viernes, 11 de septiembre de 2009

Programas asistenciales para adultos mayores en iudad Ixtepec

Por: Enrique Galván-Duque Tamborrel

En Ciudad Ixtepec hay dos programas asistenciales para adultos mayores, el de la “despensa mensual” y el “70 y +” que otorga $1000 (UN MIL PESOS) bimestralmente. El primero es estatal a través del DIF y coordinado por “Unidades Móviles”; el segundo es federal a través de la Secretaría de Desarrollo Social (SEDESOL).

Como todo programa asistencial, ambos son loables, pero pierden esa calidad por la forma que tienen de operarse, ya que para entregarse imponen condiciones harto difíciles para quienes son destinados: los viejos. El primero es para todos los adultos mayores (60 años o más), y el segundo, como su nombre lo indica, es para mayores de 70 años.

La entrega de despensas se lleva a babo en un solo día en las instalaciones del DIF Municipal. En el municipio hay (según datos del INEGI) aproximadamente 2000 adultos mayores. Así que es fácil imaginar lo cansado, con menoscabo de la salud de no pocos viejos, que resulta. Además de que también no pocos viejos, por angas o mangas e inesperadamente, no pueden asistir a recoger su despensa y por ende la pierden, dado que sólo es un día y no hay más.

El programa anda por lo mismo. En Ciudad Ixtepec hay aproximadamente 1500 personas de más de 70 años, y quieren entregar el donativo también en un solo día. Aquí el problema se acrecienta dado que debe ser el beneficiario personalmente el que lo reciba, no hay de otra. Además, la autoridad municipal les designó el local pomposamente llamado “Auditorio Municipal”, que aparte de que está construido con los pies –perdonando la expresión-- carece de una ventilación adecuada y se sanitarios. Meter 10 o 12 horas a cerca de 2000 personas –tomando en cuenta que por la edad y la condición de discapacidad de algunos, obviamente van acompañados por alguien de su familia--, con las carencias de servicios anotadas, es un verdadero crimen.

Así las cosas, los susodichos programas tal parece que no se quieren dar, lo que de entrada se antoja pura demagogia.

Por otra parte, de entrada se antoja que puede haber otras soluciones más flexibles en su operación, de tal manera que se flexibilicen y se tornen al alcance de los viejos y no sometan a estos a un verdadero martirio. Pero en esto afloran problemas por las condiciones atávicas que prevalecen en la mayoría de las personas.

Por ejemplo, se puede considerar que si la autoridad municipal tomara en sus manos la entrega podría flexibilizar esta, pero resulta que hay una desconfianza que raya en lo sublime de los que coordinan los programas hacia las autoridades. Y esto es calor, si así especulan y enredan sin deberla ni tenerla a la autoridad municipal, no es difícil imaginarse lo que sería si esta manejara este aspecto. En síntesis, no se puede avanzar en este aspecto por esa superlativa desconfianza de unos y otros.

Hay otro aspecto por demás lamentable. Muchos de los beneficiarios de uno y otro programa, quizás sea la mayoría, por necesidad soportan cualquier sacrificio sin chistar, con verdadero estoicismo, las condiciones que le imponen para recibir el donativo que le corresponde. Aguantan sin chistar, y de esto se valen los coordinadores para abusar de ellos, abusan de la ignorancia y la necesidad de la gente, y esto es un verdadero crimen.

Alrededor de esto afloran muchas circunstancias por demás lamentables y hasta deprimentes. Se antoja que los encargados de operar estos programas son verdaderos caciques; se olvidan que los beneficiarios son gente vieja y que la ayuda verdaderamente la necesitan.

Sin embargo han surgido muchos comentarios. Sobre lo de las despensas, en general sobre el sacrificio que significa hacer colas durante muchas horas para recibir la mentada despensa. Sobre el programa 70 y +, un hombre de 79 años: “realmente me ayuda mucho el dinero que otorgan, pero el desgaste físico que se sufre lo rebasa”. “Deberían de llamarlo: 70 y más pronto te mueres”. “Sale más caro el caldo que las albóndigas”. Además, se presento el caso de dos personas de más de 80 años que se debilitaros tanor, después de más de 12 horas en ese horno, que tuvieron que atenderlos de urgencia en el hospital. Otro que regresó a su casa, arrastrando los pies, que trastabilló y se cayó, haciéndose una herida y mereció sutura.

Pero a toso esto, no hay voces que se levanten y pidan que pidan que se humanicen estos programas asistenciales, para que verdaderamente cumplan sus cometidos y se enfoquen adecuadamente al objetivo para los que fueron creados: LAS VIEJAS Y LOS VIEJOS.

Entre tantas ideas que pueden surgir, quizás una aplicables, otras no, prevalecen dos, una para lo de las despensas: la zonificación de las entregas, con esto se facilita en acceso y se agiliza. La otra, para la entrega de dinero del 70 y +, apoyarse en las instituciones y programar la entrega los cinco días un una semana por riguroso orden alfabético, cinco horas cada día. En fin, buscarle con decisión de encontrarle solución y no cerrarse obtusamente.



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