domingo, 27 de julio de 2008

El desempeño de Vicento Fox

Por: Enrique Galván-Duque Tamborrel

¿Qué me harán por lo que ignoro si por lo que sé me han muerto?


Expresar una opinión del Presidente Fox y su régimen es punto que menos que imposible, sobre todo si se pretende fundamentarla en lo que se lee y escucha en los medios escritos y electrónicos.
Si se va uno exclusivamente por lo que se lee y escucha cotidianamente, entonces se concluye que Fox y su gabinete no dieron una, que fueron unos incompetentes y que lo mejor que pudieran hacer es esconderse. Pero si se hace un análisis razonado –concepto cuyo significado parece ser que no conoce la mayoría de los mexicanos— se da uno cuenta que la realidad es otra.
No es mi intención alabar a ultranza y nada más porque si al Presidente Fox, no, pues como ser humano que es ha cometido errores, pero si afirmo que sus errores no le han costado al país lo que si le costaron los errores de otros otrora. De lo que si estoy seguro es que Vicente Fox es un hombre inteligente, capacitado, de principios firmes, bien intencionado y, lo principal, que ama a su patria con verdadera pasión. Terminó su gestión, y se retiró a seguir trabajando en cumplimiento del deber que todo ciudadano responsable tiene para con la patria.
Vicente Fox supo liderar un cambio que, después de 70 años de una oprobiosa hegemonía de un partido omnipotente y profundamente corrompido, se antojaba imposible, pero luchó y lo logró. Lo primero, el cambio de partido gobernante se hizo, pero a pesar de las dificultades que se salvaron, era apenas un pequeño paso para lograr lo anhelado: la democracia.
Para lograr el cambio completo se necesita mucho tiempo. Considerando que lo malo se aprende mucho más rápido que lo bueno; según los estudiosos en la materia dicen que en proporción 4 a 1, concediendo sin aceptar que esa proporción sea correcta – ¿Quién lo sabe?— entonces lo malo que aprendimos de un régimen viciado durante 70 años, tardaremos 280 para revertirlo, pero desde luego que con un trabajo positivo y sostenido DE TODOS. Esto quiere decir que solamente los ilusos pensaron que el cambio total podría lograrse en sólo seis años, así como que un sólo hombre lo haría.
Uno de los cambios más evidentes del gobierno de Fox fue la desacralización de la figura presidencial El nuevo entorno de completa libertad de expresión, que también fue, y sigue siendo un cambio muy importante, hizo posible ese avance. Sin embargo, a pesar de esos cambios, la oposición al gobierno de Fox implementó como estrategia para recuperar o llegar al poder, la descalificación metódica a todo lo que hacía o decía el Presidente. Un ejemplo, minutos después de que Fox terminó su discurso de toma de posesión, surgieron las primeras descalificaciones al nuevo Presidente, lo acusaron de que no había guardado los viejos formalismos. A muchos no les gustó que se despidiera con la frase “Dios los bendiga”.
Al analizar la mayoría de las críticas y descalificaciones al primer presidente elegido democráticamente en 89 años, la mayoría no son sobre asuntos trascendentes ni probados. Pero han logrado, tal como lo calculó el viejo grupo en el poder, ahora dividido en dos partidos: PRI y PRD, desorientar a muchos ciudadanos. Recordemos como se regodearon con el asunto de las toallas, pero nadie supo valorar que esos detalles ya podían saberse con absoluta transparencia, antes qué esperanza, fuere lo que fuere.
Haciendo a un lado las críticas superficiales y analizando los indicadores “duros”, aun con un entorno internacional de bajo rendimiento, una muy fuerte competencia y a pesar de que Fox no contó con la mayoría en el Congreso, se lograron avances significativos. Los precios, en los cinco años del gobierno de Fox, tuvieron los menores aumentos en los últimos treinta años. Esa baja inflación incidió en una reducción de la pobreza de millones de mexicanos, según lo confirmaron organismos internacionales. Los salarios tuvieron un avance en términos reales por primera vez en décadas. La devaluación, que el pasado cercano destruyó los ahorros de millones de mexicanos, fue mucho menor a la de los cinco gobiernos anteriores.
Un gobierno que en realidad busca beneficiar a la mayoría de la población es aquel que trata de crecer sin inflación. Un gobierno responsable evita crecimientos que impliquen elevar la inflación. Un gobierno, por ejemplo, como el de Chávez en Venezuela, puede crecer quizás a más del 7%, pero con una inflación a niveles del 20% o quizás mayor. Para lograr mayor crecimiento sin aumentar la inflación en nuestro país no depende sólo del Poder ejecutivo, sino también del Poder Legislativo, pero se ha visto que muchos de los legisladores han obstaculizado reformas para crecer más y sanamente.
Seis años demostraron que difícilmente se lograran crecimientos mayores al promedio de los países industrializados si no cambian de actitud los legisladores de oposición al gobierno federal panista. No hay congruencia de quienes se quejan de la falta de crecimiento cuando legisladores obstaculizan las reformas para lograr más empleo y crecimiento.
Fox reconoció abiertamente que hace falta mucho por hacer, pero para lograrlo es definitivo que México se ponga en sintonía con las grandes transformaciones mundiales, pero esas transformaciones dependen fundamentalmente de los legisladores de oposición, quienes constituyen la mayoría del Poder Legislativo, pero hasta la fecha no han querido o no han podido ponerse de acuerdo para implementar las susodichas transformaciones que nos permitan crecer más y crear más empleos.
En lo económico el entorno de baja inflación, estabilidad cambiaria, aumento de salarios reales, contención de la deuda externa y tasas bajas no se habían tenido en las anteriores cinco administraciones. Esas realidades no las aceptan quienes en aras de ganar votos con la descalificación metódica al gobierno, han levantado “muros en lugar de puentes”.
Los indicadores demuestran el funcionamiento del régimen de Fox. El Crecimiento promedio en los seis años, comparándolo con otros países y referido a la tasa promedio de crecimiento económico en términos reales, México obtuvo ligeramente debajo de sus socios del TLC y arriba del promedio de la Unión Europea y Japón. La Inflación promedio en seis años, referida a la tasa promedio anualizada del periodo, México tuvo 4.5, muy por abajo del promedio de los cuatro regimenes inmediatos anteriores.
En esos mismos rubros, comparándolos con los mismos regimenes --tasa promedio de los seis años-- Crecimiento: promedio de los cuatro inmediatos anteriores: 3.7% y Fox: 2.0%. Inflación: promedio de los cuatro inmediatos anteriores: 38.9% y Fox 4.5%.
En otros rubros como el salario real, tasas de interés, devaluación y deuda externa los indicadores fueron también favorables. El crecimiento acumulado del índice real del salario mínimo, comparándolo con los cuatro regímenes inmediato anteriores, promedio: -22.8 y Fox +2.8%, o sea el primero con índice positivo en 29 años. El promedio de la tasa de rendimiento de Certificados de Tesorería (CETES) a 91 días –es la base para fijar las tasas bancarias--: cuatro regimenes inmediatos anteriores: 36.4% y Fox 8.7%, aquí los números lo dicen todo. La devaluación –depreciación acumulable en el periodo correspondiente--: López Portillo 31.0%, De la Madrid 2,194.6%, Salinas de Gortari 36.2%, Zedillo 90.2% y Fox 15.7%, ídem al anterior. La deuda externa, incorporando los pasivos netos del Gobierno Federal, del sector paraestatal y de los intermediarios financieros oficiales; cifras en millones de dólares de 2004 –deflactado con el índice de precios al consumidor de áreas urbanas de EE.UU.--, al cierre del sexto año de cada régimen: López Portillo 115.9, De la Madrid 140.8, Salinas de Gortari 89.4, Zedillo 88.5 y Fox 74.2, o sea que la deuda ha bajado, el peso esta firme y México tiene grado de inversión.
Con fundamento en los datos anteriores se puede asegurar que el régimen de Fox ha tenido resultados altamente satisfactorios en lo que respecta a la macro-economía, cumpliendo con ello la responsabilidad que es casi –por no decir toda—exclusiva del Poder Ejecutivo.
Pero, ¿qué pasa con la micro-economía, que es la que se refleja directamente en los bolsillos del pueblo? Antes de entrar a este renglón, cabe marcar con énfasis que la macro-economía es la que sustenta los programas sociales ya que estos son también responsabilidad exclusiva del Poder Ejecutivo, de ahí que estos programas –Oportunidades, Seguro Popular, Vivienda, Atención a Comunidades Indígenas, Becas para los Estudiantes, etc.—han caminaron satisfactoriamente.
Volviendo a la micro-economía esta es responsabilidad mayoritariamente de toda la sociedad, --responsabilidad que debe compartir en forma importante el Poder Legislativo. En el desempeño de este conjunto de fuerzas depende indiscutiblemente la micro-economía, cuantitativa y cualitativamente.
Fox ha trató hasta el cansancio, rayando no pocas veces en tozudez, de encausar al país a la verdadera democracia, meta que se antoja imposible dada la reacción negativa de mucha gente, incluso la supuestamente pensante y estudiosa. Superar la maldita idea de que el Presidente tiene poder omnímodo parece ser, según se ha visto, punto menos que imposible, pero Fox no aflojó, su tozudez en este renglón es digna de admiración, pero, repito, hay muchos que no lo entienden.
Si bien es cierto que en ocasiones la forma que tiene de expresarse no sea del agrado de muchos, pero su contenido es rotundamente claro. Como ejemplo me referiré al conflicto suscitado entre dos empresas televisoras –Azteca y Canal 40—cuando, recurriendo al viejo esquema, se lo plantearon y Fox contestó: ¿Y yo por qué? Esta respuesta les llegó hasta la médula a los medios “¿cómo dice eso? Es un irresponsable” vociferaron, se desgañitaron. Repito, quizá la forma de no fue de su agrado, pero no se pusieron a pensar, no razonaron, que ese asunto estaba, y ahí se debía ventilar, en los tribunales, o sea en el ámbito del Poder Judicial y no bajo el dedo del Presidente de la República, que lo que menos debía hacer era meterse, y así fue, no lo hizo a pesar de que le llovió duro y tupido en su milpa.
Casos como el anterior han abundado, pero lo gente no se acostumbra. No cabe duda de que cuesta trabajo digerir la verdadera democracia, y en esto se empeñó Fox con verdadera tozudez, ojalá la gente lo entienda y se empeñe de igual manera a seguir esa ruta por el bien de nuestra Patria.
No pocos intelectuales, analistas, politólogos y comunicadores, que a su vez influyen en la opinión pública, son críticos severos, no le perdonan una a Fox, tal parece ser que están a la casa de cualquier error o a lo que a ellos les parezca error, se olvidan que no hay cosa más fácil que encontrar los errores de cualquier ser humano, ya que todos, sin excepción, somos una madeja de imperfecciones. Pero no son capaces, parece que les duele, reconocer sus aciertos, rayando a veces en la exageración y en la incongruencia. Algunos quedan de aquellos que durante los regímenes oprobiosos de la hegemonía de un solo partido, se desgarraban la camiseta para alabar al presidente en turno, tanta era esa euforia de desmedida alabanza que hacían sentir al señor que era un dios, pero esto ya se les olvidó, ¿será? Ahora es al contrario, critican al presidente hasta en la forma que toma el tenedor, pero eso sí –esto no lo reconocen— pueden decir abiertamente todo lo que quieren sin temor alguno. Paradójicamente hasta quienes parece que tienen miedo –debe ser al qué dirán-- de otorgarle algún reconocimiento expresidente Fox, y ya no digo en relación a su esposa, porque se la acabaron, la dejaron como piltrafa humana.
Libertad de expresión, transparencia, rendición de cuentas, respeto entre Poderes de la Unión, etc., los cambios han sido muchos y palpables. Pero qué difícil es gobernar a más de cien millones de habitantes, llenos de malos hábitos y costumbres impuestas durante tantos años. Fox lideró e inició el cambio y ha tratado de marcar la ruta a pesar de múltiples obstáculos e incomprensiones. Algo se ha logrado, poco o mucho que sea, Fox ya puso su grano de arena en la construcción de un México verdaderamente democrático.
Fox no es Dios, imperfecto como humano que es, hizo un buen trabajo en bien de su patria. Comprendido o incomprendido, su desempeño merece –el tiempo y la historia lo dirán— el reconocimiento respetuoso, no falsas alabanzas, del pueblo mexicano.
Por último, me referiré a un aspecto al que Fox le ha dado mucho énfasis, pero que siento como que la gente la comenta nada más de pasada, y es la CORRUPCION, así con mayúsculas. La corrupción es el mayor flagelo que tenemos, todos los males que nos aquejan derivan de ella, ponga el que usted quiera: delincuencia organizada, robos, secuestros, narcotráfico, narcomenudeo, pornografía, contrabando, etc., etc., en fin, todo tiene base de sustento en la corrupción. Mientras los mexicanos no tengamos las agallas de luchar contra ese cáncer seguiremos sumidos en la mediocridad y cada vez más bajo. Lo invito a meditar en esto, se dará cuenta de que la corrupción merodea en toda familia mexicana.
Desde los inicios de su administración, Fox machacó con insistencia sobre la importancia y necesidad de que la sociedad entera participe, principalmente en la denuncia de los corruptos, aunque pienso que cada uno tendría que empezar por denunciarse a si mismo porque todos, salvo muy contadas excepciones, somos de alguna manera cómplices de la corrupción. “Que lance la primera piedra quien esté libre de pecado”, ¿Qué pasó?, nadie se mueve, todos quietos y callados. El lodo es tan grande y profundo que a todos salpica.
Hace aproximadamente un año, en un programa de Televisa, en que participaron varios prestigiados periodistas y comentaristas, debatiendo sobre las campañas políticas, uno de ellos comento que Fox lo había defraudado porque no había pescado y encarcelado a ningún pez gordo como la había prometido en su campaña. ¡Hágame favor!, todavía pensando en la añeja práctica que por la sola voluntad del presidente de la República se encarcelaba, se le inventaban cargos, fabricaban evidencias y vámonos para la cárcel. Así piensan los que hacen opinión del público, ¡claro! por eso la gente piensa erróneamente, si sus ídolos de la televisión así piensan. Poco tomaron en cuenta que, desde principio del régimen de Fox, se lanzaron, no a una cacería de brujas, pero sí a investigar a todos los que estaban en entredicho, investigación que estuvo a cargo de la extinta Secretaría de la Contraloría siguiendo el procedimiento que se debe seguir en un Estado de Derecho. Francisco Barrio, que estaba al frente de dicha Secretaría, hablando sobre el tema declaró en varias ocasiones que los mentados peces gordos eran unos grandes pillos pero que no tenían un pelo de pendejos, diciendo con esto que no había manera de comprobarles nada, o sea que no había las evidencias necesarias para acusarlos.
En el caso del Asunto PEMEX –me resisto a llamarle Pemexgate, término que se me hace odioso--, lo único que pudo hacer el gobierno, con las evidencias de que sí disponía, era acusar a Rogelio Montemayor, cosa que hizo y obtuvo la orden de aprensión, el señor fue o está siendo procesado. A Romero Deschamps y al senador Aldana los únicos que podían acusarlos, con pruebas desde luego, eran los trabajadores sindicalizados, cosa que estos no hicieron.
Al tristemente célebre Al Capone, por más que la gente sabía que era un gangster, hacedor de muchos crímenes, nunca pudieron tener pruebas para encerrarlo, finalmente lo hicieron pero por evasión de impuestos, delito que si le pudieron comprobar gracias a un soplón. Se fue a la tumba sin castigo por los múltiples crímenes –asesinatos, secuestros, venta de alcohol en la época de la prohibición, contrabando, etc.
En el caso de los peces gordos, quizás muchos podrían haber aportado pruebas contundentes pero nadie lo hizo y colorín colorado. Ojalá que, por el bien de nuestra sufrida y amada Patria, todos nos decidamos a participar y no ser nada más espectadores, buenos para criticar pero muy malos para hacer.
“Los mediocres se dejan disuadir por el obstáculo aparente; los fuertes no. Perecer es su quizás; conquistar es su certeza.” (Querien Vangal)

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