadounidenses llegaron a la luna por primera vez en 1968, hizo chunga de esta hazaña diciendo que falsamente creían que ellos era los primeros, pero no, los mexicanos llegamos primero, veinticinco años antes.  Cuando los primeros mexicanos pisaron la luna, encontraron un vergel, bosques frondosos, ríos, lagos y mares.  Fauna abundante de todas las especies, terrestres y acuáticas.  ¡UN VERDADERO PARAÍSO!   Se fueron cincuenta familias para iniciar la colonización, pero pasaron los años y al cabo de veinticinco años todo se acabó, las cincuenta familias acabaron con el paraíso y con ellas mismas, porque cotidianamente se peleaban entre si.  Así todo se acabó, no quedó nada, la luna se convirtió en un páramo, y fue entonces que llegaron los gringos.

Queda una pregunta en el aire: ¿seremos los seres humanos capaces de cuidar nuestro planeta o de plano se lo va llevar la… tristeza?

 

 



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