viernes, 20 de noviembre de 2009

La imagen de Cristo en las empresas

 

Por: Enrique Galván-Duque Tamborrel

Octubre / 2009

 

En México, según datos del INEGI, 95% de los habitantes decimos que somos cristianos.  Si tan siquiera la mitad realmente lo fuéramos, estoy seguro de que otro gallo nos cantaría.

 

Se recurre al nombre de Cristo para todo, sin embargo pocos lo imitan en los hechos de su vida real.  Decía un respetado y recordado maestro, sacerdote jesuita: "Cristo nos exige mucho, pero bien vale la pena imitarlo".  Quien pueda decir que los actos de su vida son reflejo de su fe cristiana, es bienaventurado.

 

Cuanto ganaría México si sus empresarios imbuyeran el espíritu de Cristo en el ámbito de sus empresas. 

 

Una empresa con alma es aquella que no es una simple máquina de producir y de hacer dinero. Donde quienes la han creado y la administran tienen la vocación de hacer algo valioso, algo que trascienda, algo de lo que puedan sentirse orgullosos.


La empresa con alma es aquella en la que sus directivos no sólo creen profundamente en su filosofía, sus valores y sus objetivos, sino que los viven y los expresan con entusiasmo en todo lo que hacen. Ejecutivos que no dirigen sólo con su inteligencia sino también con su corazón.


Y este espíritu, esta alma de la empresa, es lo que puede hacer de ella no sólo un medio para que cada uno se gane la vida con dignidad, sino también el lugar donde sea alguien, donde pueda alcanzar su propia realización y ser feliz.


Todos los bienes y sistemas deben de estar al servicio de las personas. La empresa es para las personas y no las personas para la empresa.


Es muy importante que la empresa, para cumplir con su responsabilidad social y tenga sentido humano, sea una empresa con alma.


Preguntas en acción.-

 

Como práctica cotidiana, todo empresario que se precie de verdadero cristiano debe hacerse estas preguntas, y desde luego contestarlas con toda honestidad, para que, partiendo de eso, aplique las medidas correctivas a que haya lugar a fin de no perder la ruta del verdadero cristianismo.  Cuántos problemas sociales latentes se pueden corregir con esta práctica.


1. ¿Qué es nuestra empresa?, ¿a dónde va?, ¿cuál es su fin?, ¿a qué aspira?


2. ¿Cuál es la ideología central de nuestra empresa?, ¿qué tan profundamente creemos en ella?


3. ¿Los fines de nuestra empresa están ordenados hacia el bien común?


4. ¿Qué rasgos comunitarios predominan en nuestra empresa?


5. ¿Qué acciones podemos promover para mejorar las relaciones personales en nuestra empresa?


6. Como directivo ¿soy un ejemplo para mis colaboradores?, ¿cómo se refleja mi unidad de vida en mis acciones y decisiones?


7. ¿Cómo colabora nuestra empresa y sus integrantes para frenar la corrupción?


8. ¿Soy un dirigente paternalista o subsidiario?, ¿por qué?


9. ¿Qué acciones implementa nuestra empresa para evitar el utilitarismo?


10. ¿Qué le hace falta a mi empresa para tener alma?


«LA ORACIÓN DEL QUE SE HUMILLA PENETRARÁ HASTA LAS NUBES»
 



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