martes, 31 de marzo de 2009

EL ARTE DE COMERCIAR: Todos para uno y....

Por: Enrique Galván-Duque Tamborrel

Comercio: arte de abusar de las necesidades de otro.
El comercio mezcla a los hombres, pero no los une.

Es verdaderamente patético como en este mundo en que vivimos cambian las cosas en relativamente poco tiempo --y digo poco tiempo porque que son cuatro años en relación con la historia de este nuestro mundo. Quien pudiera haber pensado en los inicios de 2005 que cuatro años después estaríamos inmersos en una crisis como la actual. Había problemas sí, pero eran de los que se consideran rutinarios en toma y daca del comercio como parte del abuso que siempre ha conllevado. Para ilustrar lo que asiento, me voy a permitir transcribir un artículo que escribí en marzo de 2005, incluido el epígrafe.
«Pensar que todas las naciones del planeta, aun las más pobres, pudieran embolsarse 280,000 millones de dólares adicionales en una década por sus exportaciones es a primera vista una quimera de las tantas que se le ocurren a uno cuando lanza al vuelo la imaginación.
Pero no lo es. Resulta que eso fue lo que dijo al principio de marzo el director gerente del Fondo Monetario Internacional (FMI), Rodrigo Rato, al hablar en la Universidad de Columbia, Nueva York, donde además reveló algo sorprendente: las barreras arancelarias que se ponen entre sí los países en desarrollo causan más pérdidas que las que les imponen las naciones del Primer Mundo.
Ambas cosas, ganancias potenciales con un comercio libre y que el Tercer Mundo se hace más daño a sí mismo con el proteccionismo, deberían tener en cuenta quienes se oponen a la liberación del comercio y le piden la cabeza a la Organización Mundial del Comercio (OMC).
Aunque Rato no ofreció cifras —algo incomprensible en una conferencia de este tipo—, revisando datos e informes de la Comisión Económica para América Latina de la ONU (CEPAL) y la OMC se pudo constatar que países como Brasil y Argentina —por citar sólo dos— han tejido una madeja de tarifas aduaneras que dificultan o encarecen las importaciones, pese a ser abanderados del Mercosur.
En la mayoría de las naciones asiáticas hay también barreras arancelarias muy altas, al igual que en las ex naciones comunistas de Europa y en una larga lista de países africanos.
Al observar estas trabas, sean arancelarias o de otro tipo —como la exigencia sinfín de certificados, subsidios, sanciones y otras—, se advierte que es mucho el terreno que hay que desbrozar para que el mundo tenga el comercio libre y moderno que le corresponde, corriendo ya el siglo XXI.
Quisiera reiterar que sólo los acuerdos multilaterales dentro de la OMC pueden facilitar el comercio en forma justa, porque en estas rondas globales de negociaciones cuando dos naciones acuerdan un recorte de aranceles sobre determinados productos éste es válido y de obligatorio cumplimiento para el resto de los 148 estados miembros de la OMC.
Esa ventaja de “todos para uno y uno para todos”, como la célebre consigna de Los tres mosqueteros de Alejandro Dumas, expresa la superioridad de los acuerdos multilaterales sobre los bilaterales o regionales.
Por eso, ni EU ni la Unión Europea actúan en la dirección acertada si siguen favoreciendo acuerdos restringidos a países o regiones y sin eliminar los subsidios a la agricultura, ni el Tercer Mundo hace lo suyo al mantener esos muros proteccionistas que defienden algunos.
Vivimos en una especie de Arcadia sinvergüenza, donde el robo se contenta con actuar bajo la forma prudente del comercio.»

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