domingo, 27 de julio de 2008

Un vilipendio injusto

Por: Enrique Galván-Duque Tamborrel


“El esfuerzo por llevar una vida intachable y no dar
que decir, desata la calumnia en torno al virtuoso”
Querien Vangal

Hace un poco más de veinte años, si mal no me acuerdo fue por allá de 1981, conocí, en el hotel en que yo acostumbraba hospedarme durante mis continuos viajes a la Ciudad de Oaxaca, a un extranjero a quien le gustaba con cierta regularidad, según me dijo, a nuestro país e invariablemente, cada vez que venía gustaba de estar la mayor parte del tiempo en Oaxaca. En realidad yo tenía alquilado permanentemente un cuarto en dicho Hotel, pues, por mi actividad profesional, mi estancias en esa ciudad eran, en promedio, de casi el 50% de mi tiempo, o sea alrededor de 15 días cada mes; así es que no era difícil que cada vez que él venía coincidiéramos, pues además él también invariablemente paraba en el mismo hotel.

Al cabo de muchos encuentros acabamos por hacer una buena amistad; como regularmente, como sucede en este tipo de relaciones, nos encontrábamos en el restaurante del hotel a la hora de la comida o de la cena, dando lugar a que tuviéramos largas pláticas de sobremesa, al calor obviamente de un sabroso café, acompañado no pocas veces de un brandy. El era (o es, la última vez que lo vi fue a mediados de 1989) originario de Holanda pero ya tenía como diez años de tener la nacionalidad estadounidense y era (o es) profesor de sociología en un colegio en Chicago. Konrad, como se llamaba o se llama, era un verdadero enamorado de Oaxaca y le fascinaba el estudio de las etnias del sureste mexicano, principalmente de las oaxaqueñas, y las estudiaba con verdadera pasión.

Un buen día lo encontré verdaderamente contrariado pero no quiso decirme el por qué ---finalmente nunca lo exteriorizó, cuando menos a mi---, pero eso no fue obstáculo para echar nuestra acostumbrada plática, lo que obviamente coadyuvó a tranquilizarlo. Ya entrados en la conversación, muy serio me dijo: “Una de las cosas que más admiro a los estadounidenses es que quien sea que llega a tener una posición económica holgada, no se diga de los ricos, siempre tienen la bolsa abierta para ayudar a crear instituciones de beneficencia social, asilos. Hospitales, escuelas, etc. De esto deriva que los grandes hospitales y universidades con sus centros de investigación estén subvencionados por las fundaciones creadas por los hombres de las grandes fortunas. El colegio donde yo imparto mi cátedra, que es muy importante, es un ejemplo de ello, yo mismo no podría viajar como lo hago para estudiar e investigar y así mejorar mis conocimientos que después trasmitirlos a mis alumnos, sino fuera por ese tipo de apoyo. Es por esto que me causa verdadera extrañeza, y porqué no decirlo, un verdadero dolor que aquí en México, cuando alguien quiere ayudar en ese aspecto, inmediatamente aparece la critica cruel que quiere destruirlo. Es por esto que aquí está mucho muy limitado ese tipo de acciones”.

No puedo menos que acordarme de esa plática con Konrad cuando leo actualmente, casi a diario, la serie de críticas llenas de falacias y diatribas, de que es objeto Marta Sahagún. Le adjudican toda clase de acciones malditas y, aunque sean falacias, los medios se encargan de hacerlas grandes verdades, para esto se pintan solos tanto los escritos como los electrónicos.

Sublimes en sus denuestos e inventivas son tanto los artículos de María Sherer Ibarra, Dense Dresser, José Gil Olmos, Judith Amador y otros en la revista Proceso, como en sus respectivos libros Olga Wormat, Guadalupe Loaeza y Sara Selchovich. Tal pareciera que no hay en nuestro ámbito nada más importante que buscarle algo, cualquier cosa, a Marta Sahagún.

¿Qué ha hecho de malo Marta?, perfecta no es desde luego, pero estoy seguro de que sus actos están regidos por una ética moral sincera y un alto espíritu de servicio hacia sus semejantes. Que aprovecha su situación de esposa del presidente para obtener fondos para su obra social, ¡claro que sí!, tonta sería si no lo hiciera, pero lo que obtiene no es para su goce y disfrute, es para ayudar a mucha gente que lo necesita: niños, mujeres, ancianos, estudiantes, en fin a cuanta gente puede. De una cosa estoy seguro, si fuera una señora común y corriente no conseguiría ni el saludo, bueno probablemente éste sí, pero hasta ahí. ¿Cuántas primeras damas de la nación han hecho la labor que ha hecho, y está haciendo, Marta? Pero, ¡claro!, es precisamente por esto que hay que tirarle a ultranza, así “semos” los mexicanos.
¿Qué venganza quisiste
ayer del envidioso
mayor que estar él triste
cuando tú estás gozoso?

¡Ah envidia, raíz de infinitos y carcoma de las virtudes! Todos los vicios, Sancho, traen un no sé qué de deleite consigo: que el de la envidia no trae sino disgustos, rencores y rabia.




El desempeño de Vicento Fox

Por: Enrique Galván-Duque Tamborrel

¿Qué me harán por lo que ignoro si por lo que sé me han muerto?


Expresar una opinión del Presidente Fox y su régimen es punto que menos que imposible, sobre todo si se pretende fundamentarla en lo que se lee y escucha en los medios escritos y electrónicos.
Si se va uno exclusivamente por lo que se lee y escucha cotidianamente, entonces se concluye que Fox y su gabinete no dieron una, que fueron unos incompetentes y que lo mejor que pudieran hacer es esconderse. Pero si se hace un análisis razonado –concepto cuyo significado parece ser que no conoce la mayoría de los mexicanos— se da uno cuenta que la realidad es otra.
No es mi intención alabar a ultranza y nada más porque si al Presidente Fox, no, pues como ser humano que es ha cometido errores, pero si afirmo que sus errores no le han costado al país lo que si le costaron los errores de otros otrora. De lo que si estoy seguro es que Vicente Fox es un hombre inteligente, capacitado, de principios firmes, bien intencionado y, lo principal, que ama a su patria con verdadera pasión. Terminó su gestión, y se retiró a seguir trabajando en cumplimiento del deber que todo ciudadano responsable tiene para con la patria.
Vicente Fox supo liderar un cambio que, después de 70 años de una oprobiosa hegemonía de un partido omnipotente y profundamente corrompido, se antojaba imposible, pero luchó y lo logró. Lo primero, el cambio de partido gobernante se hizo, pero a pesar de las dificultades que se salvaron, era apenas un pequeño paso para lograr lo anhelado: la democracia.
Para lograr el cambio completo se necesita mucho tiempo. Considerando que lo malo se aprende mucho más rápido que lo bueno; según los estudiosos en la materia dicen que en proporción 4 a 1, concediendo sin aceptar que esa proporción sea correcta – ¿Quién lo sabe?— entonces lo malo que aprendimos de un régimen viciado durante 70 años, tardaremos 280 para revertirlo, pero desde luego que con un trabajo positivo y sostenido DE TODOS. Esto quiere decir que solamente los ilusos pensaron que el cambio total podría lograrse en sólo seis años, así como que un sólo hombre lo haría.
Uno de los cambios más evidentes del gobierno de Fox fue la desacralización de la figura presidencial El nuevo entorno de completa libertad de expresión, que también fue, y sigue siendo un cambio muy importante, hizo posible ese avance. Sin embargo, a pesar de esos cambios, la oposición al gobierno de Fox implementó como estrategia para recuperar o llegar al poder, la descalificación metódica a todo lo que hacía o decía el Presidente. Un ejemplo, minutos después de que Fox terminó su discurso de toma de posesión, surgieron las primeras descalificaciones al nuevo Presidente, lo acusaron de que no había guardado los viejos formalismos. A muchos no les gustó que se despidiera con la frase “Dios los bendiga”.
Al analizar la mayoría de las críticas y descalificaciones al primer presidente elegido democráticamente en 89 años, la mayoría no son sobre asuntos trascendentes ni probados. Pero han logrado, tal como lo calculó el viejo grupo en el poder, ahora dividido en dos partidos: PRI y PRD, desorientar a muchos ciudadanos. Recordemos como se regodearon con el asunto de las toallas, pero nadie supo valorar que esos detalles ya podían saberse con absoluta transparencia, antes qué esperanza, fuere lo que fuere.
Haciendo a un lado las críticas superficiales y analizando los indicadores “duros”, aun con un entorno internacional de bajo rendimiento, una muy fuerte competencia y a pesar de que Fox no contó con la mayoría en el Congreso, se lograron avances significativos. Los precios, en los cinco años del gobierno de Fox, tuvieron los menores aumentos en los últimos treinta años. Esa baja inflación incidió en una reducción de la pobreza de millones de mexicanos, según lo confirmaron organismos internacionales. Los salarios tuvieron un avance en términos reales por primera vez en décadas. La devaluación, que el pasado cercano destruyó los ahorros de millones de mexicanos, fue mucho menor a la de los cinco gobiernos anteriores.
Un gobierno que en realidad busca beneficiar a la mayoría de la población es aquel que trata de crecer sin inflación. Un gobierno responsable evita crecimientos que impliquen elevar la inflación. Un gobierno, por ejemplo, como el de Chávez en Venezuela, puede crecer quizás a más del 7%, pero con una inflación a niveles del 20% o quizás mayor. Para lograr mayor crecimiento sin aumentar la inflación en nuestro país no depende sólo del Poder ejecutivo, sino también del Poder Legislativo, pero se ha visto que muchos de los legisladores han obstaculizado reformas para crecer más y sanamente.
Seis años demostraron que difícilmente se lograran crecimientos mayores al promedio de los países industrializados si no cambian de actitud los legisladores de oposición al gobierno federal panista. No hay congruencia de quienes se quejan de la falta de crecimiento cuando legisladores obstaculizan las reformas para lograr más empleo y crecimiento.
Fox reconoció abiertamente que hace falta mucho por hacer, pero para lograrlo es definitivo que México se ponga en sintonía con las grandes transformaciones mundiales, pero esas transformaciones dependen fundamentalmente de los legisladores de oposición, quienes constituyen la mayoría del Poder Legislativo, pero hasta la fecha no han querido o no han podido ponerse de acuerdo para implementar las susodichas transformaciones que nos permitan crecer más y crear más empleos.
En lo económico el entorno de baja inflación, estabilidad cambiaria, aumento de salarios reales, contención de la deuda externa y tasas bajas no se habían tenido en las anteriores cinco administraciones. Esas realidades no las aceptan quienes en aras de ganar votos con la descalificación metódica al gobierno, han levantado “muros en lugar de puentes”.
Los indicadores demuestran el funcionamiento del régimen de Fox. El Crecimiento promedio en los seis años, comparándolo con otros países y referido a la tasa promedio de crecimiento económico en términos reales, México obtuvo ligeramente debajo de sus socios del TLC y arriba del promedio de la Unión Europea y Japón. La Inflación promedio en seis años, referida a la tasa promedio anualizada del periodo, México tuvo 4.5, muy por abajo del promedio de los cuatro regimenes inmediatos anteriores.
En esos mismos rubros, comparándolos con los mismos regimenes --tasa promedio de los seis años-- Crecimiento: promedio de los cuatro inmediatos anteriores: 3.7% y Fox: 2.0%. Inflación: promedio de los cuatro inmediatos anteriores: 38.9% y Fox 4.5%.
En otros rubros como el salario real, tasas de interés, devaluación y deuda externa los indicadores fueron también favorables. El crecimiento acumulado del índice real del salario mínimo, comparándolo con los cuatro regímenes inmediato anteriores, promedio: -22.8 y Fox +2.8%, o sea el primero con índice positivo en 29 años. El promedio de la tasa de rendimiento de Certificados de Tesorería (CETES) a 91 días –es la base para fijar las tasas bancarias--: cuatro regimenes inmediatos anteriores: 36.4% y Fox 8.7%, aquí los números lo dicen todo. La devaluación –depreciación acumulable en el periodo correspondiente--: López Portillo 31.0%, De la Madrid 2,194.6%, Salinas de Gortari 36.2%, Zedillo 90.2% y Fox 15.7%, ídem al anterior. La deuda externa, incorporando los pasivos netos del Gobierno Federal, del sector paraestatal y de los intermediarios financieros oficiales; cifras en millones de dólares de 2004 –deflactado con el índice de precios al consumidor de áreas urbanas de EE.UU.--, al cierre del sexto año de cada régimen: López Portillo 115.9, De la Madrid 140.8, Salinas de Gortari 89.4, Zedillo 88.5 y Fox 74.2, o sea que la deuda ha bajado, el peso esta firme y México tiene grado de inversión.
Con fundamento en los datos anteriores se puede asegurar que el régimen de Fox ha tenido resultados altamente satisfactorios en lo que respecta a la macro-economía, cumpliendo con ello la responsabilidad que es casi –por no decir toda—exclusiva del Poder Ejecutivo.
Pero, ¿qué pasa con la micro-economía, que es la que se refleja directamente en los bolsillos del pueblo? Antes de entrar a este renglón, cabe marcar con énfasis que la macro-economía es la que sustenta los programas sociales ya que estos son también responsabilidad exclusiva del Poder Ejecutivo, de ahí que estos programas –Oportunidades, Seguro Popular, Vivienda, Atención a Comunidades Indígenas, Becas para los Estudiantes, etc.—han caminaron satisfactoriamente.
Volviendo a la micro-economía esta es responsabilidad mayoritariamente de toda la sociedad, --responsabilidad que debe compartir en forma importante el Poder Legislativo. En el desempeño de este conjunto de fuerzas depende indiscutiblemente la micro-economía, cuantitativa y cualitativamente.
Fox ha trató hasta el cansancio, rayando no pocas veces en tozudez, de encausar al país a la verdadera democracia, meta que se antoja imposible dada la reacción negativa de mucha gente, incluso la supuestamente pensante y estudiosa. Superar la maldita idea de que el Presidente tiene poder omnímodo parece ser, según se ha visto, punto menos que imposible, pero Fox no aflojó, su tozudez en este renglón es digna de admiración, pero, repito, hay muchos que no lo entienden.
Si bien es cierto que en ocasiones la forma que tiene de expresarse no sea del agrado de muchos, pero su contenido es rotundamente claro. Como ejemplo me referiré al conflicto suscitado entre dos empresas televisoras –Azteca y Canal 40—cuando, recurriendo al viejo esquema, se lo plantearon y Fox contestó: ¿Y yo por qué? Esta respuesta les llegó hasta la médula a los medios “¿cómo dice eso? Es un irresponsable” vociferaron, se desgañitaron. Repito, quizá la forma de no fue de su agrado, pero no se pusieron a pensar, no razonaron, que ese asunto estaba, y ahí se debía ventilar, en los tribunales, o sea en el ámbito del Poder Judicial y no bajo el dedo del Presidente de la República, que lo que menos debía hacer era meterse, y así fue, no lo hizo a pesar de que le llovió duro y tupido en su milpa.
Casos como el anterior han abundado, pero lo gente no se acostumbra. No cabe duda de que cuesta trabajo digerir la verdadera democracia, y en esto se empeñó Fox con verdadera tozudez, ojalá la gente lo entienda y se empeñe de igual manera a seguir esa ruta por el bien de nuestra Patria.
No pocos intelectuales, analistas, politólogos y comunicadores, que a su vez influyen en la opinión pública, son críticos severos, no le perdonan una a Fox, tal parece ser que están a la casa de cualquier error o a lo que a ellos les parezca error, se olvidan que no hay cosa más fácil que encontrar los errores de cualquier ser humano, ya que todos, sin excepción, somos una madeja de imperfecciones. Pero no son capaces, parece que les duele, reconocer sus aciertos, rayando a veces en la exageración y en la incongruencia. Algunos quedan de aquellos que durante los regímenes oprobiosos de la hegemonía de un solo partido, se desgarraban la camiseta para alabar al presidente en turno, tanta era esa euforia de desmedida alabanza que hacían sentir al señor que era un dios, pero esto ya se les olvidó, ¿será? Ahora es al contrario, critican al presidente hasta en la forma que toma el tenedor, pero eso sí –esto no lo reconocen— pueden decir abiertamente todo lo que quieren sin temor alguno. Paradójicamente hasta quienes parece que tienen miedo –debe ser al qué dirán-- de otorgarle algún reconocimiento expresidente Fox, y ya no digo en relación a su esposa, porque se la acabaron, la dejaron como piltrafa humana.
Libertad de expresión, transparencia, rendición de cuentas, respeto entre Poderes de la Unión, etc., los cambios han sido muchos y palpables. Pero qué difícil es gobernar a más de cien millones de habitantes, llenos de malos hábitos y costumbres impuestas durante tantos años. Fox lideró e inició el cambio y ha tratado de marcar la ruta a pesar de múltiples obstáculos e incomprensiones. Algo se ha logrado, poco o mucho que sea, Fox ya puso su grano de arena en la construcción de un México verdaderamente democrático.
Fox no es Dios, imperfecto como humano que es, hizo un buen trabajo en bien de su patria. Comprendido o incomprendido, su desempeño merece –el tiempo y la historia lo dirán— el reconocimiento respetuoso, no falsas alabanzas, del pueblo mexicano.
Por último, me referiré a un aspecto al que Fox le ha dado mucho énfasis, pero que siento como que la gente la comenta nada más de pasada, y es la CORRUPCION, así con mayúsculas. La corrupción es el mayor flagelo que tenemos, todos los males que nos aquejan derivan de ella, ponga el que usted quiera: delincuencia organizada, robos, secuestros, narcotráfico, narcomenudeo, pornografía, contrabando, etc., etc., en fin, todo tiene base de sustento en la corrupción. Mientras los mexicanos no tengamos las agallas de luchar contra ese cáncer seguiremos sumidos en la mediocridad y cada vez más bajo. Lo invito a meditar en esto, se dará cuenta de que la corrupción merodea en toda familia mexicana.
Desde los inicios de su administración, Fox machacó con insistencia sobre la importancia y necesidad de que la sociedad entera participe, principalmente en la denuncia de los corruptos, aunque pienso que cada uno tendría que empezar por denunciarse a si mismo porque todos, salvo muy contadas excepciones, somos de alguna manera cómplices de la corrupción. “Que lance la primera piedra quien esté libre de pecado”, ¿Qué pasó?, nadie se mueve, todos quietos y callados. El lodo es tan grande y profundo que a todos salpica.
Hace aproximadamente un año, en un programa de Televisa, en que participaron varios prestigiados periodistas y comentaristas, debatiendo sobre las campañas políticas, uno de ellos comento que Fox lo había defraudado porque no había pescado y encarcelado a ningún pez gordo como la había prometido en su campaña. ¡Hágame favor!, todavía pensando en la añeja práctica que por la sola voluntad del presidente de la República se encarcelaba, se le inventaban cargos, fabricaban evidencias y vámonos para la cárcel. Así piensan los que hacen opinión del público, ¡claro! por eso la gente piensa erróneamente, si sus ídolos de la televisión así piensan. Poco tomaron en cuenta que, desde principio del régimen de Fox, se lanzaron, no a una cacería de brujas, pero sí a investigar a todos los que estaban en entredicho, investigación que estuvo a cargo de la extinta Secretaría de la Contraloría siguiendo el procedimiento que se debe seguir en un Estado de Derecho. Francisco Barrio, que estaba al frente de dicha Secretaría, hablando sobre el tema declaró en varias ocasiones que los mentados peces gordos eran unos grandes pillos pero que no tenían un pelo de pendejos, diciendo con esto que no había manera de comprobarles nada, o sea que no había las evidencias necesarias para acusarlos.
En el caso del Asunto PEMEX –me resisto a llamarle Pemexgate, término que se me hace odioso--, lo único que pudo hacer el gobierno, con las evidencias de que sí disponía, era acusar a Rogelio Montemayor, cosa que hizo y obtuvo la orden de aprensión, el señor fue o está siendo procesado. A Romero Deschamps y al senador Aldana los únicos que podían acusarlos, con pruebas desde luego, eran los trabajadores sindicalizados, cosa que estos no hicieron.
Al tristemente célebre Al Capone, por más que la gente sabía que era un gangster, hacedor de muchos crímenes, nunca pudieron tener pruebas para encerrarlo, finalmente lo hicieron pero por evasión de impuestos, delito que si le pudieron comprobar gracias a un soplón. Se fue a la tumba sin castigo por los múltiples crímenes –asesinatos, secuestros, venta de alcohol en la época de la prohibición, contrabando, etc.
En el caso de los peces gordos, quizás muchos podrían haber aportado pruebas contundentes pero nadie lo hizo y colorín colorado. Ojalá que, por el bien de nuestra sufrida y amada Patria, todos nos decidamos a participar y no ser nada más espectadores, buenos para criticar pero muy malos para hacer.
“Los mediocres se dejan disuadir por el obstáculo aparente; los fuertes no. Perecer es su quizás; conquistar es su certeza.” (Querien Vangal)

¿Qué hizo Vicente Fox, cómo terminó su mandato?

Por: Enrique Galván-Duque Tamborrel


Algunos comentaristas de periódico, con ojos sólo para los hechos que sirven para criticar a Vicente Fox, forman opinión pública negativa: Fox casi no hizo nada, dejó pasar las oportunidades, contaminó el proceso electoral, no se atrevió a hacer valer la ley, se dejó manejar por los Estados Unidos. Sólo vio la economía de los empresarios y quiere engañarnos diciendo que la pobreza es menor que antes.
Si escucha uno a cualquiera de los secretarios de estado, escuchará testimonios y datos duros de los logros de esta administración y la comparación muy favorable respecto a las anteriores, y le explicarán los avances de fondo cuyos resultados se verán después.
Hace daño no conocer lo que si se hizo, hace daño evaluar sin objetividad y sin información al Gobierno Federal con miles de profesionales, muchos de ellos comprometidos en serio con su labor de servidores. Es un hecho que el ambiente está parcialmente contaminado por quienes escriben por consigna y por otros independientes pero resentidos contra Vicente Fox.
En su último informe, Vicente Fox no es triunfalista, reconoce fallas y muchos problemas sin resolver y refleja una madurez política que ciertamente no tuvo al iniciar su mandato. Concluye en escenario en forma similar a la de Zedillo, desde luego con grandes diferencias. Impugnado por sus enemigos, con presencia internacional positiva, con estabilidad económica sin crisis, reconociendo que faltaron muchas cosas por hacer y con un avance real en la democracia pero cuestionado por los que querían otro resultado.
Los anteriores presidentes: Carlos Salinas de Gortari, Miguel de la Madrid, José López Portillo y Luís Echeverría Álvarez, todos ellos terminaron con situación de crisis, con un repudio no sólo de sus enemigos sino de gran parte de la sociedad.
Analizamos el Mensaje del Presidente Vicente Fox, exponemos nuestro balance: logros, buenos propósitos mal manejados y errores de su gestión de casi seis años, de manera muy sintética:
Logros y aciertos.- Ley de transparencia y acceso a la información pública gubernamental es el logro principal. Hay más libertades ahora que en todo un siglo anterior. Estabilidad económica, con la inflación más baja en 30 años, sin ninguna crisis y disminución de la deuda externa. Inicio de la corrección del grave problema de pensiones del seguro social, que lo tenía técnicamente quebrado. Mayores recursos a la educación en enciclopedia y becas. Seguro Popular. Aumento de los salarios mínimos por encima de la inflación. Construcción de vivienda social en cantidades similares a tres sexenio anteriores juntos. Acceso a créditos de las clases medias. Ley del Servicio Profesional de Carrera. Estrategia y método de innovación gubernamental con parámetros de nivel internacional. Programa de oportunidades con amplia cobertura y aceptación social. Reconocimiento y respeto a la autonomía del Poder Judicial. Aceptación y vivencia del Federalismo a pesar del abuso de la soberanía estatal por parte de quien fuera gobernador de Chihuahua. Respeto a la autonomía del PAN. Posición independiente internacional a favor de la paz cuando los Estados Unidos tuvieron conflictos bélicos en Medio Oriente.
Propósitos mal manejados.- Insuficiente crecimiento económico y por ende de empleos productivos. Creación de la Secretaría de Seguridad Pública, sin llegar a unificar a las policías federales y sin depuración. Proyecto de Reformas de la Seguridad y la Justicia, de extraordinario contenido, poco estudiado y mal “cabildeado por el PAN, saboteado por la PGR, sin respaldo de la Secretaría de Seguridad. Reconocimiento a la autonomía del Poder Legislativo pero con débil relación, pues confió más en Diego Fernández, la “maestra” y otros del viejo sistema, que en la operación política de relación, consulta y cabildeo. No haber cedido a las presiones de Napoleón Gómez del sindicato minero, pero con pésima intervención en SICARSA. Reforma fiscal, que abortó como IVA a medicinas y alimentos. Reforma energética, a la que priistas duros y perredistas calificaron como privatización. Reforma a Ley de Radio y Televisión, impulsada sin verdadera consulta, aunque esto realmente se les debe imputar a los legisladores.
Acuerdo Migratorio con Estados Unidos, el Gobierno Mexicano creó demasiadas expectativas unilateralmente, sin considerar la situación norteamericana. La ayuda económica a Chiapas sin ir a las causas de fondo y con una reforma legal que no tuvo suficiente aceptación política, asunto en el que realmente el principal responsable es el gobernador del estado. El apoyo a la democracia en Cuba, con torpezas en la relación con Fidel Castro, quien se lo comió con su malévola astucia...
El combate al Narcotráfico con fallas serias. Preservó gobernabilidad en grado aceptable pero toleró que la Secretaría de la Función Pública no lograra nada eficaz contra “peces gordos” de la corrupción, quienes, como lo expresó Francisco Barrios, “son pillos pero no pendejos”, por aquello de que no les pudieron probar nada. Presupuesto transparente del gasto público con las inercias del pasado.
Supuestos errores y fracasos.- Muchos analistas y politólogos consideran dentro de este rublo a la falta de firmeza ante el conflicto que recrearon sus adversarios políticos en San Salvador Atenco y que culminó en cancelar el proyecto del nuevo aeropuerto internacional. El haber dejado casi intactos a los grupos del viejo sistema político en las instituciones de Seguridad y Justicia. El haberse dejado aconsejar en el proyecto del desafuero a López Obrador por amigos de Salinas de Gortari y enemigos de López Obrador. El intento de que Derbez llegara a la OEA. La relación con el Gobierno del DF, incluyendo la solución al caso Tláhuac. Privilegió a Santiago Creel en lugar de dejar su responsabilidad al PAN, pero respeto la decisión de su partido.
Sin embargo cabe decir con honestidad que ha habido una interpretación errónea en algunas de estas cosas, derivada esta por la mala costumbre fabricada durante 7 décadas de que el presidente en turno intervenía en todo y su voluntad era omnímoda. Además el centralismo era absoluto, todo se resolvía en Palacio Nacional –después fue en Los Pinos--, desde ahí se quitaban y ponían gobernadores y presidentes municipales, jefes de policía locales, jueces, en fin, todo. Al ejército se le usaba para reprimir, existía el delito de disolución social, mediante el cual se iba a la cárcel, previa paliza, todo el que alborotaba. Ya no más esto. Ahora el ejército ha recuperado su prestigio y la admiración del pueblo, hay plena libertad de pensamiento y de expresión –oral y escrita--, los estados recobraron de hecho su soberanía --falta que la recuperen en su totalidad los municipios--, en fin caminamos por la senda correcta para lograr la democracia, para que esta sea efectiva y no nada más de discursos demagógicos.
Todo esto resulta muy fácil decirlo pero hacerlo es muy difícil, en esto está empeñado hasta la tozudez Vicente Fox, a costa de quedar como el cohetero, sobre todo porque a la gente le es muy difícil entender esto, pero como no hay mal que dure cien años, siguiendo por la misma ruta finalmente la gente lo entenderá y aprenderá.
A Fox le endilgan todo, basta leer en la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos las atribuciones y responsabilidades del Presidente de la República para entender lo que puede y no puede legalmente hacer. Muchos todavía no entienden aquella contestación de Fox durante el conflicto que se suscitó entre las televisoras Azteca y Canal 40: ¿Y yo por qué? ¡Claro! Si el asunto se ventilaba en los Tribunales, o sea en el ámbito del Poder Judicial. Porque, además, ahora ya funcionan con absoluta autonomía los Poderes Legislativo y Judicial.
Viendo las cosas a través del color de este cristal, se verá que Fox ha cumplido satisfactoriamente.

miércoles, 23 de julio de 2008

¿Y tú..... qué eres?

Por: Enrique Galván-Duque Tamborrel

«Lucha por ser tal y como la filosofía ha querido que seas
Marco Aurelio.

Tener personalidad es ser alguien. La personalidad se crea sobre la base de valores y méritos positivos. No se concibe la personalidad por el hecho de una buena presencia o cosa por el estilo. La verdadera personalidad exige hechos y razones. Decía Balzac, que el andar era la fisonomía del cuerpo..... En verdad, es un juicio certero y único. La personalidad es el resultado de la adquisición constante de buenos hábitos.

Generalmente, la personalidad y grandeza de alma se esconden en aquellos que se apartan de lo que el vulgo gasta y admira. Una sola palabra apoyada por el prestigio o la fuerza de una personalidad es muchas veces suficiente para dar término a serias dificultades.

Existen pobres diablos que solamente están pendientes de las estupideces que otros inventan, para realizarlas ellos. Son tipos que se convierten en verdaderos esclavos de las costumbres, modas, estilos, formas de expresión, etc., etc. Los que tienen personalidad jamás se fijan o se preocupan en las cosas que hacen los demás. Hacen lo que mejor les parece, pero obviamente con respeto a las normas establecidas.

Ya hay personalidad en el que tiene la suerte de poseer un rico vocabulario, ya que esto es uno de los rasgos distintivos de la misma. Cada uno de nuestros actos refleja nuestra manera de ser, personalidad........ Las personas rígidamente disciplinadas son un tanto chocantes; un poquito de indisciplina no es malo; ello revela independencia de criterio, personalidad, diferencia de los demás....... Aún la misma originalidad está sujeta a reglas.

Una hija se quejaba con su padre acerca de su vida y cómo las cosas le resultaban tan difíciles. No sabía cómo hacer para seguir adelante y creía que se daría por vencida. Estaba cansada de luchar. Parecía que cuando solucionaba un problema, aparecía otro.

Su padre, un chef de cocina, la llevó a su lugar de trabajo. Allí llenó tres ollas con agua y las colocó sobre fuego fuerte. Pronto el agua de las tres ollas estaba hirviendo. En una colocó zanahorias, en otra colocó huevos y en la última colocó granos de café. Las dejó hervir sin decir palabra.

La hija esperó impacientemente, preguntándose cuál sería la idea de su padre para hacer eso.

A los veinte minutos el padre apagó el fuego. Sacó las zanahorias y las colocó en un tazón. Sacó los huevos y los colocó en otro plato. Finalmente, coló el café y lo puso en un tercer recipiente. Mirando a su hija, le dijo: - “Querida, ¿qué ves?.

-- “Zanahorias, huevos y café”, fue la respuesta.

La hizo acercarse y le pidió que tocara las zanahorias. Ella lo hizo y notó que estaban blandas.

Luego le pidió que tomara un huevo y lo rompiera. Luego de sacarle la cáscara, observó el huevo duro.

Luego le pidió que probara el café- Ella sonrió mientras disfrutaba de su rico aroma.

Humildemente y con respeto la hija preguntó: - “¿Qué significa esto, padre?”.

Él le explicó que los tres elementos habían enfrentado la misma adversidad: Agua hirviendo, pero habían reaccionado en forma diferente. La zanahoria llegó al agua: fuerte y dura, pero después de pasar por el agua hirviendo se había vuelto débil, fácil de deshacer. El huevo había llegado al agua: frágil, su cáscara fina protegía su interior líquido, pero, después de estar en agua hirviendo, su interior se había endurecido. Los granos de café, sin embargo, eran únicos; después de estar en agua hirviendo, habían cambiado al agua.

¿Cuál eres tú?, le preguntó a su hija. Cuando la adversidad llama a tu puerta, ¿Cómo respondes?
¿Eres una zanahoria que parece fuerte pero que cuando la adversidad y el dolor te tocan, te vuelves débil y pierdes tu fortaleza?
¿Eres un huevo, que comienza con un corazón maleable? ¿Poseías un espíritu fluido, pero que después de una muerte, una separación, o un despido te has vuelto dura y rígida? Por fuera te ves igual, pero ¿eres amargada y áspera, con un espíritu y un corazón endurecido?¿O eres como un grano de café? El café cambia al agua hirviente, el elemento que le causa dolor. Cuando el agua llega al punto de ebullición el café alcanza su mejor sabor. Si eres como el grano de café, cuando las cosas se ponen peor, tú reaccionas mejor y haces que las cosas a tú alrededor mejoren.

Y tú, de los tres, ¿Cuál eres?



Con mi agradecimiento a mi hijo Marco Antonio
Diciembre de 2002

Un sueño utópico

Por: Enrique Galván-Duque Tamborrel

utopía o utopia. (Del gr. οὐ, no, y τόπος, lugar: lugar que no existe). f. Plan, proyecto, doctrina o sistema optimista que aparece como irrealizable en el momento de su formulación.

Un viejo y muy estimado amigo, de nacionalidad holandesa y que radica desde hace muchos años en Araba, y del que no tenía noticia hace varios años, me escribió hace unas semanas. Excuso decirles la gran alegría que me causó recibir su misiva, principalmente sabiendo que, independientemente de los achaques normales de la edad –es tres años mayor que yo, o sea 81--, se encuentra perfectamente bien y sigue dándole vuelo a la hilacha, su hilacha son los viajes, le fascina andar para arriba y para abajo como dicen en mi tierra, es claro que ahora con las limitaciones que impone la edad –otra vez la edad-- , ustedes saben, que si la presión, que si el azúcar, qué se yo cuantas cosas inventan los años.

Bueno, pues el caso es que este buen amigo venía dos o tres veces al año a nuestra amada patria, le encantaba la campiña y las poblaciones típicas de nuestro mal cuidado México –trabajó durante varios años para National Geographic Magazine--, le gustaba, siempre que venía, pasar cuando menos una semana en la Ciudad de México, en donde precisamente nos conocimos hace aproximadamente 50 años. Mi amigo me dice en su carta que dejó de venir a México y principalmente a la capital por lo conflictivo que se ha vuelto, siendo la última vez que visitó la capital precisamente en ocasión de los bloqueos de las calles provocados por López Obrador.

Por el comentario de mi amigo, me entró el gusanito de averiguar algo sobre el tema. Se sabe de las continuas manifestaciones que por uno u otro motivo se llevan a cabo en la ciudad de México, pero no se imagina uno la cantidad, así es que cuando empecé a conocer cifras francamente me fui de espaldas.

Cada año hay 2,500 manifestaciones en la capital, que equivalen a 6.8 marchas por día, o lo que es lo mismo, una casi cada cuatro horas. Esto significa que decenas de miles de personas puedan protestar por un tema que convoca a múltiples segmentos de la sociedad —la marcha de repudio a la inseguridad ciudadana o la protesta contra el desafuero de Andrés Manuel López Obrador, por citar las más grandes que han existido—, o pequeños grupos de 15 personas decidan cerrar el imperial Paseo de la Reforma por las razones que se quieran. En los casos multitudinarios, la población capitalina asimila perfectamente el proceso, pero con las pequeñas, sin importar cuán legítimas pudiera ser sus motivaciones, la molestia está creciendo y los niveles de tolerancia se están agotando.

Hay razones objetivas para que un ciudadano común y corriente se esté agotando por las protestas.

Grupúsculos bloqueando calles han provocado casos donde una persona en su automóvil a cinco calles de llegar a su casa, haya enfrentado tantos cierres que ha demorado hasta cinco horas en alcanzar su destino, y que los tiempos mexicanos sean como los musulmanes, donde el reloj de la hora no significa nada. La vida cotidiana llena de incertidumbres se ha vuelto impredecible, pues la estrangulación de una arteria importante, genera un caos vial multiplicador. Hay marchas de todo y para todos. Políticas y económicas, sociales y particulares. Hay de niños y niñas, con machetes y pañuelos blancos, de policías contra delincuentes y de delincuentes contra el gobierno.

Hay de estudiantes, de marginados, de campesinos, de burócratas, de obreros, de encuerados y de homosexuales; las hay diurnas y nocturnas. En fin, de chile, de dulce y de manteca, para todos los gustos.

Las crecientes molestias ciudadanas contra las marchas han ido creciendo, hace unos días se suscitó un acalorado debate entre el secretario del Trabajo, Javier Lozano, y el jefe de gobierno del Distrito Federal, Marcelo Ebrard. Desde Los Pinos, acusa el secretario capitalino de Seguridad Pública, Joel Ortega, diciendo a los medios de que va a renunciar, molestos porque se ha resistido a los numerosos llamados para utilizar la fuerza pública para desalojar a los maestros disidentes frente al ISSSTE, que decidieron tomarse ocho carriles de una avenida, por casi cien metros para montar un camping de rebelión contra la reforma. Ortega declaró que si llegara a renunciar no sería por "reprimir" una protesta, recordando que durante el gobierno de Ernesto Zedillo, un antecesor suyo, David Garay, fue despedido sumariamente porque intervino con la fuerza pública para desalojar otra protesta de los maestros disidentes. .Lozano y Ebrard se han trenzado en la polémica entre reprimir y no reprimir, con el primero argumentando acertadamente la utilización de la ley, mientras que el segundo refuta la ley con razonamientos políticos. Lo que no se quieren dar cuenta es que poner orden con fundamento en la ley no es reprimir, y esto rebasó ya el razonamiento tanto en la autoridad como en los ciudadanos.

Lozano se ha montado en el clamor popular que suplica que tundan a quien sea necesario para liberar las calles, pues al ya complicado tráfico capitalino se le han añadido factores adicionales de incomodidad y frustración al colocar a cualquier ciudadano en el limbo del tiempo. Ebrard, por su lado, pide que se establezcan los términos en los cuales puedan manifestarse los inconformes para dar cauce político positivo a sus insatisfacciones, con la expectativa de que los problemas lleguen a ser resueltos. Los dos tienen razón, pero nunca van a encontrar el entendimiento porque el fondo del problema está intocado.

En lo que no han reparado es que, independientemente de las molestias que causan las manifestaciones callejeras, hay otro aspecto que desgraciadamente es mucho muy importante para un país como México, en donde hacen falta empleos, los que en estas circunstancias resulta punto menos que imposible crear. Además, independientemente de la dificultad de crear empleos, ¿Quién los va a ocupar? ¿La bola de zánganos que se pasan la vida en manifestaciones? Existen ya, aparte de los sempiternos líderes corruptos, especialistas en alborotar el cotarro para organizar manifestaciones, como sus tropas ya perfectamente estructuradas de mercenarios listos para el llamado de sus jefes. Y que me perdonen, pero en las filas del PRD hay verdaderos especialistas para ello, ante los hechos no hay argumentos.

Ortega ha deslizado lo que es el punto nodal que explica tanto la posición del gobierno capitalino, como las puertas de salida a este embrollo, cuando asegura que no va a usar la fuerza pública contra los manifestantes porque no pagará los costos políticos de problemas que no fueron originados por la administración defeña.

En este punto se encuentra el marco del diagnóstico. Emilio Álvarez Icaza, presidente de la Comisión de Derechos Humanos del Distrito Federal, dijo en el programa Código 2007, coproducido por El Universal Televisión y Proyecto 40, que en los últimos cinco años se han movilizado en la Ciudad de México 10 millones de personas (5,479 personas por día; 228 por cada hora) en manifestaciones que tienen su origen en problemas no resueltos por el gobierno federal o por gobiernos ajenos al Distrito Federal, contra menos de 400 mil personas (219 por día; 9 por hora) cuyos problemas sí tienen un origen en la autoridad local. Visto desde la perspectiva de Ortega, al gobierno del Distrito Federal le piden pagar un alto costo político al reprimir, cuando son responsables de un 4% de los problemas por los cuales millones de manifestantes han tenido en jaque a la Ciudad de México en el último lustro. Total hablan y hablan, se tiran la bolita unos y otros, pero cabe la pregunta: ¿Cuánto le cuesta a la nación todos los daños y perjuicios que causan las manifestaciones callejera?, además ¿quien o quienes les paga o provee de los necesario a los manifestantes?

No se trata de que los gobiernos federal y capitalino "jueguen ping-pong" en la responsabilidad sobre las marchas, como caracteriza Álvarez Icaza, sino exactamente lo contrario. Que ambos gobiernos, y todos los demás que no son actores vivos en este debate, actúen con responsabilidad. Si hay marchas exasperantes en la Ciudad de México –y ya también en otras poblaciones del país-- es porque no se ha resuelto un problema o existen suficientes condiciones de conflicto para generar la protesta. Si el destino final de cada protesta que se respete es la Ciudad de México, es porque el poder político centralizado hace de la capital el área más sensible para la confrontación, donde juegan a las vencidas todos los actores políticos ad infinitum, lo que es una perversión del sistema político mexicano, que es donde se encuentra el cáncer.

Hay 2,500 protestas al año porque el sistema no está procesando los problemas, menos aún resolviéndolos. Las leyes, en este caso, sí ayudarían a disolver la protesta, pero con un sistema político incapaz de satisfacer las demandas, sería una locura reprimir porque el efecto sería el de aplastar una gelatina: se desparrama el conflicto. La estructura sistémica de la política está totalmente rebasada, y en ello habría que enfocar la mira para buscar la cura al cáncer. Los gobiernos, en todos sus niveles, deberían de tener la capacidad para procesar y resolver los problemas en sus instancias adecuadas, y no lavarse las manos y rebotarlos hacia la ciudad de México en espera que una autoridad superior, asediada por la presión de la protesta, los resuelva por ellos.

Estamos de acuerdo que de gobernantes incompetentes está repleto el país, pero no tiene que ser un determinismo. Pero también aceptemos que los que medran con las manifestaciones ya rebasaron el límite tolerable. Yo los veo como una organización que ha adquirido ya mucho poder, tal y como lo es el crimen organizado.

Sobre ambos bandos habría que enfocar la opinión pública y la política sus baterías. Los Ebrard, los Ortegas y los Lozano, aparentemente sólo están tratando de hacer lo menos rasposo su trabajo, enfrascados en su juego de tirarse la bolita pero sin resolver los problemas de muchos.

A los sempiternos inconformes no se les puede pedir que ya no marchen, porque es tanto como pedir un imposible, una verdadera utopía. Pero a los políticos, esa petición debe ser una exigencia, antes de que al congestionamiento vial en las calles de la Ciudad de México se le sume la sangre de una violencia emanada por la impotencia y frustración de una sociedad de agravios acumulados y tolerancia en rendimiento decreciente.

Por otra parte, además de la incomodad y daño que se causa a los ciudadanos, aparece en forma muy importante la afectación al turismo, muchos turistas que acostumbraban visitar con regularidad nuestra ciudad capital, como el caso de mi amigo al que me referí al principio, ya mejor se van a otros destinos, lo que conlleva una baja en los ingresos que por ese renglón se obtienen.

El problema se agrava porque ya este tipo de manifestaciones no sólo se llevan a cabo en la capital, sino que se han trasladado a otras ciudades, algunas de las cuales, como Acapulco, Oaxaca, Guadalajara y Puebla, por citar a las más connotadas, han tenido serías afectaciones dado que se ha ahuyentado el turismo. Y aquí cabe la observación:, resulta incongruente que un país eminentemente turístico y que necesita de los ingresos que produce ese importante sector, las profesionales y mercenarios de las manifestaciones no tomen en cuenta ese factor.

Parafraseando a Martin Luther King: «Anoche tuve un sueño utópico, soñé que se acababan las manifestaciones callejeras en México»

Igualdad plena para todos los mexicanos

Por: Enrique Galván-Duque Tamborrel

“Cuando los hombres introducen en una ley la injusticia,
Dios pone en ella la justicia y hiere con la ley a los que la han hecho”
Víctor Hugo

Cuando se habla de pueblos indígenas surgen las dudas: ¿cómo se establecerá la unidad del mismo cuando los integrantes de la etnia se encuentran dispersos en distintos lugares, como ocurre con la náhuatl?, ¿Cómo se definiría que grupo alcanza la categoría de pueblo y cómo se establecería si este tiene sus propias instituciones sociales, económicas, culturales y políticas o, como reza la iniciativa “parte de ellas?”

¿Qué tanto debe ser esa parte para que alcance los beneficios de la imputación política que establecía la iniciativa? Este punto es importante, porque si esos pueblos indígenas tienen todos esos derechos de los que decía la iniciativa, deben ser definidos como tales, deben ser delimitados jurídicamente por la sencilla razón de que si no es así, cualquiera podría exigir esos beneficios en cualquier lugar del país. Hay comunidades que se encuentran muy delimitadas, como los mixes, los tarahumaras o los yaquis, pero ¿qué ocurriría con las más numerosas, como la náhuatl por ejemplo, cómo se podrían imponer esos criterios en pleno Distrito Federal, quienes serian los beneficiarios de la ley u quienes no?

Dentro de un pueblo indígena, al no haber definición del tipo de persona jurídica que éste constituirá ¿podrían crearse varias organizaciones? Y, en el caso de que fuera una sola, ¿se eliminaría entonces la libertad de asociación, es decir se haría obligatoria la suscripción a la organización por el simple hacho de estar como indígena o como miembro de una etnia?

Si la comunidad indígena se establece como una entidad de derecho publico, como lo decía la iniciativa y siguen insistiendo algunos legisladores, y considerando que según el Código Civil sólo se señalan como personas morales de carácter público a la Federación, Los Estados y los Municipios, ¿estaríamos hablando entonces de la creación de una nueva categoría o cual es el modelo de entidad de derecho publico aplicable a las comunidades indígenas? En los lugares donde el concepto es aplicado con acierto, como Oaxaca, tribus yaquis y tarahumaras, sus comunidades se encuentran encuadradas en municipios y esos derechos se aplican al orden municipal. Evidentemente ello no podría ser así en comunidades indígenas en el Distrito Federal o, incluso, en la mayor parte del estado de Chiapas. Si se decidiera operar en ese sentido tendría que realizarse una profunda, y minuciosamente estudiada, remunicipalización en todo México. Además, y hay que enfatizarlo, ¿qué ocurriría en las comunidades que tienen un fuerte contenido mestizo o diferencias internas como ocurre en todo Chiapas?
Una entidad de derecho publico tiene que estar expresamente delimitada por la ley y por los principios de seguridad jurídica y de igualdad de todos ante la ley ¿cómo compaginar esto con los usos y costumbres que pueden ser tantos como los pueblos o sus organizaciones decidan? ¿Cómo se aplican esos usos y costumbres? Si la comunidad o pueblo indígena es definido como tal, se entiende que existe una delimitación territorial del mismo, y siendo así, esa legislación se aplica a todos los que vivan en ese espacio, sean o no indígenas, incluso entre quienes estén temporalmente ¿cuáles son los limites de esa delimitación?

Se habla de autonomía y de libre determinación. Si para instituciones como es la U.N.A.M. existen una serie de contradicciones, para aplicarse a comunidades ¿qué se debe entender por libre determinación y autonomía?, ¿Quiénes son sujetos a estas?, ¿Cuáles serán competencias, atribuciones, las facultades, los derechos, las obligaciones de los sujetos tenidos como autónomos? Y ¿a qué o a quienes se atribuyen esos derechos?
El trato a los indígenas siempre ha sido, en alto porcentaje, discriminatorio por parte de la sociedad en general, incluidos en esta a criollos, mestizos e indígenas “emancipados”; de estos últimos parece paradójico pero así es. La cultura de la discriminación es común denominador en la sociedad mexicana, igual se discrimina al indígena que a cualquier persona de capacidad o preferencia diferente, ¡vamos! Hasta a la mujer, ser excelso de la creación, de la que nacemos todos los seres humanos, sufre la discriminación, sobre todo paradójicamente durante la etapa sublime de la preñez.
En la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos esta perfectamente consagrado el derecho de TODOS los mexicanos, SIN EXCEPCION DE RAZA o credo, entonces por qué marcar diferencias, al hacerlo se convierte en racismo, aspecto contrario al espíritu constitucional.
La realidad es que todos los mexicanos no hemos aprendido a respetar las leyes, se legisla y se decreta pero no se cumple. Ejemplos abundantes y notables sobran, esto relativo a la discriminación de los indígenas es una muestra de ello. En el ámbito rural (en memoria de las encomiendas) se apoya y protege al poderoso en detrimento de los indígenas. En el ámbito urbano se les margina sin piedad dándoles un trato de parias.
Decía la iniciativa: “...acceder de manera colectiva al uso y disfrute de los recursos naturales en sus tierras y territorios, entendidos estos como la totalidad del hábitat que los indígenas usan y ocupan, salvo aquellos cuyo dominio corresponde a la nación”, ¿el uso colectivo elimina a las otras formas de propiedad en sus territorios?, ¿Cuál es el sujeto jurídico de esos amplísimos derechos?, ¿Qué significan los términos de uso y disfrute?, ¿Querrá decir que los indígenas tendrán el derecho de usar y disfrutar pero no de disponer o sea que no tendrán derecho de propiedad?, ¿El que los indígenas puedan usar y disfrutar de su hábitat supone el desconocimiento al derecho de los propietarios particulares de los ejidos y comunidades o de otros propietarios para hacer valer sus derechos?
Seria lamentable que se cayera en considerar que el asunto es de blancos y negros, de estar a favor o en contra de los derechos indígenas y olvidar que los mismos deben ir, por lo menos, en paralelo con el derecho de todos los mexicanos.

El sentido ético de nuestra existencia

Por: Enrique Galván-Duque Tamborrel
“Los humanos tenemos un instinto ético
que está en la razón y que nos dice,
lo bueno y lo malo. Ese es el sentido ético.”

¿Por qué se necesita la ética en los medios de comunicación? La principal consecuencia de la ausencia de la ética sería vivir sin pensar y sin reflexionar. La ética es necesaria para encontrar el sentido a la vida y ese sentido se encuentra a través de la reflexión. Cuando reflexionamos sobre la conducta humana surge la reflexión. La falta de ética es la falta de reflexión, una persona sin ética vive de sentimientos y de visiones, no del uso de la razón. Al usar la razón comenzamos a preguntarnos sobre el sentido de la vida, lo que es bueno o malo, lo cual procesamos racionalmente y decidimos en consecuencia.
En la razón se encuentra el criterio que es el metro para medir la distancia, el valor fundamental es la vida. Así, en función de la vida entendemos qué es bueno y lo contrario, qué es malo. Como un niño que ve la TV. y ve un asesinato y pregunta por qué eso es malo, lo sabe. Lo mismo cuando él engaña, sabe que está mal, eso es un juicio ético, no se lo enseñaron lo sabe por naturaleza. Al niño que tratas mal en su cumpleaños, se siente lastimado: no lo quieren… ¿quién se lo dijo?... nadie.
Los humanos tenemos un instinto ético que está en la razón y que nos dice, lo bueno y lo malo. Ese es el sentido ético. Las cosas básicas se pueden entender, pero hay otras más complicadas que requieren un ejercicio de la razón, ¿y Dios existe? Se necesita una capacidad de reflexión más profunda, lo estudia la ética especializada, la de los profesionistas.
Por ejemplo un médico, que sabe que su misión es sanar (la salud está en función de la vida), sabe que profesionalmente si va en contra de eso está haciendo mal. O un periodista que no está diciendo la verdad y comunica un hecho falso como verdadero, en ese momento sabe que no está haciendo algo correcto. Esas valoraciones, son éticas. El hecho de decir “no me gusta”, es un sentimiento ético entre bien y mal aunque no sepa explicarlo.
¿Se puede perder ese instinto ético?, ¿Cuál es el camino correcto? Lo primero que hay que reforzar y entender es que es necesaria la preparación personal, tenemos que usar la razón y la reflexión. En la niñez se ha implantando un tipo de conducta, confiamos y observamos a nuestros padres, familia, maestros, sociedad; es decir, tenemos esa inocencia y asimilamos lo que hacen nuestros mayores y actuamos espontáneamente en esos valores que aprendimos y no los reflexionamos ni cuestionamos si estamos haciendo algo malo.
Es como cuando haces la digestión y algo no funciona bien, evitas seguir comiendo lo mismo. En el caso de la vida, cuando algo sale mal, también hay que reflexionar sobre nuestro modo de vida, porque tenemos dudas, dudas sobre quiénes nos rodean, en este momento es cuando el hombre puede tener miedo si sigue comportándose con los hábitos anteriores. El proceso racional es como “digerir” los alimentos sanamente. Normalmente escuchamos muchas opiniones y nos preguntamos, ¿cuál es la verdad? El asunto es que las opiniones son puntos de vista, por ello se necesita una investigación y profundización para buscar la verdad.
Si nos dejamos llevar por las costumbres y las tradiciones únicamente estamos perdidos. Tenemos que reflexionar, digerir, cuestionar y desechar lo que no nos sirve. Al igual que el estómago, la razón no siempre filtra bien, no asimila totalmente, y con ello la salud espiritual se afecta. El problema (o el camino correcto) se resuelve cuando reflexionamos, asimilamos lo bueno para nosotros y desechamos lo que no nos sirve.
¿Se puede contestar esta reflexión ética sin practicar una religión? Entender la religión es entender un conjunto de prácticas pero se pueden tener éstas prácticas toda la vida y no creer en Dios. Lo que existe en nosotros es un sentido de trascendencia y al cuestionarnos sobre esto le estamos dando sentido a la vida. Esas respuestas están en la naturaleza y en la inteligencia.
Es la inteligencia la que nos empuja a hacernos estas preguntas existenciales. Toda persona es religiosa y está en la naturaleza preguntarse sobre esta trascendencia. Con este ejercicio de nuestra inteligencia llega un momento que descubrimos que hay alguien más, la causa última de las cosas. Antes de plantearnos problemas religiosos nos planteamos estas interrogantes.
Si queremos saber más la inteligencia no alcanza, ahí llega el sentimiento religioso, investigas de la religión, quieres expresar ese conocimiento de Dios y surgen las prácticas religiosas. Si yo me hago una idea falsa de Dios, las prácticas de religión que haga tampoco serán las correctas, puede ser que tenga prácticas religiosas a un Dios que no existe. Se puede dar una religiosidad escatológica, sin conocer quién es realmente Dios.
Para los cristianos esto se ve muy claro en la vida de los apóstoles entorno a Jesucristo:
- Primero ven a Jesucristo y cómo actúa, descubren que no es un hombre.
- Surge el sentimiento de vinculación, religación, depositas tu confianza.
- Esa vinculación genera un afecto.
- Es en la Resurrección cuando se aclara todo. Demuestra su naturaleza divina.
- Es la autoridad de la fe. Un segundo conocimiento que la razón no alcanza.
- Uno confía como el niño, así es la fe en Jesucristo.
¿Qué le diría a quienes piensan “es mi ética”? Es un producto de la cultura actual, seguimos lo que nos proponen y pasamos muchos años asumiéndolo como norma, no somos capaces de hacer una valoración. Cuando comenzamos a razonar tenemos que “personalizar” las opiniones y lo filtrarlas con nuestra inteligencia. La opinión (“mi ética”) es una valoración sobre las cosas, pero no lo que las cosas son, eso es ciencia y las ciencias son más perfectas en tanto más certeza te dan de las cosas.
Por instinto razono y me doy cuenta de las cosas malas, que además, yo mismo hago.
¿Nos quedamos a nivel de opiniones y sentimientos? Esa es la razón psicológica por la que no somos éticos. Vivimos por instintos, emociones, opiniones, como los niños porque no filtramos las cosas por la razón y después está el influjo del contexto ambiental, y con una razón débil, las cosas me absorben.
¿Como se evita?, ejercitando la razón y profundizando todos los días. Hay que educar la inteligencia. De ahí viene la importancia de la formación filosófica, la lógica, donde se aprende a cómo usar la inteligencia.
¿Cómo describe la problemática de España, con tanto bienestar y falta de moral? El exceso de bienestar material, es un factor que impide el ejercicio de la razón, porque se crea la conciencia de autosuficiencia, la no necesidad de razonar. La tentación inmediata es pensar “ya lo tengo todo”, los que manejan el poder –económico o político- creen que tienen poder como Dios, todo se justifica para tener más en vez de ser más y para conseguir sus objetivos son capaces de todo, la utilización maquiavélica de la inteligencia, para conseguir el poder económico y el político.
Normalmente la gente más modesta, tiende a ser éticamente mejor. Esa es la gran pregunta de la civilización actual. Ha habido un desarrollo tecnológico y material impresionante y al mismo tiempo se ha deshumanizado el mundo. Es decir, la tecnología se desarrolla a través de la industria de la guerra y después se abre al mundo para que se utilice. De aquí la necesidad de crear conciencia de que estos problemas no tienen solución si no se usa la conciencia ética.
La tecnología y lo material sin conciencia ética es una perversión. Las generaciones que han creado ese desajuste se habrán muerto en unos años, por lo tanto la humanidad del presente tiene la responsabilidad de la humanidad del futuro…
¿Algunos consejos para los profesionales de los medios?
1. Hay que tener principios éticos sanos. La actitud de hacer las cosas lo mejor que se pueda y si cometemos errores hay que enmendarlos.
2. Para ser un buen profesional hay que tener principios éticos: sino lo hace, se está ganando su sueldo injustamente, no tiene derecho a alimentar a su familia con dinero ganando con mentiras:
a. Decir la verdad.
b. Defender los valores humanos.
c. Tener voluntad porque la buena intención no sirve si no se ejecuta.
¿Alguna conclusión sobre la ética? La humanidad es tan infeliz y desgraciada porque no sabe pensar, no sabe razonar, el uso de la razón es importante. La felicidad viene de saber usar la razón, da satisfacción corregir los errores, darte cuenta de que estabas equivocado y eso da mucha alegría. En este mundo hay un miedo a reconocer los errores: “Yo no me equivoco”. Pero cuando corriges un error a tiempo da más felicidad porque encuentras el camino correcto.
Buscar la verdad sin miedo a equivocarse y enmendar los errores como una experiencia personal es fundamental, pues estás en la oscuridad y encuentras la luz.

martes, 22 de julio de 2008

Una joya arrumbada

Por: Enrique Galván-Duque Tamborrel

Quien ha llegado a edad, ponga el sentido
en dejar que quien viene atrás mancebo
pase por el camino que ha venido.

Lope de Vega


Hablando muy en serio, los ancianos deben redescubrirse, porque hoy están solos y anquilosados en el umbral de la aniquilación. La obsesión de obtener únicamente la eficiencia que domina a la sociedad actual, inmersos esta en un mundo globalizado que carece de valores y con la única preocupación de hacer capital a l ritmo del Internet, ha dejado a los ancianos a la orilla del camino y los considera un problema, un estorbo.
Lo que sucede es que nadie se detiene a reflexionar sobre este asunto que es de vital importancia para la estabilidad de valores de la familia y por ende de la sociedad, considerando que aquella es la célula de ésta. En la actualidad los hijos tienden a despreciar y hasta sobajar a los abuelos, sin darse cuenta que son la real integración familiar, por ello las familias se están desintegrando.
Por avance de la ciencia, que es tan importante, tanto que ha contrarestado y superado a todos los males producto de la contaminación. Mientras, la sociedad que persigue el éxito a costa de lo que sea, y no digamos su beneficio, mantiene marginados a los ancianos considerándolos una carga.
Actualmente, y principalmente en donde los ritmos de vida son a la velocidad de Internet, predomina el factor eficiencia, mismo que provoca que los ancianos se encuentren solos, con la única meta de su aniquilamiento por la impotencia en la que se encuentran inmersos. Están arrinconados, como estorbosos triques viejos, abandonados, aunque sea que estén en familia, lo que hace más degradante el hecho.
Esta situación definitivamente degradante en que viven –si a esto se puede llamar vida-- no pocos ancianos, es necesario, ¡imprescindible!, revertirlo, transformándolo en un algo positivo para toda la sociedad. Los ancianos poseen por sí mismos valores inconmensurables que indiscutiblemente pueden significar una ayuda invaluable para que ésta pueda contemplar con esperanza el presente y el futuro, recordando aquello de que: como te veo me vi y como me ves te verás.
Los ancianos son actores principales de los ideales y valores de toda sociedad, situación que son norma de toda convivencia humana. Su experiencia –más sabe el diablo por viejo que por diablo-- les brinda la capacidad de comprender las más complejas vicisitudes de la vida, por su experiencia misma, a la vez que les permite vislumbrar y prevenir futuras causa por errores posibles, tan comunes en la sociedad actual, principalmente el los jóvenes que son muy dados a querer comerse al mundo sin medir sus pasos y consecuencias.
Los jóvenes, incluso, miran al anciano con admiración y confianza cuando en él reconocen un modelo a imitar y una persona prudente a la que consultar las cuestiones importantes de la vida. Esto sin importar lo viciosos e irresponsables que parezcan esas “tribus complejas” plagadas de los nuevos comportamientos juveniles.
Es imperiosamente necesario promover una educación cuyo objetivo sea, fundamentalmente, el respeto al anciano, y que sepa valorar sus potencialidades.
Los ancianos, bajo el lema: “Envejecer es el único medio de vivir más tiempo”, pero no sólo por vivir, sino para hacer acopio de toda la experiencia que la vida nos da y encaminarla a traspasarla a los que nos siguen. La vejez es un tiempo favorable en que las personas enriquecidas y maduras por la experiencia adquirida a través de la vida pueden rendir un amplio tributo a la misma retribuyéndosela en las la figura de su descendencia.
Todo esto nos debe hacer reflexionar en la importancia de procurar a los ancianos el debido respeto y la necesaria confianza que les permita expresarse, sintiéndose acogidos y amados; y no sólo “recogidos” y tolerados soberbiamente por los “buenos hijos”.

Los magnicidios en México

Por: Antero Duks


Si hacemos una relación de los magnicidios ocurridos en México durante el Siglo XX, tendríamos que empezar por el alevoso asesinato del presidente Francisco I. Madero y su vicepresidente José María Pino Suárez, el 22 de febrero de 1913. Este artero crimen impidió que Madero pudiera ver realizado su anhelo de democracia en nuestra Patria pues solamente pudo ser presidente durante quince meses.

Si bien es verdad, como han señalado injustamente críticos e historiadores, que careció de la suficiente energía para contener las pasionales ambiciones despertadas en muchos, pero no se dieron cuenta –o no quisieron darse cuenta-- que por no satisfacer ambiciones de grupos o personales –como la del embajador estadounidense Mr. Henry Lane Wilson– que querían parte del botín que quedaba de los casi treinta y tres años de “porfiriato”, sin embargo, Madero era presidente –este si Legítimo-- – de todos los mexicanos.
En este magnicidio quedó claro que el evidente autor intelectual fue el general Victoriano Huerta y sus paniaguados, --citados históricamente como “El Chacal” y sus esbirros—quien a pesar de sus ínfulas sólo pudo mantenerse en el poder diez y siete meses.
El acto cometido por “El Chacal” dio lugar al estallido de la parte cruenta de la Revolución Mexicana. Luchas entre facciones de los caciques y los caudillos revolucionarios que duró quince años, con el saldo de más de un millón de muertos.
Los crímenes estaban a la orden del día: Carranza, Zapata, Villa, Serrano y otros desfilaron hacia la sepultura como consecuencia de asesinatos planeados, hasta que le llegó el turno a Álvaro Obregón Salido, quien por su empeño de ver consolidada la Revolución y abrir el camino a la prosperidad lo llevaron a querer volver a tomar el mando. Este hecho llevó a muchos, que sentían lastimada su ambición de riquezas y canonjías, a acusarlo de que sólo lo llevaba la ambición por perpetuarse en el poder, al estilo Porfirio Díaz. Después de su primer cuatrienio, y siendo presidente “su aparente amigo” Plutarco Elías Calles, organizó su reelección presidencial, y después de triunfar, disfrazado de un aparente júbilo, lo traicionó, bueno, para ser honestos, no Don Plutarco en sí, sino sus paniaguados, a quienes no les convenía que Obregón volviera al poder que en esa época significaba la presidencia de la República
En una de esas expresiones de júbilo, en una comida efectuada el 17 de julio de 1928, en el Parque de la Bombilla, sito en San Angel, en el sur del Distrito Federal, fue abatido a balazos por el joven José de León Toral. Y claro, todo el proceso jurídico estuvo viciado, empezando por la existencia de dos actas de defunción. Todo esto manipulado por los callistas.
Cuentan que cuando llegó Calles a ver el cadáver de Obregón, iba acompañado por el Gral. Joaquín Amaro, quien era a la sazón Secretario de Guerra y Marina, Cholita su secretaria y el chofer. Cuentan que llegó muy serio, aparentemente apesadumbrado, no saludó a nadie. Llegó hasta a una pequeña recamara en que se encontraba el cadáver, se acercó y pudo apreciar el todavía sangrante cuerpo. Calles se acercó su rostro muy cerca del de Obregón y murmuró: “Querías ser presidente de nuevo, hijo de ….., pues no llegaste”. Verdad o mentira este relato, el caso es que dicen quienes estaban presentes que en el rostro de Calles se dibujó una sonrisa burlona, tan notoria que el Gral. Higinio Alvarez García, leal obregonista, sacó su pistola con intenciones de matarlo, actó que apaciguó inmediatamente la oportuna intervención del doctor y Gral. Enrique Osornio.
Posteriormente, el profesor Aurelio Manrique, apasionado obregonista por convicción, se acerca al General Calles y casi gritándole le dice: General, el obregonismo no ha muerto. -con o sin razón aquí se imputa el crimen a un miembro de su gobierno, a Morones--. Es necesario que se aclare esta situación… Mientras eso sucedía, tanto Morones, que era el Secretario de Industria y Comercio, había sido informado telefónicamente que el hijo del general Obregón, Humberto Obregón, había salido pistola en mano de su casa para ir en su busca.
En tanto ya se habían elaborado dos actas de defunción en las que había una sorprendente discordancia entre los seis balazos salidos de la pistola de León Toral y de las varias (13 a 19) perforaciones de proyectiles de diferentes calibres, unas por la espalda y otras por el pecho.
La duda prevaleció, y lo hace hasta la fecha, ¿Quién fue el autor intelectual del magnicidio?, así como ¿Cuántos fueron los gatilleros? Hasta la fecha ha prevalecido de que el gatillero fue sólo uno: León Toral, pero lo de la intelectualidad quedó realmente en aire, enredaron a muchos, pero la duda quedó.
Entre los obregonistas prevalecieron repartidas dos tesis, unos decían que fue Plutarco Elías Calles y otros que Morones. Sin embargo, la tesis más convincente finalmente fue que el autor intelectual fue el grupo que integraba la camarilla que cobijada bajo la sombra de don Plutarco.
La mencionada camarilla, de la que formaba parte, entre varios otros, Morones y Luís León --este turbio político que fue el autor del mote de “Jefe Máximo de la Revolución” con que distinguieron a Calles—fue la que a la larga se aprovechó de la Revolución. Primero Endiosaron a don Plutarco –que se dejó querer-- y a su sombra realizaron una serie de turbias maniobras para enriquecerse impunemente.
Ya estando Emilio Portes Gil en la presidencia, en calidad de interino, y claro que con la bendición del “Jefe Máximo”, a este se le ocurrió la idea –que se antoja magnífica dado el estado de las pugnas entre facciones que había por aquel entonces-- de formar el Partido Nacional Revolucionario (PNR). En ese momento vio luz primera la “Trinca Infernal” (PNR-PRM-PRI), la cual en vez de aprovechar el momento para crear un nuevo México, con otra mentalidad y cultura, lo llevaron --con su obsesión de mantener una hegemonía que se fue pudriendo más y más—a tirar a la basura siete largas décadas.
Cuando Lázaro Cárdenas del Río llegó a la presidencia, por obra y gracias de su mentor don Plutarco, envolvieron a aquel y traicionaron a este. Acusaron a Calles de traidor a la revolución, e intrigaron para que Lázaro mandara al exilio a su mentor, así como para que fuera corrido del PNR con la misma acusación. Gracias a que prevaleció en Lázaro algo de su sentimiento de lealtad no lo mató, como entonces se acostumbraba para eliminar al oponente, esto no agradó mucho a la camarilla traidora pero lo tuvieron que digerir para poder seguir medrando cobijados por el poder de “Trompudo”, como ellos mismos lo apodaron.
Para que se vea la “calidad” de la susodicha camarilla, cuando retornó don Plutarco a México, ya estando Manuel Avila Camacho en la silla presidencial, también retornó (la camarilla) a las alabanzas, lo reposicionaron con todos los honores en el PNR. Posteriormente, también con todos los honores, bautizaron al auditorio del partido con su nombre. Así se estilan las cosas en el “sagrado partido”.
Pasó el tiempo y se “institucionalizó la revolución”. En tiempos de Luis Echeverría sorprendieron los magnicidios de Eugenio Garza Sada en Monterrey y de Fernando Aranguren en Guadalajara. ¿Quiénes fueron los autores intelectuales de los crímenes y porqué los cometieron? Sigue pendiente la respuesta verdadera, aunque todo apunta de que fueron los integrantes del grupo subversivo “23 de septiembre”, del que formaba parte el hijo de Rosario Ibarra de Piedra, que tanto ha clamado por justicia para él, pero no para los que asesinó.
Por otra parte, el 30 de mayo de 1984, el asesinato del columnista Manuel Buendía Tellez Girón. ¿Quién fue el verdadero autor intelectual y por qué lo mataron? Consta que el autor material fue Juan Rafael Moro Ávila-Camacho y el director, José Antonio Zorrilla Pérez. Pero a este, ¿quién se lo ordenó?
Pasó el tiempo y llegamos al 24 de mayo de 1993, al magnicidio del Cardenal Juan Jesús Posadas Ocampo, en Guadalajara. Han pasado quince años de investigaciones, contradicciones y mentiras, de ansias por cerrar el caso y de poner obstáculos por todas partes, sin medirse en calumnias, intentos de extorsión, siembra de falsos testigos y amenazas en contra los que legítimamente exigen la verdad. Unos y otros se avientan la bolita pero no se llega a nada.
Y para no olvidarlos, ahí quedaron los magnicidios de Luís Donaldo Colosio, el 23 de marzo de 1994, y el de José Francisco Ruiz Massieu, el 28 de septiembre de 1994. De cuyas investigaciones y versiones oficiales ha habido tantas falacias que sólo producen asco, claro que también incredulidad como en la de Obregón.

¡Así se estilan las cosas en nuestra muy amada Patria!

La pregunta queda en el aire: ¿Cambiaremos?

O nos quedamos con la versión negativa: “No se le puede pedir peras al olmo?


¿Izquierda Progresista?

Por: Enrique Galván-Duque Tamborrel

En una mañana de un bonito día, al calor de un sabroso desayuno, leía en un periódico los pleitos entre las cúpulas del PRD. Ahí hablaban de la Izquierda Unida, la Nueva Izquierda, la Izquierda Progresista y la Izquierda Conservadora, total que me enredé con tanta izquierda que hasta el brazo derecho me dolió.
Aunque en realidad nunca he entendido bien el verdadero –cada quien la interpreta como se le da la gana, según me ha dado cuenta-- significado de una y otra. Desde hace tiempo me ha llamado la atención la nombrada “Izquierda Progresista”. Yo siempre he entendido, además que lo he consultado y reconsultado en el diccionario, que progreso significa: acción de ir hacia delante, avance, adelanto, perfeccionamiento. De ahí que progresista es la persona que progresa, que va hacía adelante, que avanza, que va hacía adelante, que se perfecciona.
Pero resulta que los “izquierdo-progresistas” –cuando menos aquí en México-- más bien parece que hacen todo lo contrario. ¿Por qué lo digo?, pues porque todas sus acciones más bien tienden a causar caos y por ende a retrasar cualquier avance –lo que equivale a retroceder-- precisamente lo contrario a progresar.
Ellos pregonan que son la imagen pura del bienestar de la gente, y reflexionando en ello se llaga fácilmente a la conclusión de que no existe ningún mexicano, medianamente sensato, que no esté de acuerdo con esa tesis consistente en que 'Primero los Pobres'. ¡Seguro que primero los pobres! ¿Quién puede oponerse a semejante propósito político y social?
Quienes realmente queremos a este país deseamos elevar a la altura mínima exigida por la dignidad humana, a todos aquellos compatriotas que carecen de lo estrictamente indispensable.
Indiscutiblemente que queremos educación para todos, que queremos bienestar para toda la nación, que queremos un ingreso mínimo per cápita de 300 mil pesos al año para los mexicanos, que queremos apagar todas las mechas encendidas que no hacen sino atentar en contra de la estabilidad y del desarrollo en general del país. Solamente una mente enfermiza puede estar en contra de ellos.
Queremos aumentar el ingreso, pero a través de la productividad y no a través de decretos ya conocidos que disparan la inflación con todas sus consecuencias. ¿Quién no desea ayudar los indígenas de México? ¿Quién no desea alfabetizarlos? ¿Quién no desea contener la emigración de cientos de miles de mexicanos a los Estados Unidos? ¿Quién no quiere agua potable, televisión, estufas, piso de concreto y paredes de ladrillo en cada familia mexicana?
Creo que todos coincidimos en la necesidad inaplazable de rescatar a los marginados, pero para ello es totalmente incongruente las tomas de tribuna en el Congreso, los bloqueos de calles, los borlotes, etc. La única célula generadora de riqueza es la empresa y los empresarios, a los que por sistema les llaman hambreadores del pueblo o parásitos sociales, son los agentes operadores del bienestar. La práctica lo ha demostrado una y mil veces.
La inmensa mayoría de los mexicanos, con un gramo de sensatez, coincidimos con ese fin, pero también estamos concientes de que la única forma de lograrlo es con trabajo y más trabajo para generar la suficiente riqueza para crear empleos, esta y no otra es la herramienta verdaderamente eficaz para ayudar a los pobres.
Yo no vislumbro cómo se puede, con las ideas que pregonan la “izquierda progresista” pueda lograrse esos objetivos, muy al contrario, generarían más pobreza que ahondarían más la desigualdad imperante y nos llevaría a una pobreza generalizada. Además, para imponer esas ideas necesitarían irremediablemente acudir al uso de la dictadura, lo cual reduciría –por no decir se acabaría-- las libertades por las que tanto ha luchado el pueblo mexicano.
Nadie con un poco de inteligencia podría aceptar que las tesis económicas que pregona como panacea la “Izquierda progresista” ayudarán a la capitalización de las empresas ni estimularán la investigación tecnológica, ni ampliarán los mercados, ni estimularán la competitividad en el comercio internacional, ni abaratarán costos de producción, ni propondrán alternativas inteligentes para modificar el TLC, dando los pasos adelante necesarios para acercarnos, poco a poco, al esquema de una Comunidad Económica de Norteamérica.
La “izquierda progresista” se arroga el derecho a detener la inversión, sea ésta nacional o extranjera, por la que tanto hemos rogado. Y cabe la pregunta: ¿con que derecho ahuyentan –en vez de atraer-- a los capitales que vienen ayudarnos? ¿So pretexto de la tan cacareado pérdida de soberanía? ¡Vamos! Esa pérdida estaría a la vuelta de la esquina de aplicar los métodos que pregonan. ¿Evidencias? Aquí cerca tenemos uno: Cuba.
¿Cuáles son los métodos que aplica la “izquierda progresista”? Veamos: estimula el odio entre todos los mexicanos polarizando al país, crea trincheras con la única intención de dividirnos, estimulando con esto el flagelo que hemos sufrido por atávico mal de los mexicanos: la desunión.
¿Esta es la “izquierda progresista” por la que tanto escandalizan los Fernández Noroña, Leonel Cota, Alejandro Encinas, López Obrador, Pablo Gómez, Rosario Ibarra, Elena Poniatowska, etc. etc.….? Me niego a incluir entre este selecto grupo a gente como Porfirio Muños Ledo, Manuel Camacho Solís, Marcelo Ebrard, Arturo Núñez, entre otros similares, porque éstos ahora pueden portar el distintivo de la “izquierda progresista” y mañana la del PRI, o la de Convergencia, total que no son de aquí ni de allá.
¡Ah! pero ahí no para el asunto, hay que tratar de meterse a entender que son, o que pretenden, o cual es su mística, o lo que sea que haya que entender, de las izquierdas: unida, nueva, vieja y conservadora. Yo he tratado de hacerlo pero y0 de plano desistí, mi intelecto no llega a tanto. Varias veces recurrí a connotados analistas y/o comentaristas de la radio y televisión, les mandé varios mensajes pero ninguno se dignó contestarme, o cuando menos tratar el asunto en cualquiera de sus programas. El único que atendió mi petición, cosa que se lo agradecí oportunamente, fue Héctor Aguilar Camín, que en uno de sus programas semanales por el Canal 2 de Televisa, que se llamaba “Zona Abierta” –ya desapareció del aire-- trató el tema. Para tal objeto invitó a cuatro connotados intelectuales, dos supuestos izquierdistas y dos derechistas. Después de una hora de debate no se llegó a una definición definida, porque según ellos realmente no era actualmente posible.
Total que se queda en las mismas. ¡Ah! pero como les gusta alborotar el gallinero a los susodichos dizque izquierdo-progresistas. Mejor ahí la dejo.

viernes, 18 de julio de 2008

Temas socio-políticos

Por: Enrique Galván-Duque Tamborrel

La discriminación va contra la persona

Es innegable la individualidad de cada ser humano, tenemos una presencia cuyos límites son evidentes para nosotros mismos y para los demás. Además, nuestra riqueza incluye la pertenencia fraterna a la especie humana. De esto último hay evidencia pues nos asemejamos a las demás personas, pero, hay un aspecto profundo, a veces poco explorado y, por eso, desconocido, se trata de la unidad de la especie: nos necesitamos profundamente unos a otros, y nos enriquecemos gracias a las diferencias. Esto parece algo bello, producto de un momento de benevolencia hacia los demás, algo así como recitar una poesía propia de un sueño, imposible en la realidad.

Conviene ir por partes y reflexionar sobre algunas experiencias personales y grupales. Respecto a lo personal, todos hemos sentido la necesidad de aislarnos para descansar; para ordenar no sólo lo material sino también para detectar qué nos sucede y por qué son así nuestros sentimientos, nuestros pensamientos o nuestros cariños, por qué nos inclinamos a ciertas preferencias antes no detectadas; cuáles metas perseguimos; cómo nos vemos en el futuro; qué nos gusta y qué nos disgusta..., en fin, estamos en soledad pero sorprendámonos, nuestros pensamientos se conjugan en plural.

Como tenemos límites, nuestro plural por amplio que parezca, siempre es reducido. Aún siendo muy sociables no podemos tratar a todos o por falta de tiempo, por haber hecho compromisos previos y, sobre todo, por una tendencia natural a elegir, no todas las personas nos resultan igualmente atractivas y, desgraciadamente muchas nos pasan inadvertidas, nos inhiben o nos resultan antipáticas y las rechazamos.

En lo grupal se dan conductas semejantes a las personales, hay temporadas donde se promueve la inserción de otras personas para abrirnos a nuevos campos de relación, para tener otros enfoques porque se siente la necesidad de contar con puntos de vista variados y salir de lo reiterativo. Hay otros momentos en donde se quiere revisar los fines del grupo y comprobar si realmente se están logrando. Si el resultado es negativo solamente están los miembros fundadores para definir los medios necesarios para conseguir los propósitos, entonces no se requieren otras personas, son momentos de reserva hasta no asegurar el rumbo. Pero, tanto en los momentos de apertura como en los contrarios suelen aparecer tendencias selectivas y, cuando son viscerales resultan discriminatorias.

Sin embargo, cuando hablamos de discriminación, generalmente pensamos en las pugnas y recelos entre los pueblos, en las injusticias ante el modo de disfrutar los bienes de la tierra, por ejemplo, no dar visas a personas de un determinado país, o con escaso poder económico, o de una determinada religión. Se culpa a los gobiernos de semejantes injusticias y somos capaces de discutir muchas horas sobre el tema y proponer, en conversaciones de sobremesa, un sin número de soluciones. Para el terreno macro, que no corresponde a nuestras responsabilidades, inventamos muchos planes y, también, nos ensañamos en las críticas. Y, no somos capaces de aplicar esos proyectos a lo micro, a lo que sí nos corresponden. La manera común de reaccionar ante las grandes discriminaciones nos enseña que, en lo profundo de nuestra conciencia, todos nos damos cuenta de la perversidad de cualquier tipo de exclusión, aunque en la práctica muchas veces fallemos en este punto.

Discriminar es dar trato de inferioridad a una persona o a una colectividad por motivos raciales, políticos, religiosos, etcétera. De ahí que la discriminación segrega externamente, pero, la raíz de esa actitud está en el corazón de la persona, y cuando alguien discrimina ella se hace a sí misma una discriminada, porque se considera distinta y se enquista. En el fondo está desubicada pues reniega de su pertenencia a la familia humana, pretende de manera equívoca salvaguardar su dignidad y lo que realmente logra es confundirse con tal disposición.

Al discriminar nos estamos mutilando porque descartamos de manera absoluta a otra persona, le negamos cualquier género de bondad. Esto se debe a una manera muy injusta de ver a los semejantes, pues sólo nos fijamos en las limitaciones naturales, inseparables de cada uno, y las agrandamos, de esta manera, todo es limitación, y como no concedemos ninguna cualidad nos excluimos de su ayuda.

Hay muchos tipos de discriminación. En la escuela, cuando se juzga a un compañero de clase de incompetente, porque por una única vez, no preparó bien su tarea. En la familia, cuando por algunos rasgos hereditarios se descarta la viabilidad de un embarazo; con este criterio Beethoven no hubiera nacido, y sin embargo, tal vez se le ha negado la vida a quien ya hubiera descubierto el tratamiento definitivo contra el cáncer. En el trabajo, cuando se niega una plaza a alguien responsable y trabajador sólo por su timidez. En la vida de relación, cuando preferimos a quien usa ropa de marca y rechazamos a quien no la usa aunque sea leal y honesto.

La actitud antidiscriminatoria, con la cual nos enriquecemos, consiste en abrirnos a la diversidad, con auténtico respeto y con la seguridad de que de todos podemos aprender. Podemos asemejar a la familia humana con el cuerpo. Este consta de variados órganos, todos distintos y cada uno con su propia función, también distinta, pero benéfica para los demás. La humanidad cuenta con variadísimas personas, todas distintas, todas con su respectiva misión, pero todas en colaboración solidaria prestan un servicio indudable a las demás. El poeta pone letra a la melodía del músico; el médico logra la salud del enfermo; la madre vigila los primeros pasos de su hijo; el comunicador facilita la información y acentúa lo importante; el técnico pone a funcionar los aparatos...

Ahora que el mundo está mejor interconectado, las posibilidades de ayuda son enormes pues se han rebasado las fronteras, el espacio y el tiempo. Ojalá que con este futuro no nos encarcelemos ni encarcelemos a nadie.

Matrimonio ¿homosexual?

Lionel Jospin (ex primer ministro de Francia) declaro:

«En el momento de entablarse un debate público y político sobre el matrimonio homosexual -que lleva aparejada la cuestión de la adopción de niños-, deseo compartir con ustedes dos reflexiones. La primera se refiere a una auténtica libertad para debatir las cuestiones.
Porque hay que tener en cuenta que los tabúes, en todo caso en el seno de la izquierda, no se hallan tal vez donde se piensa.
Observo que se está esbozando una nueva tentación bienpensante, e incluso el temor de verse tachado de homófobo, que podrían impedirnos la conducción irreprochable y razonable del debate. Porque, pese a todo, es perfectamente factible reprobar y combatir la homofobia sin dejar de ser contrario al matrimonio homosexual, como es mi caso.
Mi postura -no tengo que reiterarlo- se acompaña de un total respeto a las decisiones concernientes a la vida amorosa y sexual de cada persona. Ahora bien, y dado que se habla de leyes, juzgo que el legislador, sin dejar de prestar atención a los deseos y aspiraciones -a menudo contradictorios- de los individuos, debe perseguir el interés de la sociedad en su conjunto. Por esta razón, es menester que el debate se desenvuelva sin incurrir en la intimidación ni la apelación a un “orden moral”, se trate del que se trate.
Ello me lleva a proceder a una segunda reflexión que se refiere a una dimensión que se suele desatender: el sentido y la importancia de las instituciones.
En efecto, en el debate que se ha entablado oigo hablar de deseos y aspiraciones, de rechazo de las discriminaciones, de derecho al niño -siendo así que debería anteponerse el derecho del niño- y de igualdad de derechos, como si el principio de igualdad de derechos debiera suprimir todas las diferencias. Sin embargo, he oído hablar escasamente de instituciones, pese a que se trata de la cuestión esencial.
Vivimos en una época en la que de forma permanente se subraya la crisis de las instituciones -el Estado, la escuela, las iglesias, la familia- y la pérdida de los puntos de referencia que ello plausiblemente comporta.
De hecho, la creación de las instituciones obedece a la necesidad de cimentar y reforzar las sociedades humanas. Se las puede defender, se las puede combatir -lo que constituye asimismo una forma de auto-estructurarse-, se las puede reformar. En cualquier caso, no creo que sea procedente negar su sentido y significación. El matrimonio es -en su origen y en tanto que institución- “la unión de un hombre y una mujer”.
Esta definición no obedece al azar. No remite, en primer lugar, a una inclinación sexual, sino a la dualidad de sexos que caracteriza nuestra existencia y que constituye la condición de la procreación y, en consecuencia, de la continuación de la humanidad. Por esta razón, la filiación de un niño se ha establecido siempre con relación a los dos sexos.
El género humano no se divide entre heterosexuales y homosexuales -en tal caso cabría consignar aquí una preferencia-, sino entre hombres y mujeres. En lo concerniente al niño, no se trata de un bien que pueda procurarse una pareja heterosexual u homosexual; es una persona nacida de la unión -sea cual fuere su modalidad- de un hombre y una mujer.
Y a esta realidad remiten el matrimonio y, asimismo, la adopción. El celibato, el concubinato y, en lo sucesivo, el pacto civil de solidaridad (PACS) -que mi Gobierno aprobó- pueden preferirse a los caracteres propios del matrimonio. Puede respetarse la preferencia amorosa de cada cual, sin de forma automática institucionalizar las costumbres. »

Discapacidad, todos los derechos... menos el primero.

El pasado diciembre la Asamblea General de Naciones Unidas aprobó la Convención sobre los derechos de las personas con discapacidad. Desde 1975 existía una Declaración de Derechos de 13 artículos, que cabía en dos páginas. La nueva tiene 50 artículos mucho más largos y complejos, destinados a prevenir toda discriminación negativa respecto al trabajo, salud, educación, acceso a la justicia, intimidad...

La idea directriz de la Convención es clara: "El objetivo de esta Convención es promover, proteger y garantizar el completo e igual disfrute de todos los derechos humanos y de las libertades fundamentales a todas las personas con discapacidad, y promover el respeto de su inherente dignidad" (art. 1). La discapacidad puede ser de origen físico, mental, intelectual o debido a problemas sensoriales, con lo que nadie queda excluido.

Dentro de los múltiples derechos que la Convención reconoce, el más básico y expresado con más claridad es el derecho a la vida: "Los Estados partes reafirman que cada ser humano tiene un derecho inherente a la vida y tomarán todas las medidas necesarias para garantizar que las personas con discapacidad puedan gozar de él efectivamente en los mismos términos que los demás" (art. 10).

Hay que felicitarse por esta creciente sensibilidad hacia los derechos de los discapacitados. Pero también hay que preguntarse si esta declaración de derechos es compatible con la mentalidad eugenésica que está llevando a privar del derecho a la vida a los discapacitados que se detectan en el seno materno. Cada vez más, el diagnóstico prenatal se utiliza por los padres como una criba para evitar que un ser humano con discapacidad llegue a ver la luz.

Un caso patente es la detección y eliminación de forma casi sistemática de los fetos con síndrome de Down o trisomía 21. En estos días se ha publicado en Francia un estudio de la dirección general del INSERM sobre el diagnóstico prenatal del síndrome de Down. "En general, Francia se caracteriza en relación con otros países por un política de detección muy activa de las anomalías congénitas", dice el informe. Tan activa que, en el caso de la trisomía 21, ese análisis se propuso a 630.000 mujeres para un total de 750.000 nacimientos. A partir de los resultados de esos análisis, se realizaron 36.000 amniocentesis, diagnóstico –no exento de peligros para el feto– que permite detectar la trisomía 21. Como no hay un registro nacional, no se sabe cuántos fetos afectados fueron eliminados.

Pero el estudio de los investigadores del INSERM se basa en los datos del registro parisino de malformaciones congénitas y sobre los 1.433 casos de nacidos con síndrome de Down registrados en un periodo de veinte años (1983-2002). Los investigadores han encontrado que estos nacimientos son dos veces más elevados en las mujeres sin profesión que en las mujeres de categorías profesionales superiores. Y concluyen que habría que evitar estas diferencias "sustanciales" que "resultan a menudo de una falta de información y de barreras de acceso al diagnóstico". Así que dan por supuesto que solo la ignorancia o la precariedad económica les ha impedido ejercer su derecho al control de calidad de su descendencia. Ese chico entrañable con síndrome de Down que el cine francés retrató en "El octavo día", tendría mucha probabilidad de no ser hoy aceptado en la frontera eugenésica.

Pero hay quien sabe y puede, y sin embargo acepta al hijo en camino. El estudio pone de relieve que, como media, el 5,5% de las mujeres que saben que esperan un hijo con síndrome de Down deciden llevar a término su embarazo. Ese porcentaje sube al 11% en el caso de las mujeres no empleadas y se sitúa en el 15-21% entre las mujeres de origen africano.

¿No será que la diferencia sustancial estriba en el valor que los distintos tipos de madres atribuyen a toda vida humana, también a la de los discapacitados? La nueva Convención de Naciones Unidas reconoce a los discapacitados, entre otros derechos sanitarios, el acceso a los servicios de "salud reproductiva", que en muchos países incluyen también el aborto. Y es irónico que una Convención destinada a proteger a los discapacitados incluya también unos servicios que acaban sirviendo para negar el derecho a la vida de las personas discapacitadas aún no nacidas.