martes, 22 de julio de 2008

¿Izquierda Progresista?

Por: Enrique Galván-Duque Tamborrel

En una mañana de un bonito día, al calor de un sabroso desayuno, leía en un periódico los pleitos entre las cúpulas del PRD. Ahí hablaban de la Izquierda Unida, la Nueva Izquierda, la Izquierda Progresista y la Izquierda Conservadora, total que me enredé con tanta izquierda que hasta el brazo derecho me dolió.
Aunque en realidad nunca he entendido bien el verdadero –cada quien la interpreta como se le da la gana, según me ha dado cuenta-- significado de una y otra. Desde hace tiempo me ha llamado la atención la nombrada “Izquierda Progresista”. Yo siempre he entendido, además que lo he consultado y reconsultado en el diccionario, que progreso significa: acción de ir hacia delante, avance, adelanto, perfeccionamiento. De ahí que progresista es la persona que progresa, que va hacía adelante, que avanza, que va hacía adelante, que se perfecciona.
Pero resulta que los “izquierdo-progresistas” –cuando menos aquí en México-- más bien parece que hacen todo lo contrario. ¿Por qué lo digo?, pues porque todas sus acciones más bien tienden a causar caos y por ende a retrasar cualquier avance –lo que equivale a retroceder-- precisamente lo contrario a progresar.
Ellos pregonan que son la imagen pura del bienestar de la gente, y reflexionando en ello se llaga fácilmente a la conclusión de que no existe ningún mexicano, medianamente sensato, que no esté de acuerdo con esa tesis consistente en que 'Primero los Pobres'. ¡Seguro que primero los pobres! ¿Quién puede oponerse a semejante propósito político y social?
Quienes realmente queremos a este país deseamos elevar a la altura mínima exigida por la dignidad humana, a todos aquellos compatriotas que carecen de lo estrictamente indispensable.
Indiscutiblemente que queremos educación para todos, que queremos bienestar para toda la nación, que queremos un ingreso mínimo per cápita de 300 mil pesos al año para los mexicanos, que queremos apagar todas las mechas encendidas que no hacen sino atentar en contra de la estabilidad y del desarrollo en general del país. Solamente una mente enfermiza puede estar en contra de ellos.
Queremos aumentar el ingreso, pero a través de la productividad y no a través de decretos ya conocidos que disparan la inflación con todas sus consecuencias. ¿Quién no desea ayudar los indígenas de México? ¿Quién no desea alfabetizarlos? ¿Quién no desea contener la emigración de cientos de miles de mexicanos a los Estados Unidos? ¿Quién no quiere agua potable, televisión, estufas, piso de concreto y paredes de ladrillo en cada familia mexicana?
Creo que todos coincidimos en la necesidad inaplazable de rescatar a los marginados, pero para ello es totalmente incongruente las tomas de tribuna en el Congreso, los bloqueos de calles, los borlotes, etc. La única célula generadora de riqueza es la empresa y los empresarios, a los que por sistema les llaman hambreadores del pueblo o parásitos sociales, son los agentes operadores del bienestar. La práctica lo ha demostrado una y mil veces.
La inmensa mayoría de los mexicanos, con un gramo de sensatez, coincidimos con ese fin, pero también estamos concientes de que la única forma de lograrlo es con trabajo y más trabajo para generar la suficiente riqueza para crear empleos, esta y no otra es la herramienta verdaderamente eficaz para ayudar a los pobres.
Yo no vislumbro cómo se puede, con las ideas que pregonan la “izquierda progresista” pueda lograrse esos objetivos, muy al contrario, generarían más pobreza que ahondarían más la desigualdad imperante y nos llevaría a una pobreza generalizada. Además, para imponer esas ideas necesitarían irremediablemente acudir al uso de la dictadura, lo cual reduciría –por no decir se acabaría-- las libertades por las que tanto ha luchado el pueblo mexicano.
Nadie con un poco de inteligencia podría aceptar que las tesis económicas que pregona como panacea la “Izquierda progresista” ayudarán a la capitalización de las empresas ni estimularán la investigación tecnológica, ni ampliarán los mercados, ni estimularán la competitividad en el comercio internacional, ni abaratarán costos de producción, ni propondrán alternativas inteligentes para modificar el TLC, dando los pasos adelante necesarios para acercarnos, poco a poco, al esquema de una Comunidad Económica de Norteamérica.
La “izquierda progresista” se arroga el derecho a detener la inversión, sea ésta nacional o extranjera, por la que tanto hemos rogado. Y cabe la pregunta: ¿con que derecho ahuyentan –en vez de atraer-- a los capitales que vienen ayudarnos? ¿So pretexto de la tan cacareado pérdida de soberanía? ¡Vamos! Esa pérdida estaría a la vuelta de la esquina de aplicar los métodos que pregonan. ¿Evidencias? Aquí cerca tenemos uno: Cuba.
¿Cuáles son los métodos que aplica la “izquierda progresista”? Veamos: estimula el odio entre todos los mexicanos polarizando al país, crea trincheras con la única intención de dividirnos, estimulando con esto el flagelo que hemos sufrido por atávico mal de los mexicanos: la desunión.
¿Esta es la “izquierda progresista” por la que tanto escandalizan los Fernández Noroña, Leonel Cota, Alejandro Encinas, López Obrador, Pablo Gómez, Rosario Ibarra, Elena Poniatowska, etc. etc.….? Me niego a incluir entre este selecto grupo a gente como Porfirio Muños Ledo, Manuel Camacho Solís, Marcelo Ebrard, Arturo Núñez, entre otros similares, porque éstos ahora pueden portar el distintivo de la “izquierda progresista” y mañana la del PRI, o la de Convergencia, total que no son de aquí ni de allá.
¡Ah! pero ahí no para el asunto, hay que tratar de meterse a entender que son, o que pretenden, o cual es su mística, o lo que sea que haya que entender, de las izquierdas: unida, nueva, vieja y conservadora. Yo he tratado de hacerlo pero y0 de plano desistí, mi intelecto no llega a tanto. Varias veces recurrí a connotados analistas y/o comentaristas de la radio y televisión, les mandé varios mensajes pero ninguno se dignó contestarme, o cuando menos tratar el asunto en cualquiera de sus programas. El único que atendió mi petición, cosa que se lo agradecí oportunamente, fue Héctor Aguilar Camín, que en uno de sus programas semanales por el Canal 2 de Televisa, que se llamaba “Zona Abierta” –ya desapareció del aire-- trató el tema. Para tal objeto invitó a cuatro connotados intelectuales, dos supuestos izquierdistas y dos derechistas. Después de una hora de debate no se llegó a una definición definida, porque según ellos realmente no era actualmente posible.
Total que se queda en las mismas. ¡Ah! pero como les gusta alborotar el gallinero a los susodichos dizque izquierdo-progresistas. Mejor ahí la dejo.

No hay comentarios: