viernes, 11 de septiembre de 2009

Este México nuestro, ¡Sí, de los mexicanos!

Por:Enrique Galván-Duque Tamborrel

Cambia el gobierno, hay escándalos por doquier reclamando el recuento de votos. Los tres podres de la Unión, todo se reclama, nadie se escapa. Siempre estamos prestos a gritar, vociferar, descalificar, qué se yo. El caso es que siempre hay que reclamar. Aparece una nueva modalidad, figura en la cédula el seño ‘X’, pero en realidad no es ‘X’ sino ‘Y’, lo que quiere decir que si gana ‘X’, es como si ganara ‘Y’, entonces ‘X’ debe pedir licencia –no hay de otra porque los puestos de elección son irrenunciables--, entonces, después, si el Jefe de Gobierno quiere –aquí está el quid--. Propone en la Asamblea a ‘Y’, y si esta acepta, licencia y propuesta, entra a ocupar el cargo ‘Y’ en lugar de ‘X’. Pero no se hagan bolas, pues: X – X + Y = D, siendo D en Jefe de Delegación.
Pero resulta que a ‘X’ le empezó a gustar salir en las cámaras y centro de la atención mediática, que oiga usted, quiérase o no ensoberbece. Así es que abiertamente y con los pantalones bien puestos le dijo a ‘Y’ y al partido postulante, si renuncio pero me aseguran la mitad de los cargos, no es para mi es para mi gente. Así se ve que eso de los pobres primero es puro cuento, lo que cuenta es el chambismo, la chamba pues. Esto hace que la ecuación cambie: X – X/2 + Y-Y/2 = D, siendo desde luego que ‘X’ equivale a ‘Y’, lo cual está por verse, aunque la gente, hasta ahorita lo da por hecho.
De este margallate, sainete, farsa o lo que sea que usted quiera, nos vamos a la Cámara de Diputados, que también se traen lo suyo. Durante la primera sesión, apenas empezaban a ambientarse los diputados integrantes de la LXI legislatura, cuando ¡zopa! Que 8 diputadas de Partido Verde, 1 diputado del PRD y otro del PRI, orondamente, mejor dicho: conchudamente, pidieron licencia para dejar la curul en manos, o mejor ducho en el trasero de su suplente. ¡Qué cachaza! Seguramente se asustaron por trabajo que prometió a desarrollar el Congreso, o se cansaron por anticipado, que se yo, pero el caso es que pidieron licencia. Este grupo de seudo legisladores lo único que demostraron es que son fraudulentos, engañaron a la gente que por ellos votó, además que le gustó el juguito de ‘X’ y ‘Y’, antes relatado.
Pero ¿qué pasa? Estoy escribiendo esto el día 8 de septiembre, y me acabo de enterar por las noticias que ‘X’ se queda, así es que ‘Y’ se queda papando moscas, al menos que acepte colaborar con ‘X’. Parece ser que es el final del sainete de Iztapalapa, ¿será posible tanta belleza? Lo veremos en los próximos días. Además, todavía falta oír lo que diga al respecto Su Majestad el Rey Lopitoz (AMLO).
Pero con verdaderas ganas de sacudirme de todo eso que más parece una telenovela chusca que hechos de la vida real, paso a lo medular de este trabajo.
Empieza a trabajar (¿será?) la LXI Legislatura. Nuevamente el PRI es el mandón, todos prometen muchas cosas, entre ellas entregar la vida por sus representados, cosa por demás bella, lo malo es que nadie lo cree. El Presidente Calderón llama a la unidad democrática, cosa por demás fácil, claro, si se quiere, lo malo es que nadie quiere, todos quieren sacarle ventaja al vecino, pero como este no se deja ahí empiezan los jaloneaos y la desunión. Y qué pasa entonces, pues que a México se lo sigue llevando la tía de las muchachas, por decir lo menos. Decía un pensador europeo: “A que mexicanitos tan relajientos y desunidos”. El caso es que todos, menos los legisladores, y menos los radicales, que son muchos, al mando de don Gerardo, sí, el brillante Fernández Noroña, ¡oiga usted, nomás eso faltaba!, dijo mi compadre Mamerto.
Una reforma fiscal integral, sobre la base de dar más atribuciones en materia de recaudación a los estados y al Distrito Federal, es parte de las propuestas para mejorar la situación del país, surgidas del reciente congreso de la agrupación Avanzada Liberal Democrática.
En la Cámara de Diputados se frustraron las negociaciones con la finalidad de que el presidente Felipe Calderón acudiera a San Lázaro a entregar personalmente su tercer Informe, pero como no fue así, fue el secretario de Gobernación, Fernando Gómez Mont. (...) En sus reuniones preparatorias, la bancada del PRI, encabezada por Francisco Rojas Gutiérrez, preparó la agenda legislativa, en la cual los aspectos económicos son los más urgentes.
Me eché un maratón televisivo de una serie histórica de la época brillante de Roma. Como es natural, dado que la historia se empolva con la mente, la natural inquietud producida por las dudas que surgen al recordar tal o cual personaje de la historia, me llevó a los libros de historia. Gracias a que conservo una magnífica obra (26 tomos) de historia universal, se me facilitó hacer tantas consultas como dudas surgieron. Lo que ya no me ayuda mucho es la vista, mis ojos cansados ya me obligan a leer con lupa, lo cual no deja de ser cansados, pero pues ni modo, son gajes de la edad.
Inevitablemente, la historia se interpreta. Se estudia, se lee, se aprende, pero también forma parte de nosotros; nos la apropiamos para tratar de entenderla allá, en su propia dimensión; pero también para intentar comprendernos a nosotros mismos y a nuestro entorno. Y de esa experiencia no se puede salir indemne, no se puede "salir" "igual" que como se entró, a menos, claro está, que sea uno demasiado joven, demasiado ignorante o demasiado tonto, o las tres cosas al mismo tiempo.
Estamos en un momento histórico de la vida de nuestro país. Concluyó sus labores la LX Legislatura e inicia sus trabajos la LXI; sería deseable que la forma de hacer política hubiera cambiado un poco en estos dos mil años.
Va uno y se da un paseo por la Roma de Mario, de Sila, de Pompeyo o de César; asiste uno a los convites a donde concurría Cicerón; saluda uno a Bruto (el hijo putativo de César, no confundir) o nos cautivamos por la apostura y fina inteligencia de Octavio y no hay remedio: Desde entonces, poco o nada ha cambiado el modo de hacer política. Pan y circo, mentiras, corrupción y traiciones a la orden del día...
Excepto en un detalle obvio: Ya no se mata con tanto desparpajo. ¿O sí...?
Salvo esa minucia, pareciera que no ha cambiado la cosa. ¿De qué se puede jactar la LX Legislatura del Congreso de la Unión que recién acabó? Salvo una reforma estructural de fondo a la Ley del ISSSTE, una dizque reforma (dentro de lo posible) energética y una polémica reforma electoral muy lejos de haberse consolidado, ¿qué le dejan a México estos 500 señores y señoras que se van? Lo digo así, en montón, pues es evidente que existen hombres y mujeres muy valiosos en todos los partidos; trabajadores, honestos, respetuosos de la ley. Pero insisto, ¿qué lega esta Legislatura fenecida a su país?
¿Qué pasó con la reforma fiscal; ésa que venga a alentar la inversión nacional y foránea, a bajar el elevado costo de la recaudación de impuestos, a redistribuir las responsabilidades entre la Federación y sus partes, y a repartir de mejor forma los ingresos del Erario federal?
¿Dónde está la reforma energética? (Pero en serio, no de mentiritas). ¿Dónde la postergada reforma laboral, sin la cual ningún empresario extranjero en sus cabales va a invertir en México? ¿Dónde la reforma a medios? ¿Y el sistema de créditos? ¡¿Y la seguridad pública?! ¿Y la reforma educativa? ¿Y la ciencia y la tecnología? Ninguno de estos temas cruciales para el futuro de nuestra nación formó parte de ninguna agenda legislativa. Y si sí formó, no se supo; y si sí se supo, no funcionó.
El día 2 de septiembre, el Presidente Calderón habla con toda crudeza y franqueza acerca del estado actual de la nación y hace un llamado abierto y sin tapujos del papel que jugamos todos en este nuestro México; de lo que a su juicio debemos hacer todos, haciendo a un lado todo interés partidista, “todos somos mexicanos y remamos en la misma barca”. “No pretendo dividir, sino al contario, sumar esfuerzos, sin menoscabo de las ideología de cada uno, que finalmente es un derecho inalienable de todos y cada uno de los mexicanos”.
¡Ah, pero hay que leer y repasar las diversas declaraciones de los presidentes de los partidos! Todas, sin excepción, tratando de jalar agua a su molino, sobre todo, para variar, los radicalistas. Y claro, con esto le dan cuerda a los eternos negativos, que se sueltan las greñas y casi llegan a acusar a Calderón, ya no de ilegítimo, sino hasta de traidor.
¿Y esta Legislatura? Comienza mal si empieza con el debate zonzo que obligó al Presidente de la República a postergar su mensaje; si el informe Presidencial debe ser entregado por el Secretario de Gobernación. Mal si este juego de "vencidas" tiene en vilo a 110 millones de mexicanos (con todo el derecho a oír el informe de su Gobierno), porque un puñado de farsantes no se pusieron de acuerdo si era el 1 o el 2 de septiembre. Mal si un Diputado (Fernández Noroña) llega con aire de perdonavidas y empieza a amenazar al primer mandatario de esta nación; mal, si el Presidente de un partido (el del PAN) descarta iniciativas y reformas que la Presidenta de su misma bancada insinúa. Mal si los mexicanos, en vez de asumir el papel de partícipes en el quehacer nacional para levantar a nuestro México, les preocupe únicamente el TRI y se desgarren la camisa e ir al Ángel de la Independencia a echarse dos que tres (?) tragos y echar el grito a todo pulmón: ¡VIVA MÉXICO JIJOS DE LA…!
En el siglo I el poeta romano Décimo Junio Juvenal (Aquino, actual Italia, 60 d.c.; Roma, 128 d.c.) en su Sátira ‘X’ (81), escribió la frase «Panem et circenses», que en su origen describía la costumbre de los emperadores romanos de regalar trigo y entradas para los juegos circenses (carreras de carretas y otros) como forma de mantener al pueblo distraído de la política.
Julio Cesar mandaba distribuir el trigo gratuitamente, o venderlo muy barato, a los más pobres, unos 200,000 beneficiarios. Tres siglos más tarde, Aureliano continuaría la costumbre repartiendo a 300,000 personas dos panes gratuitos por día.
Como están las cosas en nuestro México, pareciera que vamos derechito al “Panem et circenses” (Pan y Circo), habrá que ver a quien echan a los “leones”. En la actualidad equivale a “Pan y Toros”, “Pan y fútbol”, “Pan y pachanga”, etc.

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