lunes, 26 de septiembre de 2011

Recuerdo especial II

 

Por: Enrique Galván Duque Tamborrell

 

A través de la vida, se van fijando en la mente personas y sucesos que prevalecen en la mente a pesar de los embates que esta sufre.

 

En forma muy especial, como acurrucado en un rincón intocable, inaccesible para cualquier intruso que quiera afectarlo, se encuentra acurrucado y cobijado el imperecedero recuerdo de mis padres.

 

En ese bloque intocable e incorruptible que es el sagrado recuerdo de mis padres, brilla con fuerza propia el recuerdo de mi excelsa madre, en memoria de ella, que está a lado del Señor, ofrezco el siguiente poema del P. Mariano de Blas.

 

A ti, madre mía:


Dulcísima Madre mía,
he venido a saludarte con cariño
en este nuevo día.
¿Quién te hizo tan bella?
Quizás Tú no lo sepas,
pero yo no puedo contemplar tu rostro
y mirar tus ojos de cielo
sin emocionarme hasta el alma.

¿Quién me amó tanto, tanto,
que me hizo hijo tuyo?
Hermosísima Reina, Madre de bondad,
estás hecha de bondad y de amor.

¡Qué felices nos has hecho,
qué afortunados por tenerte como madre!
Era yo un gitanillo que inspiraba compasión,
Era un niño pobre, un niño malo.
Había caminado descalzo
Por sendas de piedras y maleza;
traía una carita sucia de lágrimas antiguas
y polvo de muchos caminos.

Era un niño pequeño,
pero había sufrido ya como adulto.
Se me había olvidado la sonrisa.
El futuro era negro de nubes espesas.
Y, de pronto, apareciste Tú en mi vida.
Una mujer muy hermosa,
una mujer que inspiraba todo el cariño del mundo.

Me mirabas con una sonrisa de cielo.
Me llamaste con una voz tan dulce...
Me esforcé en sonreír un tanto,
y me fui acercando temblando de emoción.
De pronto, tus manos se abrieron
y me sumergí en un abrazo tan dulce
que todas mis penas se fueron;
y me sentí el niño más feliz del mundo.

Pero mi alegría fue más grande que yo mismo,
cuando de tus labios graciosos brotó esta palabra: "Hijo mío."
Quise decir algo que brotaba con ímpetu del corazón.
No pude decirlo, no me atrevía.
Miré mis sandalias rotas, mi vestido raído;
mi corazón y mis manos no eran limpios.

"Hijo mío, cuanto te quiero,
cuánto te he esperado, hijo de mi alma."
Entonces ya no pude callarme y le dije
con las lágrimas más puras
y la alegría de un niño feliz:
"Madre mía te quiero con todo mi corazón."
Y un abrazo fundió
a la Madre pura y santa
y al niño pecador.

"He ahí a tu Madre, he ahí a tu hijo"
El que dijo estas bellas palabras
era Dios mismo,
un Dios que moría por mí en una cruz:
un Dios que me dio a su misma madre
en un impulso de amor.
No es un rato de contento,
es una eternidad de felicidad.
La eternidad de la alegría
comenzó desde ese momento
en que Jesús dijo esas palabras en la cruz.
Nos daba su vida y su sangre,
nos daba la Madre de sus sueños.

Desde entonces ya no soy el niño malo;
que malo no puedo seguir siendo
junto a una Madre tan buena.
Ya no soy un niño huérfano,
ni triste ni harapiento.
Soy el niño más feliz.
Ya mis lágrimas son de de amor y alegría,
por Ella, por mi Madre del cielo.

Caminar contigo es tocar el cielo con la mano;
vivir junto a Ti es ya adelantar la gloria.
Contigo los dolores se mitigan,
las amargas lágrimas se detienen
y el desierto vuelve a florecer.
Mi desierto ha vuelto a florecer.
Todo cambió desde aquel día,
el día maravilloso en que te conocí, oh Madre.
Yo no te conocía, primor de los valles.
Ignoraba que existías, amor de mi vida.
Pasé junto a valles hermosos y bellísimas flores
y nunca imaginé que Tú tenías
la luz y la belleza de los valles y las flores.
Vida mía, amor mío,
Vida, belleza y amor ensamblados.

Eres una senda florecida
que me ha conducido a Dios.
Me enamoré de Ti primero para siempre,
pero tu amor me llevó dulcemente, sin fatiga,
hacia el Dios Amor.
Tú me hiciste querer a ese ser infinitamente amable.
Presentaste a mis ojos
a un Dios Niño, ternura infinita,
un encanto de Dios hecho niño por mí.

La mujer que es amor
llevando en sus brazos al Niño que es amor,
porque es el Niño Dios.
Oh Madre dulcísima,
no quiero jamás separarme de Ti,
no quiero jamás separarme del Dios
que me has enseñado a querer;
el mismo Dios que Tú amas tanto
porque es tu Dios y es hijo de tus entrañas.
Enséñame a amarlo con todo mi corazón





 

Recuerdo especial 1

Por: Enrique Galván Duque Tamborrell

 

 

A través de la vida, se van fijando en la mente personas y sucesos que prevalecen en la mente a pesar de los embates que esta sufre.

 

En forma muy especial, como acurrucado en un rincón intocable, inaccesible para cualquier intruso que quiera afectarlo, se encuentra acurrucado y cobijado el imperecedero recuerdo de mis padres.

 

En ese bloque intocable e incorruptible que es el sagrado recuerdo de mis padres, brilla con fuerza propia el recuerdo de mi excelsa madre, en memoria de ella, que está a lado del Señor, dedico fervorosamente el siguiente pensamiento.

 

 

A ti, madre mía inolvidable:

Madre mía te quiero con todo mi corazón Caminar contigo es tocar el cielo con la mano; vivir junto a Ti es ya adelantar la gloria. Contigo los dolores se mitigan, las lágrimas se detienen. Dulcísima Madre mía, he venido a saludarte con cariño en este nuevo día. ¿Quién te hizo tan bella? Quizás Tú no lo sepas, pero yo no puedo contemplar tu rostro y mirar tus ojos de cielo sin emocionarme hasta el alma. ¿Quién me amó tanto, tanto, que me hizo hijo tuyo? Hermosísima Reina, Madre de bondad, estás hecha de bondad y de amor. ¡Qué felices nos has hecho, qué afortunados por tenerte como madre! Era yo un gitanillo que inspiraba compasión, Era un niño pobre, un niño malo.

Había caminado descalzo por sendas de piedras y maleza; traía una carita sucia de lágrimas antiguas y polvo de muchos caminos. Era un niño pequeño, pero había sufrido ya como adulto. Se me había olvidado la sonrisa. El futuro era negro de nubes espesas. Y, de pronto, apareciste Tú en mi vida. Una mujer muy hermosa, una mujer que inspiraba todo el cariño del mundo. Me mirabas con una sonrisa de cielo. Me llamaste con una voz tan dulce... Me esforcé en sonreír un tanto, y me fui acercando temblando de emoción. De pronto, tus manos se abrieron y me sumergí en un abrazo tan dulce que todas mis penas se fueron; y me sentí el niño más feliz del mundo. Pero mi alegría fue más grande que yo mismo, cuando de tus labios graciosos brotó esta palabra: "Hijo mío." Quise decir algo que brotaba con ímpetu del corazón. No pude decirlo, no me atrevía. Miré mis sandalias rotas, mi vestido raído; mi corazón y mis manos no eran limpios. "Hijo mío, cuanto te quiero, cuánto te he esperado, hijo de mi alma." Entonces ya no pude callarme y le dije con las lágrimas más puras y la alegría de un niño feliz: "Madre mía te quiero con todo mi corazón." Y un abrazo fundió a la Madre pura y santa y al niño pecador. "He ahí a tu Madre, he ahí a tu hijo" El que dijo estas bellas palabras era Dios mismo, un Dios que moría por mí en una cruz: un Dios que me dio a su misma madre en un impulso de amor. No es un rato de contento, es una eternidad de felicidad.

La eternidad de la alegría comenzó desde ese momento en que Jesús dijo esas palabras en la cruz. Nos daba su vida y su sangre, nos daba la Madre de sus sueños. Desde entonces ya no soy el niño malo; que malo no puedo seguir siendo junto a una Madre tan buena. Ya no soy un niño huérfano, ni triste ni harapiento. Soy el niño más feliz. Ya mis lágrimas son de de amor y alegría, por Ella, por mi Madre del cielo. Caminar contigo es tocar el cielo con la mano; vivir junto a Ti es ya adelantar la gloria. Contigo los dolores se mitigan, las amargas lágrimas se detienen y el desierto vuelve a florecer. Mi desierto ha vuelto a florecer. Todo cambió desde aquel día, el día maravilloso en que te conocí, oh Madre. Yo no te conocía, primor de los valles. Ignoraba que existías, amor de mi vida. Pasé junto a valles hermosos y bellísimas flores y nunca imaginé que Tú tenías la luz y la belleza de los valles y las flores. Vida mía, amor mío, Vida, belleza y amor ensamblados. Eres una senda florecida que me ha conducido a Dios. Me enamoré de Ti primero para siempre, pero tu amor me llevó dulcemente, sin fatiga, hacia el Dios Amor. Tú me hiciste querer a ese ser infinitamente amable. Presentaste a mis ojos a un Dios Niño, ternura infinita, un encanto de Dios hecho niño por mí. La mujer que es amor llevando en sus brazos al Niño que es amor, porque es el Niño Dios. Oh Madre dulcísima, no quiero jamás separarme de Ti, no quiero jamás separarme del Dios.

que me has enseñado a querer; el mismo Dios que Tú amas tanto porque es tu Dios y es hijo de tus entrañas. Enséñame a amarlo con todo mi corazón.

 

jueves, 8 de septiembre de 2011

Mensaje para los8as) diputados(as)



Fecha: 02-09-07 [1]





Respetable señores(as) diputados(as):




Es de verdad lamentable la actitud asumida por los legisladores del PRD, más que legisladores parecen niños caprichudos. Dice un dicho: "Lo cortés no quita lo valiente" ¿por qué no lo practican?, si vieran que es muy bueno.




Hay crímenes que por grandeza rayan en lo sublime, el que están cometiendo en perjuicio de la patria Andrés Manuel López Obrador y sus paniaguados merecen ese calificativo.




Los saludo cordialmente.





"POR MI PATRIA HABLARÁ LA RAZON DE LA JUSTICIA"




José Enrique Galván-Duque Tamborrel






Nota [1].- Han pasado dos años y las cosas siguen igual






Mensaje para los diputados(as) federales



Fecha 01-09-07 [1]




"México creo en ti…." Escribió el Vate López Méndez. Yo si creo en mi amada Patria, los que no creen en ella son ustedes los señores diputados. Padecemos de una serie de vicios y/o malos hábitos –da igual pues para el caso es lo mismo-- la mayoría por falta de leyes adecuadas. Mientras ustedes se dedican a la grilla y a anteponer su interés personal y/o partidista –lo mismo: da igual que para el caso es lo mismo-- México padece su falta absoluta de responsabilidad. Señores con el respeto que se merece su cargo, yo, un viejo de 78 años que ya está al final del trayecto, los conmino a que recapaciten y se pongan a trabajar con responsabilidad y con verdadero amor a la Patria que los vio nacer, independientemente de lo que la ley los obliga, hay otra obligación mayor y sublime que es la ética moral, pero esta no se aprende ¡se mama! Recuerden que un país se construye con el trabajo de TODOS, pero los que tienen la obligación de dirigir, administrar y legislar, independientemente de que sea por elección o por designación --obviamente es mayor pata los primeros-- su responsabilidad es mayor.


Están pendientes las Reformas del Estado –que incluye la electoral-- la Fiscal y la de Energía. Ustedes saben que son importantísimas para el desarrollo de nuestro país, dejen a un lado intereses personales y/o partidistas y piensen, con un verdadero espíritu de servicio, en que la Patria es primero.



Les envío un cordial saludo




"POR MI PATRIA HABLARA LA RAZON DE LA JUSTICIA"




José Enrique Galván-Duque Tamborrel





Nota [1].- Han pasado dos años y seguimos en lo mismo


Mensaje para los(as) legisladores(as)



31 de agosto de 2007 [1]




Respetables señores(as) legisladores(as):




Tengo 78 años de edad, como quien dice en la recta final de mi vida. Amo profundamente a mi Patria y creo –la calificación no me la pueda dar yo mismo-- que en el transcurso de mi vida activa –soy ingeniero civil pero ya retirado-- y de trabajo procuré hacerlo siempre honesta y responsablemente, así como apegarme al Código de Ética que aprendí desde que estudiaba en la Escuela Nacional de Ingenieros de la UNAM.


Pasé la mayor parte de mi vida con la esperanza de ver a mi Patria convertida en una verdadera democracia, situación que vislumbré posible en el año 2000; por fin los tres poderes de la Unión nacieron a la vida autónoma. Pero el gozo se fue al pozo, pues si bien el Poder Ejecutivo ha respetado a los otros dos poderes –a pesar de una serie de dificultades inherentes—y el Poder Judicial se ha ido ubicando adecuadamente para cumplir ese cometido, el Poder Legislativo ha dejado mucho que desear. Aunque efectivamente los legisladores han dejado de ser los levanta dedos de antaño, han convertido a ambas Cámaras en unas verdaderas jaulas de grillos, en donde negocian asuntos más para cumplir sus deseos personales y satisfacer su vanidad que para buscar soluciones que beneficien a la nación, tal parece que, por sus actitud, que se colocan encima del pueblo, a quien representan y deben servir según mandato constitucional.


Está perfectamente especificado en la constitución lo que debe hacerse en día 1 de septiembre, pero resulta que el PRD displicentemente considera la posibilidad de NO alterar el orden, como si fuera el dueño, y para acabar entra en negociaciones con el PAN para decidir que hacen, vaya desfachatez. Por otro lado el PRI, para variar, aparentemente se mantiene mañosamente al margen, para después dar el zarpazo y acomodarse en donde más le conviene para atribuirse los méritos.


Señores legisladores, ¿por qué cuando toman una decisión importante para el desarrollo del país no auscultan con verdadera honestidad al pueblo y actúan con la razón como herramienta básica? Para el estudió que están haciendo para las reformas Electoral y Fiscal parece que se inclinan más a componendas partidistas --como si los partidos representaran realmente a la ciudadanía-- y/o a ceder a caprichos antes de razonar con cordura. Hay errores que por su grandeza rayan en lo sublime, el despido que pretenden hacer de los consejeros del IFE merece ese calificativo.


Alguien de esta ciudad me dijo: "Qué lejos están los legisladores del razonamiento y tan cerca de la estulticia".



Envío a usted un cordial saludo.




"POR MI PATRIA HABLARA LA RAZÓN DE LA JUSTICIA"




José Enrique Galván-Duque Tamborrel





Nota [1].- Han pasa dos años y seguimos en las mismas.








miércoles, 7 de septiembre de 2011

Mensaje a los Diputados

06-07-09 [1]






Pasaron las elecciones, el porcentaje de votantes aumento, aunque sigue siendo baja, pero algo es algo, es ganancia al fin. No prosperó la negativa campaña del voto en blanco, ese es un mensaje de que todavía hay quien confía en que la democracia sea una realidad. Nos falta mucho, pero algo es algo.





Pero ahora toca a ustedes trabajar para que el ambiente en nuestra Patria vaya cambiando positivamente. Denle verdadera y honestamente importancia a la ciudadanía que ustedes supuestamente representan. Basta de debates estériles en donde cada quien trata de salirse con la suya, sin demostrar un ápice de que son capaces de razonar. Lo que aflora inmediatamente es el insulto y sobajamiento a quien no piense igual, ejemplos sobran y ustedes lo saben. El radicalismo impera en los diputados. Y, mientras ustedes se agarran a las greñas, al país que se lo lleva la desgracia.





¡Vamos señores!, saquen a relucir sus dotes positivas y demuestren que ustedes también saben darle a la Patria cosas buenas y constructivas. Hagan cierto aquello de: "Todo por una Patria buena y próspera".





Nota [1].- Han pasado más de dos años y las circunstancias no han cambiado.




«La vanidad es la gloria de los pobres de espíritu»

Enrique Galván-Duque Tamborrel
Antonio de León 18
70110 Ciudad Ixtepec, Oax.