domingo, 13 de enero de 2008

La esclavitud negra durante la coloni

Por: Antero Duks


Siempre ha habido la creencia de que las poblaciones negras de origen africano que llegaron al México colonial lo hicieron siempre en condición de esclavos, sin embargo una investigación realizada por Antonio García de León aparecen evidencias de que una gran parte de dicha población se insertó libremente en las actividades de la sociedad de la Nueva España.

Al participar en las Jornadas Culturales Negros, mulatos y morenos de Guerrero y sus costas: afro-descendientes y diversidad cultural, que se llevaron a cabo en el Museo Histórico de Acapulco "Fuerte de San Diego" en abril de 2007, abundó que por ello tampoco cabe hablar de una población negra segregada ni mucho menos, sino de un grupo que progresivamente se asimiló y mezcló con la población indígena y con la cultura de la Nueva España, conformando lo que ahora conocemos como la "Tercera raíz".

Maestro en lingüística por la ENAH y doctor en historia por la Universidad de París I, Panteón-Sorbonne, García de León afirmó lo anterior en su conferencia La población de origen africano en los espacios rurales y urbanos de la Nueva España, que dictó durante estas Jornadas académicas, mismas que constituyen un esfuerzo de suma importancia que profundiza en el conocimiento de los grupos negros que arribaron durante los siglos XVI, XVII y XVIII a México, pues su impacto fue enorme en las esferas económica, social y cultural.

Los datos que presentó en su ponencia son producto de una investigación sobre negros y mulatos en el Puerto de Veracruz y la Costa de Sotavento, durante el periodo de 1521 a 1821; un trabajo del que García de León acota los principales puntos: La trata de esclavos, su impacto económico y las estrategias de integración de los negros africanos.

En relación al primer tema, el historiador dijo que las oleadas de migración trajeron consigo al menos 250 mil africanos de distintos países. Sin embargo, abundó, este fenómeno no fue en modo alguno gratuito, ya que obedeció a la disminución de la población indígena hasta en un ochenta por ciento como resultado de epidemias. De ahí que el flujo de esclavos suplantara en buena medida la escasa mano de obra.

Los resultados en término económicos, apuntó García de León, se reflejaron en áreas tan diversas como la agricultura, la ganadería, el artesanado, y el tráfico de mercancías y arrieros, dada la enorme población que rápidamente se distribuyó en las costas, pero también en núcleos urbanos, ciudades y reales de minas.

Pero lo más sobresaliente de los resultados que obtuvo, de acuerdo a la extensa revisión documental, es que la población africana vivió en relativa esclavitud, pues la sociedad colonial disponía de una serie de mecanismos que les permitían acceder y comprar su propia libertad.

"Si bien es cierto que parte de la población negra se encontraba en condiciones de suma opresión y llegaba a utilizar grilletes o a ser objeto de castigos corporales, también en muchos casos se le permitía trabajar a jornal, con lo que podían comprar su libertad o la de sus concubinas e hijos, o en todo caso mezclarse con indígenas que asegurasen la libertad de su descendencia".

Además de lo anterior, en algunos casos a la población negra se le permitía ocupar cargos de trabajo –como mayorales en las haciendas -, o inscribirse en la milicia, con lo cual se enfrentaban a la posibilidad del ascenso dentro de la estructura militar o adquirir pequeños cotos de poder.

Todos estos procesos permiten hablar de una historia distinta en torno a la negritud en la Nueva España. Una historia de la que, por lo demás, falta mucho por explorar, ya que para García de León el libro clásico es La población negra en México, escrito por Gonzalo Aguirre Beltrán y publicado en 1946.

Ahora que en ciertas áreas de la Costa Chica de Guerrero y Oaxaca se viven fenómenos sociales que apelan a una supuesta identidad negra, García de León aseguró que cobra mayor sentido clarificar la historia de estos grupos en nuestro país, pues como se ha visto, nunca fue un sector segregado.



Marzo / 2005

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