martes, 18 de marzo de 2008

En recuerdo a mi madrecita

Por: Enrique Galván-Duque Tamborrel

Hay muchas canciones que le gustaban a mi madrecita. Cómo la recuerdo arreglando su jardín en la casa que tenían mis padres en Cuernavaca, lugar en donde pasamos tantos momentos de alegría familiar. Entre esas canciones, me trae especial recuerdo la canción de Lorenzo Barcelata: “María Elena”, quizás sea porque también le gustaba mucho a mi papá.


MARIA ELENA
(Vals)

Quiero cantarte mujer
mi más bonita canción,
porque eres tú mi querer,
dueña de mi corazón.
No me abandones mí bien
que eres todo mi querer.

Tuyo es mi corazón,
oh sol de mi querer
mujer de mi ilusión
mi amor te consagré.

Mi vida la embellece
una esperanza azul
mi vida tiene un cielo
que le diste tú.

Tuyo es mi corazón,
oh sol de mi querer,
tuyo es todo mi ser
tuyo es mujer.

Ya todo el corazón
te lo entregué mi bien
Eres mi fe, eres mi Dios,
eres mi amor.

Mi vida la embellece...

Autor: Lorenzo Barcelata

La vida y la muerte, su sabiduría

Por: Querien Vangal


Cuando el Hijo del hombre venga en su gloria acompañado de todos sus ángeles, entonces se sentará en su trono de gloria. Serán congregadas delante de él todas las naciones, y él separará a los unos de los otros, como el pastor separa las ovejas de los cabritos. Pondrá las ovejas a su derecha, y los cabritos a su izquierda. Entonces dirá el Rey a los de su derecha: ’Venid, benditos de mi Padre, recibid la herencia del Reino preparado para vosotros desde la creación del mundo. Porque tuve hambre, y me disteis de comer; tuve sed, y me disteis de beber; era forastero, y me acogisteis; estaba desnudo, y me vestisteis; enfermo, y me visitasteis; en la cárcel, y vinisteis a verme. Entonces los justos le responderán: Señor, ¿cuándo te vimos hambriento, y te dimos de comer; o sediento, y te dimos de beber? ¿Cuándo te vimos forastero, y te acogimos; o desnudo, y te vestimos? ¿Cuándo te vimos enfermo o en la cárcel, y fuimos a verte?. Y el Rey les dirá: ’En verdad os digo que cuanto hicisteis a unos de estos hermanos míos más pequeños, a mí me lo hicisteis. Entonces dirá también a los de su izquierda: Apartaos de mí, malditos, al fuego eterno preparado para el Diablo y sus ángeles. Porque tuve hambre, y no me disteis de comer; tuve sed, y no me disteis de beber; era forastero, y no me acogisteis; estaba desnudo, y no me vestisteis; enfermo y en la cárcel, y no me visitasteis. Entonces dirán también éstos: Señor, ¿cuándo te vimos hambriento o sediento o forastero o desnudo o enfermo o en la cárcel, y no te asistimos? Y él entonces les responderá: En verdad os digo que cuanto dejasteis de hacer con uno de estos más pequeños, también conmigo dejasteis de hacerlo. E irán éstos a un castigo eterno, y los justos a una vida eterna.

Pero reflexionemos un poco:

Amigo, permíteme que te haga una confidencia personal. ¿Sabes? A mí me gusta mucho meditar sobre la muerte. Y no por ser un tipo melancólico, pesimista o lunático, ni de carácter fúnebre o taciturno. Francamente no. Más bien, me considero una persona alegre y optimista, amante de la vida y de la aventura. Lo que sucede es que nos hemos acostumbrado a considerar la muerte como algo tétrico y negativo, y cuyo pensamiento debemos casi evitar a toda costa. Y, sin embargo, si tenemos una certeza absoluta en la vida es, precisamente, que todos vamos a morir.

Pero a mí, en lo personal, esta certeza no me atemoriza, para nada. Al contrario. Me hace pensar con inmenso regocijo y esperanza en el “más allá”, en lo que hay después de la muerte. Y también me ayuda a aprovechar mejor esta vida. Pero no para “pasarla bien”, sino para tratar de llenar mi alforja de buenos frutos para la vida eterna.

Alguien dijo: “Morir es sólo morir; morir es una hoguera fugitiva; es sólo cruzar una puerta y encontrar lo que tanto se buscaba. Es acabar de llorar, dejar el dolor y abrir la ventana a la Luz y a la Paz. Es encontrarse cara a cara con el Amor de toda la vida”. Es verdad. Lo importante de la muerte no es lo que ella es en sí, sino lo que ella nos trae; no es el instante mismo del paso a la otra vida, sino la otra vida a la que ella nos abre paso. Para quienes tenemos fe, la muerte es sólo un suspiro, una sonrisa, un breve sueño; y para los que vivimos de la dichosa esperanza de una felicidad sin fin, que encontraremos al cruzar el umbral de la otra vida, ésta no es sino un ligero parpadeo y, al abrir los ojos, contemplar cara a cara a la Belleza misma; es exhalar el más exquisito perfume ---el de nuestra alma, cuando abandone el cristal que la contiene— para iniciar la más hermosa aventura y gozar del Amor en persona… ¡ahora sí, para toda la eternidad! La muerte no debería llamarse “muerte”, sino “vida” porque es el inicio de la verdadera existencia.

El libro del Apocalipsis nos dice hermosamente que allí, en el cielo, después de la muerte “ya no habrá hambre, ni sed, ni calor alguno porque el Cordero que está en medio del trono, Jesús, los apacentará ---a los que han entrado en la gloria— y los guiará a las fuentes de las aguas de la vida, y Dios enjugará toda lágrima de sus ojos”. Ya no habrá tristeza, ni dolor, ni sufrimiento, sino amor completo y dicha sin fin. ¿No es emocionante y apetecible?

Nuestra fe cristiana, nos ha enseñado a ver con ojos muy distintos la realidad de la muerte, a mirarla con gran serenidad y a aceptarla con paz y esperanza; incluso con alegría y regocijo ---si es viva nuestra fe— porque aquel bendito día será el más glorioso de toda nuestra existencia: el de nuestro encuentro personal con Dios, el Amor que nuestro corazón reclama.

¡Claro!, sólo es posible hablar así cuando tenemos fe. Por eso, los santos se expresaban de ella ---de la muerte— con un lenguaje desconcertante para el mundo. San Francisco de Asís la llamaba “hermana muerte”, y deseaba que llegara pronto. San Pablo afirmaba que para él la muerte era una ganancia porque así podría estar ya para siempre con el Señor; y santa Teresa de Jesús también se consumía por el anhelo de que ésta no se demorara tanto en venir: “Vivo sin vivir en mí y tan alta vida espero que muero porque no muero” ---decía en uno de sus poemas místicos— que, en nuestro lenguaje común, podríamos traducirlo con un “me muero de ganas de morirme”. Y hallamos la misma experiencia en tantos otros santos y mártires, que veían en la muerte no precisamente un castigo o una maldición, sino el momento dichoso de su definitivo y eterno encuentro con el Señor.

Fue Jesucristo quien nos enseñó a ver así las cosas. Durante su vida pública muchas veces nos habló de este tema, y en el Evangelio encontramos páginas muy bellas que robustecen nuestra fe y alimentan nuestra esperanza. Como aquella parábola de las diez vírgenes, en la que nos exhorta a vivir “esperando la llegada del esposo” ---o sea, de Cristo el Señor—. La parábola de los talentos, de las minas, de los invitados a la boda, del rico Epulón y del pobre Lázaro y muchas otras enseñanzas tienen esta misma temática.

Y es que, si tomamos en serio esta meditación, la muerte nos enseña a vivir mejor y a valorar el poco tiempo del que disponemos para hacer méritos que perduren. Nos educa en la justa consideración de las cosas y de los bienes terrenos: a la luz de la eternidad aprendemos que todo es pasajero, relativo, accidental y caduco; y nos ayuda, en consecuencia, a no poner nuestro corazón y nuestras seguridades en cosas tan baladíes y efímeras. Nos da, en definitiva, la auténtica sabiduría, esa que no engaña y que nos hace vivir según la Verdad, que es Dios mismo.

Entonces, es muy saludable pensar de vez en cuando en la muerte. Y si la tenemos siempre presente en nuestra vida, tanto mejor. Ahora sí nos damos cuenta de que celebrar a los fieles difuntos tiene mucho sentido y de que, en vez de temer a la muerte, de rehuirla o de reírnos de ella, es mucho más provechoso aprender las lecciones de vida que ella nos ofrece.

Vivir con tanta intensidad la Solemnidad de Todos los Santos, así como también el día de mañana, Conmemoración de los Difuntos. Estos dos días engloban en sí de modo muy especial la fe en la "vida eterna" (últimas palabras del Credo apostólico).

Si bien estos dos días enfocan ante los ojos de nuestra alma lo ineludible de la muerte, dan también al mismo tiempo testimonio de la vida.El hombre que está "condenado a muerte", según las leyes de la naturaleza, el hombre que vive con la perspectiva de la aniquilación de su cuerpo, este hombre desarrolla su existencia al mismo tiempo con perspectivas de vida futura y está llamado a la gloria.

La Solemnidad de Todos los Santos pone ante los ojos de nuestra fe a los que han alcanzado ya la plenitud de su llamada a la unión con Dios. El día de la Conmemoración de los Difuntos hace converger nuestros pensamientos en quienes, después de dejar este mundo, en la expiación esperan alcanzar la plenitud de amor que requiere la unión con Dios.

Se trata de dos días grandes en la Iglesia que "prolonga su vida" de cierta manera en sus santos y en todos los que se han preparado a esa vida sirviendo a la verdad y al amor.

Por ello los primeros días de noviembre la Iglesia se une de modo especial a su Redentor, que nos ha introducido en la realidad misma de esa vida a través de su Muerte y Resurrección. Al mismo tiempo ha hecho de nosotros "un reino de sacerdotes" para su Padre.

Precisamente hoy también yo, en el recogimiento, doy gracias al Señor por los treinta y dos años de sacerdocio que se cumplen justamente en esta Solemnidad de Todos los Santos.

Por ello, a nuestra oración común uniré una intención especial por las vocaciones sacerdotales en la Iglesia de todo el mundo. Me dirijo a Cristo para que llame a muchos jóvenes y les diga: "Ven y sígueme". Y pido a los jóvenes que no se opongan, que no contesten "no". A todos ruego que oren y colaboren en favor de las vocaciones.

La mies es grande. La festividad de Todos los Santos nos dice precisamente que la mies es abundante. No la mies de la muerte, sino la de la salvación; no la mies del mundo que pasa, sino la mies de Cristo que perdura a través de los siglos.

El eterno cuento

Por: Enrique Galván-Duque Tamborrel

Que no hay venganza como dar al necio
libertad de buscarse su ruina.


Crea fama y échate a dormir, reza el popular dicho, y los estadounidenses se las pintan solos, bueno, para ser justos: los gobiernos estadounidenses. Porque, ¡oiga usted! El ciudadano gringo común y corriente es palurdo y en gran medida inocentón, y esto, que no se malentienda no quiere decir tonto; eso sí ---es lo que les da mucho valor agregado--- son extremadamente participativos. Lo malo es que la casta gobiernícola es astuta y lista en grado superlativo, y es en esta donde radican todos los planes por demás controvertidos que asombran al mundo entero.

En cierta medida, durante los dos últimos siglos ---de hecho desde que existen como país independiente--- han fabricado la historia a su voluntad. Resaltando sólo algunos pasajes muy significativos, empezamos por la emancipación de Texas, en la que, aunado al abandono absoluto por parte de México de toda aquella rica región, fabricaron pretextos ---algunos de hecho baladíes--- para intervenir, obviamente acomodando las cosas para que unos años después se adhiriera, primero a la Confederación Sudista (1861) y después a la Unión Americana (1870).

En 1847, fabricando pretextos, le declararon la guerra a México, con las consecuencias por todos conocidas. Claro que en estos dos casos la participación de México fue en sentido inverso, tal parece que nuestros ancestros querían perder pues se suscitaron una serie de hechos que así lo demuestran; por eso, en relación con la pérdida de los territorios, sustento la tesis de que fue México quien los perdió y no que nos los hayan quitado.

Sobre esta oprobiosa guerra ---que tanto rencor dejó en nosotros, tan grande que se convirtió en atávico, y que en la actualidad, para ser honesto, se me antoja enfermizo, ya que en las últimas décadas hemos recibido múltiples ayudas de ellos que si no nos las hubieran dado quien sabe como andaríamos--- un respetado escritor, político y diplomático estadounidense de la época, escribió: “Hay crímenes que por su grandeza rayan en la sublime, la guerra fabricada por nuestro gobierno en contra de México merece ese calificativo”. Cabe hacer notar, que mucha gente del pueblo estadounidense jamás estuvo de acuerdo con esa acción; pero una de las tantas cosas buenas que tiene ese pueblo y que por eso son prósperos es que cuándo eligen a un gobierno ponen en el toda su confianza, lo respetan y siguen a pie juntillas; al contrario de lo que nos pasa en México, elegimos a un gobierno y después le tiramos a más no poder, hacemos chunga de él y cada quien jala Pa’ su lado.

El 15 de febrero de 1898, una misteriosa explosión de origen desconocido y nunca aclarada destruyó al acorazado “Maine” de la armada de los Estados Unidos, surto en la bahía de la Habana. Este hecho el gobierno de Washington se lo imputó a España y, sin más averiguaciones, le declaró la guerra, proclamando al mismo tiempo el derecho de Cuba a su independencia. La guerra terminó con el Tratado de París el 10 de diciembre de 1898 por el cual España renunció a todos sus derechos en Cuba, Puerto Rico, Guam y las Islas Filipinas.

En el mes de mayo de 1915, el trasatlántico Lusitania, fue hundido supuestamente torpedeado por submarinos alemanes ---cosa que jamás se comprobó--- habiéndose perdido 1200 vidas, entre ellos 115 estadounidenses; el gobierno gringo lo tomo de pretexto para declarar la guerra a Alemania con el obvio beneplácito de Inglaterra.

En 1942, en plena guerra mundial (la segunda), como México era país neutral estaba en libertad de venderle petróleo a quien quisiera, cosa que a los aliados no les parecía, pero resulta que en un corto espacio de tiempo fueron torpedeados dos barcos petroleros mexicanos (Potrero del Llano y Faja de Oro) supuestamente por submarinos alemanes ---tampoco se comprobó, sólo prevaleció la versión del gobierno gringo--- eso dio chance al presidente Manuel Ávila Camacho a declararle la guerra al Eje (Alemania, Italia y Japón).

Así las cosas, cundió la hipótesis, ---quedó para la historia--- que los gringos fueron los ejecutores para tener pretextos válidos. Pero si nunca se comprobaron aquellos hechos, que al fin y al cabo ni les importaba hacerlo, menos pruebas se podían tener para comprobar lo contrario. Pero la duda prevalece para el estudioso y así prevalecerá “per saecula saeculorum”.

Estos pasajes históricos son para dar una idea de cómo se las gastan nuestros “primos” del norte ---bueno, ya establecimos que son sus gobiernos--- y una probadita de su caldo histórico abundante de ese sazón que, en mayor o menor grado, le da un sabor mucho muy agrio.

Con esa fama, empezó mucha gente a jugar con la versión de que el ataque a las Torres Gemelas de New York fue un auto-ataque, y que la figura de Ozama Ben Laden es una farsa fabricada por los gobiernícolas gringos para mantener la tensión mundial que justifique los gastos bélicos, ¡caramba!, ¿Que será posible tanta ignominia?, yo quiero pensar que no, pero…

Con motivo de las elecciones presidenciales en Estados Unidos, salió a la palestra ---en forma importante--- la figura de Ozama, lo que obviamente provocó gran tensión y refrescó la psicosis en el electorado. A menos de cien horas del comienzo de las elecciones el jefe de la red fundamentalista Al Qaida se entrometió brutalmente en una campaña dominada por el debate sobre la capacidad de los candidatos para vencer al terrorismo. “Siguen existiendo razones para repetir lo que ya ocurrió el 11 de septiembre de 2001”, dijo Ben Laden, el supuesto ideólogo de los atentados que ese día dejaron unos tres mil muertos en Nueva York y Washington.

La difusión del video provocó instantánea reacción de los aspirantes a la Casa Blanca. El presidente estadounidense George W. Bush, candidato a la reelección, afirmó que Estados Unidos “no será intimidado” por Ben Laden y el video no influirá en la elección. Cabe la pregunta: ¿será que no haya influido?, comentaristas afamados opinaron que la psicosis provocada por el video influyó a favor de Bush.

El rival demócrata de Bush, John Kerry, fue el primero en reaccionar y prometió “perseguir y destruir” al jefe de Al Qaida Agregó: “los terrorista son unos bárbaros, no retrocederé ante nadie para perseguir, capturar o matarlos dondequiera que estén, cueste lo que cueste”.

Hace su presencia nuevamente la “Gran Hipótesis”, acompañada de su compañera la “Gran Duda”, y mucha gente, sin dejar de admirar la “Gran Farsa”, se deja arrastrar por ella.

Total: El eterno cuento.

UN PEDAZO DE PASTEL

Por: Enrique Galván-Duque Tamborrel


En esta vida todo tiene solución,excepto la muerte


A veces nos preguntamos: ¿Que hice para merecer esto? ¿Porque Dios tiene que ser tan injusto conmigo?

Aquí va una bellísima explicación.

Una joven le dice a su madre como todo le ha salido mal. No salió bien en el examen de Matemáticas.

En horas de amargura, una madre sabe qué puede agradar a su hija... Le preparará un sabroso pastel. En aquel momento tan difícil, abrazó a su hija y la llevo a la cocina, consiguiendo arrancar de su rostro una sonrisa.

Luego que la madre separo los utensilios e ingredientes que usaría, los colocó en la mesa y preguntó a su hija:

-- “Querida, ¿quieres un pedazo de pastel?”

-- “ Claro madre, Sabes que me encanta el pastel...”

-- “Está bien”, respondió la madre.

-- “Bebe un poço de ese aceite que está en la cocina”, lê dice su madre.

Asustada, la hija respondió:

-- “¿Cómo dices? Jamás!!!”

-- “¿Que tal si te comes un huevo crudo?”

-- “Nunca, Madre!”

-- “Quieres comer un poco de harina de Trigo o Bicarbonato de Sodio

-- “Madre, eso no me agrada, me enfermaría!”

La Madre le respondió:

-- “Es verdad, todas esas cosas están crudas, sosas, mas cuando las colocamos juntas, en su justa medida... Ellas hacen un delicioso pastel!”

Dios trabaja de forma similar.

La gente se pregunta: ¿porque El permite que pasemos por momentos difíciles?

No saben que cuando El permite que todas esas cosas entren en el orden perfecto, siempre obran a bien. No necesitas conformarte con ingredientes crudos. Deja TODO en sus manos... y se tornaran en algo fantástico!

Dios se preocupa tanto por ti... que te envía flores todas las Primaveras...

...Hace nacer el Sol todas las mañanas... y siempre que quieras conversar... El está dispuesto a escucharte!

El puede vivir en cualquier lugar del universo... pero escogió vivir en tu Corazón!

Espero que al igual que para ti, el día de todos los que estén leyendo esta historia sea como un “Pedazo de Pastel”!

Que pases un Feliz Día!

DIOS DERRAME BENDICIONES SOBRE TI Y TUS SERES QUERIDOS.


AMEN.. AMEN… AMEN…

Un día como cualquier otro

Por: Enrique Galván-Duque Tamborrel


“La fe te ha salvado, marcha en paz”
Jesucristo



En una tranquila tarde ixtepecana, meditaba y reflexionaba sobre los avatares de la vida, de esta vida mía que ahora se encuentra en el ocaso obligado después de haber vivido 79 años. Por cierto, muy cierto nuestro lema, en UNIDOS POR LA EDAD: “Envejecer es el único medio de vivir más tiempo”.

Recordé lo que un buen amigo de la juventud, que después de que perdió a su aún joven esposa que pereció en un lamentable accidente automovilístico, y habiéndose quedado con tres hijos aún pequeños, sufrió una depresión que lo afectó tremendamente durante un largo tiempo.

Supe a la distancia de su tragedia y. cuando lo volví a ver varios años después, me dijo, recordando esos aciagos días:

«Desecho como estaba, después de esperar tanto, un día como cualquier otro decidí triunfar. Decidí no esperar a las oportunidades sino yo mismo buscarlas. Decidí ver cada problema como la oportunidad de encontrar una solución. Decidí ver cada desierto como la oportunidad de encontrar un oasis. Decidí ver cada día como una nueva oportunidad de ser feliz.

Aquel día descubrí que mi único rival no eran más que mis propias debilidades, y que en éstas está la única y mejor forma de superarnos, aquel día dejé de temer a perder y empecé a temer a no ganar. Descubrí que no era yo el mejor. Y que quizás nunca lo fui.

Me dejó de importar quién ganara o perdiera. Ahora me importa simplemente saberme mejor que ayer.

Aprendí que lo difícil no es llegar a la cima, sino jamás dejar de subir. Aprendí que el mejor triunfo que puedo tener, es tener el derecho a llamarle a alguien “AMIGO”.

Descubrí que el amor es más que un simple estado de enamoramiento. EL AMOR ES UNA FILOSOFÍA DE LA VIDA.

...Aquel día dejé de ser un reflejo de mis escasos triunfos pasados y empecé a ser mi propia tenue luz de este presente, aprendí que de nada sirve ser luz si no vas a iluminar el camino de los demás.

Aquel día decidí cambiar tantas cosas, aquel día aprendí que los sueños son solamente para hacerse realidad, desde aquel día ya no me duermo para descansar, ahora simplemente duermo para soñar.

Un Abrazo a todos y recuerden siempre que el Éxito es... ¡Ser Feliz!!! ...El resto es consecuencia...

El mensaje que quiero transmitir con lo que ahora te platico es con la intención de demostrar que no importa cuán ocupado puedan parecer, siempre hay lugar para un par de tazas de café con un amigo».

¿Por qué no en este momento, mi querido amigo...?